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Voto de VictorRodrigo:
6
Terror En la España de la posguerra, Narcisa (Aria Bedmar), una joven novicia con poderes sobrenaturales, empieza a trabajar de profesora en un antiguo convento, ahora colegio para niñas. Conforme pasen los días, los extraños sucesos y las situaciones cada vez más inquietantes que la atormentan terminarán por llevarla a desenredar la madeja de secretos que rodean al convento y acechan a sus moradoras.
6 de octubre de 2023
24 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paco Plaza ha inaugurado el Festival de Sitges 2023 con una cátedra de cine de terror clásico como pocos cineastas pueden impartir en España. Casualidad o hermandad, el director valenciano ha dado el pistoletazo de salida de la muestra de este año justo una edición después de que lo hiciera Jaume Balagueró con Venus, con quien también firmó la saga de culto "REC". Plaza, de la mano de Netflix, ha presentado "Hermana Muerte", precuela de la más que celebrada "Verónica" (2017), que llega dos años después de la exitosa "La abuela" (2021). El filme de estreno es un popurrí de elementos que confabulan una notable historia de venganza, crisis de fe, feminismo, maternidad y posguerra.

A partir de estos elementos, Plaza dibuja un relato en el que el espectador acompaña a la hermana Narcisa, encarnada por una Aria Bedmar que se estrena en un largometraje tras buenas apariciones en televisión y teatro. Muchos recordarán a esta actriz y bailarina por su papel en la miniserie de "El Cuerpo en Llamas" sobre el crimen de la Guardia Urbana. En este viaje, sin embargo, Bedmar interpreta a una joven novicia que llega a un convento en pleno apogeo del franquismo. El simbolismo de la religión ha sido siempre un tema central en el género del terror, pero Plaza -como también Balagueró en muchas de sus obras- consigue explorar los matices sin caer en clichés, aportando una perspectiva nueva a unos escenarios masticadísimos.

Primero, el metraje avanza a través de las dudas de Narcisa, que cuando era pequeña fue bendecida con la visión de la Virgen, y ahora sufre una crisis religiosa en los cimientos de su propia existencia. Luego, transcurre a través del convento en el que comienzan a pasar cosas realmente extrañas. Con esta dualidad, el director valenciano se adentra en un viaje terrorífico gracias al guion de Jorge Guerricaechevarría, lleno de momentos clásicos de tensión y terror, en los que el espectador sufrirá la claustrofobia de las paredes frías, blancas y faltos de vida que rodean todo el complejo. Aun así, Guerricaechevarria, uno de los clásicos guionistas para el reconocido cineasta Alex de la Iglesia, también regala perlas cómicas al espectador.

Poco a poco descubriremos que las monjas esconden secretos de un período funesto -el del asalto a los conventos por parte de los republicanos, algo significativo que se escenifica con la barbarie- que se vertebra en dos ejes: la defensa de la maternidad en la peor de las circunstancias (¿qué hay peor que acabar siendo madre en un convento de monjas radicales en pleno franquismo?) y la búsqueda de la fe que permita a la protagonista volver a creer.

De ritmo pausado, con pocos sustos y golpes baratos, el guión es solvente, pero sencillo. No es terror experimental -movimiento a la vanguardia del género actual- ni tampoco es una película de serie B. Es un clásico en estado puro. Plaza, juguetón, utiliza los simbolismos y elementos del convento para vertebrar esa sensación de ahogo, de persecución, de opresión y secretismo. Cuesta muchísimo no hacer comparativas con las diversas obras modernas de terror que se han construido en torno a las monjas, e incluso con los filmes anteriores de Plaza, pero la película entretiene hasta el final. Bedmar se consolida como una gran promesa cinematográfica, pero la aparición de Almudena Amor -una protagonista recorriente de las películas del valenciano- eleva la actuación general de Hermana Muerte. Mención de honor con letras de oro para el conjunto de niñas que aparecen en la película.


Plaza es un artesano del cine de terror clásico, enamorado de ciertos elementos que salen recurrentemente en sus obras -habría que estudiar con profundidad el uso de los eclipses en sus películas, algo que también repite Balagueró-, pero Hermana Muerte no tiene el efecto que provocó Verónica. Explorar la historia anterior de la monja abuela y ciega que aparece en el filme de 2017 es una buena idea, pero podría haber resultado en una historia mucho más interesante. Intentar llenar los vacíos de la historia original no era del todo necesario, pero tampoco es un hecho sobrante. Sin embargo, la película puede derivar en varias lecturas: la más superficial, de entretenimiento, que ni decepciona ni enamora; y la que provoca mayor repulsión o debate, en torno a la figura de las monjas, del secretismo, de la posguerra, de las violaciones a los conventos o de la maternidad. La venganza, entendida desde la rabia o desde la justicia divina, es otro factor interesante que se desprende de la historia.
VictorRodrigo
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