Como película de entretenimiento considerando la época de realización, cumple hasta allí nomás.

Tenemos una cinta que apunta al mostrar cualidades estéticas y visuales asombrosas, más que a jugarse por un discurso consistente. De ello resulta que tenemos que acostumbrarnos que Burton apostó todo a las formas del filme, dejando muy descuidado el factor narrativo.

En otras palabras, una historia muy sosa en insípida, que ni siquiera graciosa es como para encontrarle algún atenuante. No me resultó interesante lo que se cuenta, creo que el guión deja mucho que desear. Se trata de utilizar al máximo el recurso de lo fantasioso mezclado con lo humorístico, combinación que en esta oportunidad y a mi forma de ver las cosas no da el resultado esperado.

Ya pasando a los aspectos técnicos, la esta obra de Burton tiene el indiscutible toque visual que lo caracteriza, claro que amoldado a la época de realización y con los tecnicismos que existían por entonces, Oscar por mejor maquillaje y en verdad que el make up del filme es digno de encomio, así como los efectos visuales. Para una película de 1988, en verdad que me ha sorprendido la calidad y la justa utilización que el director implementa de este apartado técnico. Conseguida fotografía, con un despliegue lumínico interesante, así como la ambientación en especial, como es de esperarse para una película que lleva el sello y la firma de Tim Burton.

Las actuaciones son correctas en general, no hay tampoco necesidad de registros que sobresalgan, a saber:
Betelgeuse (Michael Keaton), un personaje que aparece poco dentro de la extensión del desarrollo del filme. Keaton otorga un apenas discreto papel, y como dije aparece poco como para hacer una valoración bien fundamentada.
Delia y Charles (Catherine O'Hara y Jeffrey Jones) como la pareja de seres vivos que molestan y "usurpan" la una casa habitada por una pareja de fantasmas. Papeles también bien interpretados, discretos, sin mucho que destacar.
Barbara y Adam (Geena Davis y Alec Baldwin) como la pareja de protagónicos, aquí sí se puede destacar unas convincentes actuaciones en los roles interpretativos de una pareja que muere por accidente y a partir de allí se convierten en buenos fantasmas, que sólo quieren mantener la privacidad de la casa que acababan de comprar y que ahora está habitada por humanos vivientes.
Vale también la mención para Lidia (Winona Ryder) como adolescente que puede hacer contacto con la pareja de difuntos. Ella es un vínculo entre los vivos y muertos. Su interpretación es aceptable, alegre y acorde a lo que el personaje en sí le exige.

En definitivas, una película para verla sin pensarla mucho, interesante en planos generales. Indiscutiblemente no constituye ninguna pieza de visionado obligatorio por más que el apellido Burton se ponga en la balanza a la hora de decidir verla.