El proyecto de la cadena de dar vida en televisión a los héroes y heroínas más callejeros del universo Marvel comenzó muy fuerte. Daredevil dio todo lo que podían esperar los amantes del noire y las artes marciales, sabiamente mezclados. Jessica Jones fue un alarde de originalidad con una protagonista atípica y carismática. Con más filias y fobias, no pocos caímos rendidos ante el carisma de Luke Cage, una reflexión más profunda de lo que parece sobre la comunidad de Harlem y la hipocresía con la que el mundo podría acoger a un héroe según el color de su piel.

Por ello, mientras se contaban los días para "The Defenders", es digno de agradecerse que Netflix siguiese un orden. Eso sí, "Iron Fist" se obligaba a ser la estación de paso, el patito feo por el que había que tragar para ver al cisne. Además, es la serie con menor presupuesto. Y se comete el error de alargar a trece episodios algo que se podría contar sin problemas en ocho.

Dicho lo cual, no estaría de más admitir sus virtudes. Finn Jones coge a este atípico budista para darle una ternura a Danny que difícilmente hubiera tenido sin él. La siempre necesaria presencia de Rosario Dawson permite explica sus futuras conexiones con los otros héroes, mientras que Jessica Henwick es el complemento perfecto para este príncipe mendigo retornado a New York.

En la comparativa con sus otros colegas siempre caerá, sin embargo, era necesario que estuviéramos informados de las conjuras de La Mano con respecto a la Gran Manzana. "Iron Fist" tiene el síndrome de los jueves, le ha tocado estar en medio.