Hacía tiempo que no se presentaba en cartelera un film tan demoledor sobre la sociedad sin caer en la moraleja barata. "Tres anuncios en las afueras" es una cinta que nos coloca de inmediato en movimiento. Vamos a tardar muy poco en conocer el pueblo de los personajes, sus calles, pleitos, comisaría, periódico, etc. Esa complicidad nos involucra mucho más en la narración.

De inmediato, la mirada de Frances McDormand, digna de un samurái sin nada que perder, clavada durante todo el metraje, iniciadora de una cruzada particular por un crimen sin resolver que la afecta directamente. Quijotesca en su resolución, esto la llevará a un pulso con el sheriff del lugar (fantástico Woody Harrelson). Aparentemente, casi podría parecer conflicto de telefilm. Pero hay muchísimo más en esta ocasión.

Conforme avanza la cámara, nos adentramos en la intimidad de los hogares de cada protagonista. Les comprendemos, respetamos, odiamos o compadecemos. Todos tienen sus motivaciones para hacer cuanto hacen. Los efectos del crimen sin resolver van dejando terribles secuelas.

El guión de Martin McDonagh se la juega. Tiene ingredientes para ser un drama de los que hacen época y no renuncia al humor negro inteligente. De hecho, es omnipresente. Hay cierto realismo mágico en algunas escenas, además de una reflexión acertada de los problemas más oscuros del ser humano (la violencia de género, el racismo, etc.).

Sam Rockwell se lleva uno de los bombones del libreto, un policía de métodos violentos que tiene un micro-cosmos propio más complicado de lo que parece. La forma de articular la historia nos da pinceladas de estas almas perdidas (querría elogiar a Peter Dinklage y la dignidad con la que reviste su actuación). McDormand se exhibe, pero es la estrella de un gran equipo que la asiste, defiende y protege para que saque todo su talento.

Su clímax me resulta tan envidiable que ya lo hubiera querido para otros iconos del género como Twin Peaks. Extraordinario ejercicio artístico.