Hacía mucho tiempo que no veía una película que me conmoviera y la vez me gustara tanto como esta, se trata de una película sobria y sencilla que en ningún momento intenta aparentar lo que no es, pero a su vez profunda y muy contenida en el tratamiento de los personajes, donde el director deja al espectador la elección de las razones del cambio de actitud del personaje principal, se me ocurre que puede ser por la admiración hacía alguien que tiene la vida que a él le hubiera gustado tener, o por necesidad vital al cansarse de destruir vidas y jugar a intentar ser Dios y poder salvarlas, por dejar de creer en el sistema en general y en sus jefes en particular, o incluso por amor hacía la actriz. Una historia que perfectamente podría haber pasado o pasar en cualquier país totalitario, la secuencia del desayuno me parece genial, de como el miedo que una persona le puede tener al sistema y a sus superiores, capaces de destruir una vida de una manera mecánica y sistemática.

La interpretación de los actores me parecen muy buenas, especialmente la de Ulrich Muhe está genial, la profundidad de la mirada cuando está escuchando tocar el piano la sonata de Chopín, es de los planos de los que siempre recordaré, porque no se puede decir más ni sentir ni expresar mejor el dolor que se siente con una mirada, que además es cuando creo que se produce la catarsis de su persona y le sirve como punto de inflexión.

El final me parece algo largo, pero precioso, contenido por un director que sigue queriendo dar muestra de sencillez y no nos muestra un encuentro entre los actores que hubiera quedado muy sensiblero en el tono general de la película, supongo que en la vida real si se hubiera dado, y nos muestra a una persona que sigue siendo gris y solitaria pero que en ese momento le encuentra sentido a su vida.