Tomasso (Riccardo Scamarcio) regresa al hogar familiar con la intención de confesar que ha dejado la carrera de económicas, que quiere convertirse en escritor y, lo más importante, que es gay. Pero cuando está a punto de sincerarse ocurre algo inesperado que trastoca sus planes, obligándole a hacerse cargo del negocio familiar mientras su padre (Ennio Fantastichini), tan machista como mujeriego (de seguro votante de Berlusconi), se recupera de un infarto.

Tengo algo que deciros es un cinta costumbrista que mezcla comedia y drama pero que no acaba de acertar con el tono a seguir. Y es que en ocasiones hace uso de un humor que roza lo paródico (véase cuando hacen acto de presencia los amigos del protagonista) y otras, sin embargo, parece decantarse por la seriedad y el dramatismo. Si obviamos su indefinición y nos acercamos a ella sin demasiadas pretensiones (ya que ni es un alegato a favor de los derechos de los homosexuales ni tampoco una crítica contra la doble moral de la sociedad biempensante) puede resultar una película de lo más amena, de lo contrario nos chirriará su cómico retrato de la familia burguesa o algunos de sus unidimensionales personajes.