Ciertamente, en ocasiones, una arruga aceptada con gracia es mejor que un estilismo de cirugía que parezca tan artificial como innecesario. Es así como, "Rebeca", pese a algunas imperfecciones, sigue siendo un rostro agradable para que el público se siente sobre su butaca y disfrute de este clásico relato.

Alfred Hitchcock toma un buen relato y lo hace suyo, añade con gracia y vale más por lo que insinúa que lo mostrado a lo largo de un metraje que quizás tenga excesiva duración. Con su particular estilo, Laurence Olivier crea a un estirado señor Winter, mientras que Joan Fontaine se va viendo obligado a convivir con un espectro omnipresente y una maléfica ama de llaves salida de un cuento de Disney, para martirizar a cenicientas.

El fantasma de Rebeca, otea durante todo el film las vidas de una casa donde Hitchcock muestra una notable capacidad para manejar el tempo inicial, casi una comedia romántica de corte clásico, entregándose en el nudo a mostrar su capacidad para el suspense y las insinuaciones más morbosas.

Cierto es que la censura cortó muchos alas de este drama, pero sigue quedando algo sosa la resolución y lo planteado es mejor que lo resuelto.

Pese a lo dicho, una obra que deben conocer todos los interesados en quien fue tan magnífico director.