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Voto de Jose_Lopez_5:
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Aventuras. Acción
El arqueólogo Indiana Jones deberá emprender otra aventura contra el tiempo para intentar recuperar un dial legendario que puede cambiar el curso de la historia. Acompañado por su ahijada, Jones pronto se encuentra enfrentándose a Jürgen Voller, un ex nazi que trabaja para la NASA. (FILMAFFINITY)
31 de agosto de 2023
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Verano del 2008. Spielberg, en la cama, traga saliva otra vez. Le sabe agridulce, como lleva ocurriendo desde semanas atrás. La cuarta entrega del Dr. Jones, tan ansiada por el público, al fin ha visto la luz, y lo ha hecho nada menos que en el Festival de Cannes. La película parece funcionar, a tenor de las primeras críticas y aplausos, y la taquilla se ha estado portando bien. Terminará haciendo $790 millones con un presupuesto de $185 millones. Sin embargo, algo empezó a chirriar a los pocos días de su estreno en las salas (véase spoiler 1). Algo que acabó como ya sabemos.
Quince años han pasado y, con ellos, todos los involucrados han envejecido. Lucas "el rencoroso" se retiró del cine, vendiéndoselo todo a Disney para dedicarse a la maternidad subrogada. Ford estaba cada vez más torpe, y cualquier día lo mismo hasta se mataba en uno de sus accidentes de aviación. Y él, Spielberg, seguía haciendo cine y televisión a granel mientras gozaba de una posición respetable. Pero, aun así, cada mañana tenía que seguir enjuagándose a conciencia la boca para quitarse el mal sabor. Por ello, él, el rey Midas del cine contemporáneo, tenía que desquitarse como fuera. Tenía que haber una quinta película del Dr. Jones por sus santos cojones judíos, y el 2023 sería el año de su redención. Si Disney quería, claro.
Y mira por dónde, el año ya nos ha alcanzado. Son tiempos con Disney adueñándose de todo, de IA, de "deep fakes", de "deaging", y de toda clase de virguerías infográficas. Ahora la magia del cine es más mágica que nunca. Y es en este nuevo mundo cuando Spielberg, Disney mediante, estrena esa quinta aventura, aunque ahora pasando el relevo a alguien más joven, a James Mangold. Sí, el de "Logan" (2017), especializado en dar retiro a los personajes. Steven, mientras, sentadito en la producción, que no es poca cosa.
"Indiana Jones y el dial del destino" (2023) es, por tanto, la aventura última del Indy de Ford. Uno muy envejecido al que, en los primeros veinte minutos, tuvieron que rejuvenecer tirando de potentes técnicas informáticas para así ubicarlo al final de la II GM. Un truco que, en base a mi ignorancia sobre videojuegos actuales, tengo que describir como correcto en fondo y forma. El rejuvenecimiento, en general, da el pego, aunque también es cierto que hay planos en donde el rostro de Ford se asemeja a una cinemática de videojuego, porque algo sí que canta.
En cualquier caso, ese comienzo es lo mejor (o lo menos malo) que veremos. Porque luego volvemos a finales de los 60, con un Jones decrépito, aunque inverosilmente ágil para su avanzada edad (ya empezamos...), al que confrontan con una de las pifias del proyecto: Phoebe Waller-Bridge o, como toca ahora en Hollywood, la cuota de inclusividad neofeminista. La pava que se le sube a la chepa a Ford mientras éste, por exigencias del guion, tiene que tragarse su orgullo porque ella, al ser mujer, tiene respuesta para todo, sabe más que él y lo hace casi todo mejor. Y esto lo insertan sin un ápice de vergüenza y esperando que la gente no proteste. Las drogas.
No contentos, se sacan también de la manga un trasunto marroquí de Tapón. No sé si más odioso que aquél, pero desde luego haciendo méritos. Otra tontería que, si ya era cargante en la película del 84, aquí no va a ser menos. Y ya de forma ocasional, algún rostro conocido avejentado que mejor no haber visto. Porque pobre Gimli, to' pocho él, quién te ha visto y quién te ve. Que no le engañen: la tercera edad es un asco. Y... un momento. ¿Ese es Antonio Banderas?
