Si Scream sirvió para revitalizar el terror juvenil, American Pie hizo lo propio con la comedia adolescente más soez y políticamente incorrecta. Y es que esta historia de jóvenes deseosos de perder la virginidad bebe de cintas tan populares (lo cual no siempre equivale a buenas) como Porky's o La revancha de los novatos (Revenge of the Nerds).

Burda, grosera, desvergonzada… La película de Paul Weitz es todo eso, pero también desternillante y, finalmente, más amable (aun cuando sus gags están construidos a base de vulgarismos) de lo que pudiera parecer a simple vista. Además, los intérpretes, sin ser nada del otro mundo, cumplen con su cometido y la dirección no resulta tan tosca como suele ser habitual en este tipo de producciones.

American Pie es una de esas comedias que hay que ver sin prejuicios (y a poder ser en compañía), teniendo muy claro qué tipo de película es y disfrutando de su falta de pretensiones y de su humor chabacano y vulgar. Esta oda al despertar sexual no pasará a los anales del séptimo arte, pero contiene algunos momentos que son pura diversión desenfadada y flatulenta.