Acabo de terminar de ver por segunda vez Antes de Amanecer. La primera vez fue allá por su estreno, pero en 1995 era una cría y no recordaba de qué hablaban o incluso de cómo se encontraban. Tenía la vaga impresión de que me había gustado. De que no era triste si no que era bonita.

Unos jovencísimos Hawke y Delpy que se salen de la pantalla. Ellos son los únicos protagonistas y ¡qué difícil! No hay acción, sólo palabras. Historias, anécdotas, preguntas, respuestas. Con un tono sencillo, de eso que parece que no te están diciendo nada, pero en realidad es algo profundo e inabarcable.

Dos personas tan distintas, de continentes tan lejanos, pero que conectan desde el primer minuto y deciden pasar todo un día juntos. Él es americano y ella europea. Ella se dirige a París para seguir estudiando en La Sorbona. Él va a ver a un amigo en un viaje por Europa después de visitar España. Todo ha sido una coincidencia del destino. Pasarán la noche en Viena. Charlando de todo y de nada, mientras toman unas cervezas o comen algo. Mientras suben en la famosa noria o visitan museos. Se irán dejando el dinero en adivinas que leen la mano o en románticos que te escriben un poema con la palabra que tú elijas. En sus conversaciones infinitas escucharemos el romanticismo y la ingenuidad de ella y el cinismo de él. Pero es indudable que se gustan mucho, aunque no es probable que se vuelvan a encontrar.

Escrita y dirigida por Linklater, conocido por toda la trilogía (Antes del Atardecer y Antes del Anochecer), consigue mantenernos despiertos y alerta durante una hora y media tan sólo con dos actorazos y unas conversaciones. No cualquiera puede lograrlo. Vemos todos los días unos aburridísimos guiones premiadísimos, que van de súper profundos por la vida, pero que dan ganas de bostezar. Dicen que la película es minimalista porque pasa poco. Poco le parece al que no ha vivido nada. Para mí es una noche inolvidable. Durante noventa minutos hablarán de la vida, la muerte, el amor o el sexo.

Creo que todos deberíamos verla y disfrutarla al menos, una vez en la vida. Es perfecta en su romanticismo. La banda sonora no tiene desperdicio. Emocionan todas las piezas. El tren no va a ser lo mismo después de esto.