Frente al equipo de chicos (y chica) heroicos, el rufián. Mads Mikkelsen. Quizás uno de los pocos aciertos, porque no hay héroe sin un buen malvado. Y, como dicta el canon de la franquicia, es nazi. Sí, repetitivo, pero siempre resultón. Casi con seguridad la mejor decisión de "casting". No es que sea perfecto, pero el hombre cumple razonablemente bien. Sin él, todo se derrumbaría. Lo malo es que a partir de aquí ya no hay nada bueno que resaltar.
La historia es, de primeras, demasiado larga. Más de dos horas que se hacen pesadas a poco que te quede algo de cerebro conectado. Y eso es un mal agüero, porque miras el reloj. Y cuando se mira el reloj... malo. Pero no es solo una cuestión de tamaño, que sí que importa, sino también de calidad, y aquí la película es regulera, con una acción desmedida eclipsando la historia y el desarrollo de los personajes. Porque las persecuciones, aunque interesantes al principio, terminan siendo cansinas. Y hay muchas. Demasiadas. No sé los demás, pero yo quiero saber más de los protagonistas, y no tanto "A todo gas".
Patina también el elemento alrededor del cual gira la historia, el dial, ya que rehuye cualquier origen religioso. Y eso a pocos se les escapa que queda raro. Un dispositivo que, además, da pie a un tercer acto tan flojo que, aunque no llega a los niveles de degeneración extraterrestre de la obra del 2008, sí que agrieta los cimientos en los que se sustentan las aventuras de Indy. Unas en donde lo místico tenía su protagonismo, pero nunca era revelador.
Por supuesto no podía faltar el humor cargado de referencias a anteriores entregas y a la vejez del protagonista, aunque es tan tristón y deprimente que casi se lo podían haber ahorrado (véase spoiler 2). La película, además, tiene un final horroroso, donde todo lo que sucede choca contra el canon como si fuera un muro. Entiendo que lo han forzado para dar una imagen terminal, de despedida, pero no me acaba de cuadrar. Por ello, y tras darle vueltas, concluyo que las mejores escenas son aquéllas en las que dejan solo a Jones. Como mucho, cuando lo acompañan sus enemigos (véase spoiler 3).
En resumen, nadie quiere ver a sus padres envejecer, aunque sí llegar a mayores. E Indy, para muchos, tuvo un poco de padre. No es tan horrible como la cuarta, pero sigue lejos del Indiana de la trilogía (véase spoiler 4). Nunca podrá serlo. Imagino que Spielberg piensa que ya puede morirse tranquilo (véase spoiler 5).
Quince años han pasado y, con ellos, todos los involucrados han envejecido. Lucas "el rencoroso" se retiró del cine, vendiéndoselo todo a Disney para dedicarse a la maternidad subrogada. Ford estaba cada vez más torpe, y cualquier día lo mismo hasta se mataba en uno de sus accidentes de aviación. Y él, Spielberg, seguía haciendo cine y televisión a granel mientras gozaba de una posición respetable. Pero, aun así, cada mañana tenía que seguir enjuagándose a conciencia la boca para quitarse el mal sabor. Por ello, él, el rey Midas del cine contemporáneo, tenía que desquitarse como fuera. Tenía que haber una quinta película del Dr. Jones por sus santos cojones judíos, y el 2023 sería el año de su redención. Si Disney quería, claro.
Y mira por dónde, el año ya nos ha alcanzado. Son tiempos con Disney adueñándose de todo, de IA, de "deep fakes", de "deaging", y de toda clase de virguerías infográficas. Ahora la magia del cine es más mágica que nunca. Y es en este nuevo mundo cuando Spielberg, Disney mediante, estrena esa quinta aventura, aunque ahora pasando el relevo a alguien más joven, a James Mangold. Sí, el de "Logan" (2017), especializado en dar retiro a los personajes. Steven, mientras, sentadito en la producción, que no es poca cosa.
"Indiana Jones y el dial del destino" (2023) es, por tanto, la aventura última del Indy de Ford. Uno muy envejecido al que, en los primeros veinte minutos, tuvieron que rejuvenecer tirando de potentes técnicas informáticas para así ubicarlo al final de la II GM. Un truco que, en base a mi ignorancia sobre videojuegos actuales, tengo que describir como correcto en fondo y forma. El rejuvenecimiento, en general, da el pego, aunque también es cierto que hay planos en donde el rostro de Ford se asemeja a una cinemática de videojuego, porque algo sí que canta.
