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Bélgica Bélgica · Bruxelles
Voto de George Kaplan:
10
Drama Invierno de 1943. Durante la ocupación alemana de Francia, en un internado católico para chicos, Julián, un muchacho de trece años, queda impresionado por la personalidad de Bonnet, un nuevo compañero que ingresa en el colegio después de iniciado el curso. (FILMAFFINITY)
18 de abril de 2007
29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Au revoir les enfants” es una película maravillosa, un bellísimo y triste retrato de la infancia, un canto a la amistad y, al mismo tiempo, un duro alegato contra las injusticias que el propio Louis Malle sufrió de niño durante la ocupación alemana de su país natal en la Segunda Guerra Mundial.
La película, que ha sido calificada por el crítico Carlos Boyero, como “sutil, hermosa, compleja, dura, tierna y honesta”, narra la intensa relación de amistad entre dos muchachos, Julien y Jean Bonnet, en un colegio interno dirigido por religiosos durante la ocupación alemana.
Entre ambos chicos, en el difícil intento de vivir, junto a sus compañeros, en un mundo ajeno a la brutalidad de la Francia ocupada, irá surgiendo un fuerte lazo de amistad en una edad en la que comienzan a interesarse por las chicas, mientras gozan del placer de la lectura de “Los tres mosqueteros”, “Las mil y una noches”, y las novelas de Julio Verne. Todo ello, mientras descubren el significado de valores como el compañerismo, la fidelidad o la traición.
El director francés afirmó que “a través de este muchacho que se me parece, he intentado reencontrar aquella primera amistad –la más fuerte- bruscamente destrozada, y representar mi descubrimiento del mundo absurdo de los adultos, con su violencia y sus prejuicios.
El film, ganador del León de Oro en el Festival de Venecia, tiene un guión espléndido. No se me ocurre una mejor manera de contar esta historia, emotiva a la par que desoladora. Destacar también la música de Schubert, la aparición de la bella Irène Jacob, que interpreta el papel de la profesora de música, y la magnífica escena en la que niños y clérigos se reúnen para ver, entre carcajadas, “El inmigrante”, de Chaplin.
“Adiós, muchachos” quizás suponga la obra cumbre de Louis Malle, quien reconoce que “esta película es mi punto de partida, mi origen voluntario, en el que yo me reconozco de verdad”.
Julien no olvidará nunca esa mañana de enero que supone el final de la película, final con el que es prácticamente imposible no emocionarse. Nosotros tampoco seremos capaces de olvidar esta obra maestra y este canto a la amistad que denuncia la brutalidad de sucesos como los ocurridos hace ya más de 70 años.
Como diría W. G. Sebald, “queda el recuerdo, no lo destruyáis”·
George Kaplan
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