Cuando uno se enfrente a una película de Haneke espera no quedar indiferente y verse sometido a algún que otro zarandeo moral. En esta ocasión, quitando algún fogonazo de inquietud (la primera secuencia, extraordinariamente bien rodada, y la del metro) el resto me deja frío y desangelado.

Haneke emplea un tipo de narración muy manido (vidas cruzadas) que en esta ocasión no alcanza grandes cotas, sólo buenas intenciones, algún momento transgresor y poco más, esperas que ocurran cosas pero todo pasa de forma deslavazada y sin que me importe demasiado.

PD: Haneke, ¿Por qué sacar a una chica tan atractiva como Binoche, que además hace de actriz en la película, hecha un adefesio toda el rato? para eso cógete a otra cualquiera.