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España España · Somewhere Far Beyond
Voto de Richy:
5
Drama Álex (Inés Efron) es una singular adolescente de quince años que esconde un secreto. Poco después de su nacimiento, sus padres, Kraken (Ricardo Darín) y Suli (Valeria Bertuccelli), decidieron dejar Buenos Aires para vivir, aislados del mundo, en una cabaña de madera a orillas del mar. Lo que pretendían era que su hija creciera libre de cualquier tipo de prejuicios, protegida y feliz, hasta que llegara el momento de decidir qué camino debía seguir. (FILMAFFINITY) [+]
25 de septiembre de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de planteamiento novedoso e interesante por lo delicado del tema, pero tan fría como las aguas del Atlántico.

Se cuenta, o más bien se insinúa, la historia de un chico, Álex (Inés Efron), que vive con sus padres en una casa apartada. Tiene una característica muy singular, apenas escondida en el título del filme, por la que sus padres quieren protegerle de los comentarios de la gente hasta que él mismo tome sus propias decisiones. Sí, hablo de Álex en masculino porque, a pesar de que es un personaje interpretado por una mujer, el síndrome que padece sólo afecta a los hombres (ese cromosoma X de más).

Pero cuanto más se esconde uno, más te busca la gente, y unos inoportunos amigos de la familia los van a visitar. Con ellos, viene Álvaro (Martín Piroyansky), un imberbe adolescente que descubrirá lo especial que es Álex. Mientras tanto, los padres de Álex, especialmente Kraken (Ricardo Darín), se sienten incómodos con la visita pero no lo dejan traslucir, aparte de algún que otro comentario entre ellos.

Filmada con indudable maestría y lirismo por Lucía Puenzo, “XXY” es un ejercicio de miradas perdidas con el omnipresente océano de fondo, miedos insuperables de sexualidad reprimida, y… pero ¿qué estoy diciendo? Todo eso está muy bien, hay que agradecerle a Puenzo su valentía a la hora de tratar un tema casi tabú y pocas veces tratado, pero no se puede limitar tanto a aguantar un misterio que ya es desvelado con sólo conocer el título de la película, y hacer de ello el motivo principal del guion. Se juega demasiado al escondite, sobre todo durante la primera mitad, pero el juego no tiene emoción si ya conocemos el resultado de antemano. El resto son sólo florituras, bien escenificadas con ese maravilloso tono azul marino con el que se consigue incluso respirar la sal de la brisa, pero con emociones muy escasas.

La relación que mantienen los dos jóvenes protagonistas es casi un monólogo de una expresiva Inés Efron frente a un embobado e insípido Martín Piroyansky. Como siempre, Ricardo Darín es el único que parece transmitir algo de drama en una película que está muy bien ambientada, bonita de ver en su evocador marco de un omnipresente mar, pero que no consigue llegar a sensibilizar a nadie con su historia de amor heterodoxo. Por no tener, no tiene ni final.

El mar siempre llama, como recordándonos a cada momento su influencia en lo más íntimo de nosotros, pero es lo único que llama durante hora y media.
Richy
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