8 de agosto de 2011
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi siempre que la emiten, es ya una costumbre: me engancho. Es la clásica comedia familiar que lleva la tira consiguiendo eso tan bonito y tan cursi como es reunir a padres, hijos, abuelos, tíos, sobrinos, primos y demás parientes en el salón para reírse por enésima vez con las mismas escenas, las mismas gracias, como cuando Maggie le pone el ojo a la virulé a Mitch, o las gemelas hacen la puñeta a la trepadora novia de su padre para que se largue con viento fresco...
Y es curioso, pero todavía seguimos riéndonos cuando estamos un domingo cualquiera ahí distendidos en el sofá, después del habitualmente multitudinario almuerzo de los domingos, y empieza "Tú a Boston y yo a California".
Muy vista, pero tiene ese toquecito de indeleble encanto que hace que todavía de cuando en cuando repitamos.
Admirablemente logrado el efecto de dar vida a dos gemelas partiendo de una sola actriz, la niña Hayley Mills, quien alcanzó la fama en esta película para no volver a brillar jamás como lo hizo aquí.
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