Un abogado especializado en divorcios (George Clooney) y una trepa (Catherine Zeta-Jones) son los personajes protagonistas de esta producción de los hermanos Coen. Producción que se encuentra a medio camino entre la comedia romántica de enredo y el maravilloso (léase paranoico y peculiar) mundo de sus creadores. Las idas y venidas de la pareja protagonista, así como su relación de amor-odio son el leitmotiv de esta comedia, cuyo mayor problema es su indefinición, ya que no funciona como la clásica comedia de enredo, pero (y a pesar de las situaciones disparatadas y de la retahíla de extravagantes personajes) tampoco como típico trabajo de los Coen.

El trabajo de Clooney acaba imponiéndose al de todos sus compañeros de reparto (a pesar de la buena retahíla de personajes secundarios), incluida Zeta-Jones. Seguramente sea porque comprende mejor el tono de la película, realizando una interpretación que roza lo caricaturesco. Sirva como ejemplo la obsesión del personaje con su dentadura y el buen partido que el actor sabe sacar de ello. Algo peor aunque correcta está la actriz, le sirve muy bien su porte para dar vida a su personaje (resulta irónico que sea ella la encargada de interpretar a dicho personaje, teniendo en cuenta lo mucho que se habló de su acuerdo matrimonio con Michael Douglas), pero no termina de encontrar el tono, además la química con Clooney no es tan buena como debiera. Por otra parte, los diálogos resultan reiterativos y nunca nos llevan a ninguna parte, donde debería haber comicidad termina apareciendo el tedio (esa manía de contestar a una pregunta con otra acaba resultando algo cargante). Todo ello no quita para que estemos ante una comedia agradable de ver (hablando de ver, aprovecho para alabar la labor fotográfica de la película) pero que no terminará por convencer ni a los amantes del género ni a los fanáticos de los hermanos Coen.