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Voto de La Taverna del Mastí:
10
Cine negro. Drama Joe Gillis es un joven escritor de segunda fila que, acosado por sus acreedores, se refugia casualmente en la mansión de Norma Desmond, antigua estrella del cine mudo, que vive fuera de la realidad, acompañada únicamente de su fiel criado Max. A partir de ese momento, la actriz pretende que Joe corrija un guion que ella ha escrito y que va a significar su regreso al cine. (FILMAFFINITY)
1 de agosto de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho antes de encumbrarse como uno de los genios de la comedia en la Edad dorada de Hollywood, Billy Wilder tuvo un periodo en el que realizó maravillosas obras de cine negro, destacando “Perdición” (Double Indemnity, 1944), "Días sin huella" (The Lost Weekend, 1945), o la que nos concierne "El crepúsculo de los dioses” (Sunset Bulevard, 1950).

Ficción y realidad se entremezclan de manera realmente genial; de hecho, el narrador de la historia es un hombre muerto, que nos relata (aparte de cómo ha acabado con tal aciago destino) la vida de una antigua estrella del cine mudo, que vive recluida en su anacrónica mansión, y ha sido olvidada por aquel público fiel que tiempo atrás la idolatraba, debido a la irrupción del cine sonoro. Tal premisa sirve como pretexto para que Billy Wilder y Charles Brackett (siendo esta su última colaboración y probablemente la mejor, junto con “Ninotchka” [Ernst Lubitsch, 1939]), realicen detalladamente y sin medias tintas, una exposición de la naturaleza relativa a la industria de los sueños, y también el modo en que les afecta a las estrellas la pérdida de su estatus dentro del Star System, pasando de la fama mundial al anonimato, hecho que producía, la mayoría de las veces, que se sumergieran en el alcoholismo, o cómo en este caso, en la locura.

Se puede destacar el magnífico trabajo del reparto, con un William Holden excelente, y sobretodo una inconmensurable Gloria Swanson, que encarna a un personaje que comparte varias similitudes con su pasado real (ya que fue una gran estrella del cine mudo, y Cecil B. DeMille fue su director fetiche). Swanson dota al personaje de una gestualidad inusitada, que remarca de modo brillante la locura que gradualmente se va sumiendo el personaje, y llegando a su punto álgido en la inolvidable secuencia de las escaleras, con un primer plano de la actriz mirando a cámara de forma escalofriante; posiblemente sea la mejor interpretación en toda su larga trayectoria, aunque es necesario matizar que en la vida real la actriz no perdió la cabeza.

Es necesario mencionar también que Erich V. Stroheim (que interpreta al mayordomo y antiguo director fetiche de la estrella) dirigió a Swanson en la vida real en el filme mudo “La Reina Kelly”, al cual Wilder homenajea, mostrando un fragmento en la película.

Cabe decir que los dos actores protagonistas no fueron la primera opción del director, siendo barajados diversos nombres; para el papel que finalmente interpretó William Holden se valoraron intérpretes como Marlon Brando, Fred MacMurray (que ya trabajó a las órdenes de Wilder en "Perdición") y Montgomery Clift (que rechazó el papel por ser demasiado ambiguo); en lo que respecta al papel femenino, que fue encarnado por Gloria Swanson, fueron consideradas Mae West, Pola Negri, Greta Garbo (nombrada en el filme como único vestigio de las grandes actrices del pasado), y Mary Pickford, que rechazó el papel porque se sentía demasiado identificada con él (aunque otras versiones afirman que estaba demasiado borracha cuando se lo propusieron).

La película está repleta de diálogos sublimes, tales cómo: “Yo soy grande, es el cine el que se hizo pequeño”; “No hay nada trágico en tener 50 años, a no ser que intente tener 25”; “Sr. De Mille, cuando quiera estoy lista”; además, cuenta con una fotografía sublime, y unos acertados cameos de grandes estrellas del cine mudo (destacando a Buster Keaton, H. B. Warner y Anna Q. Nilsson), que sirven a modo de homenaje.

"El Crepúsculo de los Dioses” es una obra maestra, posiblemente la mejor mostrándonos los entresijos del mundo de Hollywood, resultando ser amarga y cruel a partes iguales, y siendo elaborada por uno de los cineastas más extraordinarios que ha dado la historia del celuloide.
La Taverna del Mastí
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