Con el paso de los años Disney se ha ganado a pulso el privilegio de llevar al público a la sala de cine aún cuando éste no está bien seguro de lo que va a presenciar, expertos o no expertos, fanáticos o espectadores casuales, todos tenemos la sensación de que cualquier cosa que hagan los estudios del ratón antropomorfo tendrá un sello de garantía en lo que a satisfacción se refiere, no obstante ese ir a ciegas sólo porque es una película de Disney si que tiene sus riesgos.

Personalmente nunca he sido muy adepto a las propuestas audiovisuales que nos pintan un futuro de autos voladores, el tiempo es cruel y no tardan mucho en volverse chistes involuntarios, y la verdad es que Tomorrowland parece que no tendrá una suerte muy distinta. Si, los efectos especiales actuales y sobre todo las ideas futuristas también son perecederos.

Una vez establecido que no estaba muy seguro de lo que iba a ver, y que no me complace mucho la temática, procedo a diseccionar a grandes rasgos la película.

Los primeros 45 minutos son por demás interesantes, el modo en que nos introducen al famoso mundo del mañana es verdaderamente ingenioso y nos echa al bolsillo de inmediato con un par de personajes infantiles con los que no cuesta nada identificarse. El uso que se hace del humor es una herramienta indispensable para mantenernos enganchados a lo que está ocurriendo (además del mini nerdgasm para todos los frikis viendo cómo Disney hace uso de la licencia de Star Wars en el puente entre el primer y segundo acto), logran intrigarnos como el Conejo Blanco de Alicia en País de las Maravillas y nos arrastran hasta un punto de no retorno en el que las cosas se vuelven ciertamente turbias.

Una vez que estamos en el sitio al que fuimos seducidos por casi una hora de prometedoras pistas descubrimos que la historia se ha vuelto innecesariamente compleja. Lo negativo sin duda no es que se pretenda profundizar con una historia que en el papel debería ser muy simple, lo malo termina por ser el hecho de que no se logre resolver de un modo menos redundante el viaje del punto A al punto B. Por momentos cuesta entender lo que estamos viendo y se vuelve tan ridículamente complicado que perdemos el rumbo como espectadores. Pareciera que el guión está plagado de pequeñas condiciones que modifican por completo el modo en que fluye la película, y el ejemplo más claro es el de la Torre Eiffel, es como si alguien hubiera puesto como requisito que el monumento parisino apareciera en pantalla, no tiene sentido alguno.

Tomorrowland es una propuesta que si bien tiene factores positivos como la secuencia de acción en casa de George Clooney, el famoso pin que te hace viajar, o los extraordinarios efectos digitales, termina por ser una especie de automóvil compacto con carcasa deportiva, es interesante a la vista pero poco funcional, y por ende se vuelve una experiencia agridulce.

Si la quiere ver o no queda a su criterio, para un servidor es una de esas películas de usar y tirar, para ver una vez y no más.