En cualquier caso, ese comienzo es lo mejor (o lo menos malo) que veremos. Porque luego volvemos a finales de los 60, con un Jones decrépito, aunque inverosilmente ágil para su avanzada edad (ya empezamos...), al que confrontan con una de las pifias del proyecto: Phoebe Waller-Bridge o, como toca ahora en Hollywood, la cuota de inclusividad neofeminista. La pava que se le sube a la chepa a Ford mientras éste, por exigencias del guion, tiene que tragarse su orgullo porque ella, al ser mujer, tiene respuesta para todo, sabe más que él y lo hace casi todo mejor. Y esto lo insertan sin un ápice de vergüenza y esperando que la gente no proteste. Las drogas.
No contentos, se sacan también de la manga un trasunto marroquí de Tapón. No sé si más odioso que aquél, pero desde luego haciendo méritos. Otra tontería que, si ya era cargante en la película del 84, aquí no va a ser menos. Y ya de forma ocasional, algún rostro conocido avejentado que mejor no haber visto. Porque pobre Gimli, to' pocho él, quién te ha visto y quién te ve. Que no le engañen: la tercera edad es un asco. Y... un momento. ¿Ese es Antonio Banderas?
Frente al equipo de chicos (y chica) heroicos, el rufián. Mads Mikkelsen. Quizás uno de los pocos aciertos, porque no hay héroe sin un buen malvado. Y, como dicta el canon de la franquicia, es nazi. Sí, repetitivo, pero siempre resultón. Casi con seguridad la mejor decisión de "casting". No es que sea perfecto, pero el hombre cumple razonablemente bien. Sin él, todo se derrumbaría. Lo malo es que a partir de aquí ya no hay nada bueno que resaltar.
La historia es, de primeras, demasiado larga. Más de dos horas que se hacen pesadas a poco que te quede algo de cerebro conectado. Y eso es un mal agüero, porque miras el reloj. Y cuando se mira el reloj... malo. Pero no es solo una cuestión de tamaño, que sí que importa, sino también de calidad, y aquí la película es regulera, con una acción desmedida eclipsando la historia y el desarrollo de los personajes. Porque las persecuciones, aunque interesantes al principio, terminan siendo cansinas. Y hay muchas. Demasiadas. No sé los demás, pero yo quiero saber más de los protagonistas, y no tanto "A todo gas".
Patina también el elemento alrededor del cual gira la historia, el dial, ya que rehuye cualquier origen religioso. Y eso a pocos se les escapa que queda raro. Un dispositivo que, además, da pie a un tercer acto tan flojo que, aunque no llega a los niveles de degeneración extraterrestre de la obra del 2008, sí que agrieta los cimientos en los que se sustentan las aventuras de Indy. Unas en donde lo místico tenía su protagonismo, pero nunca era revelador.
Por supuesto no podía faltar el humor cargado de referencias a anteriores entregas y a la vejez del protagonista, aunque es tan tristón y deprimente que casi se lo podían haber ahorrado (véase spoiler 2). La película, además, tiene un final horroroso, donde todo lo que sucede choca contra el canon como si fuera un muro. Entiendo que lo han forzado para dar una imagen terminal, de despedida, pero no me acaba de cuadrar. Por ello, y tras darle vueltas, concluyo que las mejores escenas son aquéllas en las que dejan solo a Jones. Como mucho, cuando lo acompañan sus enemigos (véase spoiler 3).
En resumen, nadie quiere ver a sus padres envejecer, aunque sí llegar a mayores. E Indy, para muchos, tuvo un poco de padre. No es tan horrible como la cuarta, pero sigue lejos del Indiana de la trilogía (véase spoiler 4). Nunca podrá serlo. Imagino que Spielberg piensa que ya puede morirse tranquilo (véase spoiler 5).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
1º) Comenzó como un rumor gateante que serpenteaba entre los comentarios de foros y blogs sobre cine. Gente con el gesto torcido a quienes no les acababa de convencer. Con las semanas, los rumores se tornaron en un ruido molesto, el de una masa que, en su mayor parte, empezaba a digerir lo que había visto en la gran pantalla, ahora ya lejos del furor inicial, y que creía que aquello no era Indiana Jones.
Con el tiempo, "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal" (2008) se convirtió en objeto de críticas durísimas. Tantas, que hasta los irreverentes dibujos de "South Park" le dieron caña aquel mismo año, con George y Steven sodomizando al personaje del Dr. Jones. Se pueden tener premios, millones y hasta un lugar reservado en la historia del cine, pero nada de eso borra el amargor de verte retratado en unos dibujos animados violando al Dr. Jones entre gritos. Porque, sí, la cuarta entrega fue un bodrio que solo alabaron los menos aptos.
