Michael Clayton (George Clooney) trabaja como abogado, aunque su función principal es la de "arreglar" y "limpiar" errores o problemas de manera rápida y eficaz. El caso que ocupa a la película tiene que ver con Arthur (Tom Wilkinson), compañero de Michael y quien en un extraño giro pasa de defender a una importa empresa de agroquímicos a actuar en su contra de forma deliberada, además su comportamiento irracional y paranoico hace sospechar que podría haber perdido el juicio (sic).

Filmado con elegancia y sobriedad por Gilroy (resulta que es su primer largometraje como director), sorprende por su presentación de personajes y argumento, entre otras cosas por la confusión general que provocan. Si bien poco a poco los papeles se van definiendo y la trama comienza a centrarse, pero dicho inicio resulta algo desconcertante. Ello puede provocar que más de uno tras esos primeros minutos pierda interés, a pesar de que a partir de ahí el mismo aumente de manera considerable.

La película se beneficia de la excelente labor de su trío protagonista, Wilkinson y Swinton realizan una excelente labor, mientras que Clooney no sólo aporta su carisma, sino que sobre sus hombros recae gran parte del peso de la misma. Por su parte, Gilroy ya había demostrado eficacia escribiendo historias de intriga y espías, aquí además de demostrar dicha habilidad con una interesante historia sabe conjugar la vida laboral y personal del personaje principal, mostrándonos su cara y su cruz, y lo hace más humano mostrándonos su desestructurada vida familiar, sus vicios y sus fracasos, y ello lo hace más cercano y personal.