2º) Cada comentario o chiste que quiere recordarnos que está hecho una momia, no solo no hace reír, sino que deja un poso gris.
3º) Sin luchas, sin Phoebe, sin pseudoTapon y sin compañeros de geriátrico. Cuando a Ford se le permite ser Indy, lo es. Le afecta la edad, pero lo es. Pero tan pronto entra en escena savia nueva, se estropea el invento. Y no piense que exagero, porque en la película se dan unos giros asombrosos para justificar la entrada y salida de los personajes según los caprichos de Disney (o de Spielberg, que a saber cómo se reparten la cuota de poder en estos proyectos). Los "porque sí" empiezan a ser molestos... como poco.
4º) Hay momentos de una ridiculez extrema. Sin ánimo de ser exhaustivo, pero sí claro, podemos citar el momento en el que Indy sobrevive por arte de magia a una descomunal bomba que mata a todos a su alrededor; la bobaliconería de los soldados alemanes en el tren; la escena en la que Phoebe engatusa al facineroso y sus compinches en el barco; cuando empiezan a buscar la parte de la cueva con mejor eco; la inexplicable salida de la caverna de un Jones herido de bala, sin puente por donde cruzar y debiendo escalar; el niñato pilotando un avión; el delirio de los alemanes abriendo fuego desde el aire, con pistolas y ametralladoras, contra los romanos (ojo, que en Disney hay gente que cobra por dar el visto bueno a esto); las físicas y resistencias irreales por doquier, con predominio de las escenas absolutamente imposibles, ora a favor de Phoebe, ora de un Ford anciano; personajes que entran y salen del relato sin aportar nada; ...
En fin, nada que otros no hayan denunciado ya.
5º) Y de nuevo, la eterna pregunta de qué tenía de malo el final crepuscular de la tercera película. Qué necesidad había de prostituir al personaje de esta manera.
Con el tiempo, "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal" (2008) se convirtió en objeto de críticas durísimas. Tantas, que hasta los irreverentes dibujos de "South Park" le dieron caña aquel mismo año, con George y Steven sodomizando al personaje del Dr. Jones. Se pueden tener premios, millones y hasta un lugar reservado en la historia del cine, pero nada de eso borra el amargor de verte retratado en unos dibujos animados violando al Dr. Jones entre gritos. Porque, sí, la cuarta entrega fue un bodrio que solo alabaron los menos aptos.
2º) Cada comentario o chiste que quiere recordarnos que está hecho una momia, no solo no hace reír, sino que deja un poso gris.
3º) Sin luchas, sin Phoebe, sin pseudoTapon y sin compañeros de geriátrico. Cuando a Ford se le permite ser Indy, lo es. Le afecta la edad, pero lo es. Pero tan pronto entra en escena savia nueva, se estropea el invento. Y no piense que exagero, porque en la película se dan unos giros asombrosos para justificar la entrada y salida de los personajes según los caprichos de Disney (o de Spielberg, que a saber cómo se reparten la cuota de poder en estos proyectos). Los "porque sí" empiezan a ser molestos... como poco.
4º) Hay momentos de una ridiculez extrema. Sin ánimo de ser exhaustivo, pero sí claro, podemos citar el momento en el que Indy sobrevive por arte de magia a una descomunal bomba que mata a todos a su alrededor; la bobaliconería de los soldados alemanes en el tren; la escena en la que Phoebe engatusa al facineroso y sus compinches en el barco; cuando empiezan a buscar la parte de la cueva con mejor eco; la inexplicable salida de la caverna de un Jones herido de bala, sin puente por donde cruzar y debiendo escalar; el niñato pilotando un avión; el delirio de los alemanes abriendo fuego desde el aire, con pistolas y ametralladoras, contra los romanos (ojo, que en Disney hay gente que cobra por dar el visto bueno a esto); las físicas y resistencias irreales por doquier, con predominio de las escenas absolutamente imposibles, ora a favor de Phoebe, ora de un Ford anciano; personajes que entran y salen del relato sin aportar nada; ...
En fin, nada que otros no hayan denunciado ya.
5º) Y de nuevo, la eterna pregunta de qué tenía de malo el final crepuscular de la tercera película. Qué necesidad había de prostituir al personaje de esta manera.