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Voto de Richy:
12.515
Fantástico. Aventuras. Acción
Finales del siglo XVI, principios del XVII. Cuento épico (basado en un personaje del creador de Conan) cuyo protagonista es un soldado que vive atormentado por sus actos del pasado y que busca la redención luchando contra un siniestro poder que amenaza su reino. Solomon Kane es un guerrero puritano cuya única meta en la vida es terminar con la maldad en todas sus formas. Sus aventuras lo llevan desde los oscuros submundos de las ... [+]
27 de febrero de 2013
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Será por la estética, por el espectacular tráiler, por ser un personaje de Robert E. Howard, creador de Conan… “Solomon Kane”, lamentablemente, promete más que ofrece.
Está ya todo muy visto y trillado en “Solomon Kane”. Tras un comienzo rompedor, el filme de Bassett es un compendio de aburridos y predecibles convencionalismos sobre un héroe, atormentado por haber vertido ríos de sangre en el pasado, y que ahora quiere redimirse siguiendo los mandamientos de Dios, evitando las peleas aunque lo inflen a toñas, y poniendo caras de mártir hasta que los sucesos lo obligan a volver a las andadas.
La historia no es más que otra excusa para mostrar la épica lucha entre el Bien y el Mal, encarnados en dos personajes antagónicos bien definidos. El mundo que rodea a Solomon se sumerge más en el Mal, con ese aire gótico y gris de los lluviosos campos de la Inglaterra del siglo XVII y con esas vestimentas anchas con sombreros picudos.
El concepto “espada y brujería” conlleva más amplitud que el mero hecho de poseer una banda sonora épica, una estética característica o una historia de tintes legendarios. No hay más que echar un vistazo al “Conan” (1982) de John Millius, o al “Excalibur” (1981) de John Boorman, por no hablar de la “Trilogía del Anillo” de Peter Jackson; todos ellos verdaderos representantes del género. Aunque se le reconozca una buena factura y una cuidada escenografía, “Solomon Kane” no es más que un mero entretenimiento para pasar la tarde de domingo.
La cinta hubiera ganado enteros si hubiera dedicado más tiempo a las escenas de lucha, ya que la historia atormentada de Solomon no llega a interesar al espectador más que para mantenerle alerta de cuando acaba la paciencia del personaje. Tampoco ayuda el hecho de que las pocas escenas de acción que hay son muy confusas, con rápidos movimientos de cámara que más parecen estar ocultando deficiencias que intentar dar mayor fuerza a las escenas.
En cuanto a las interpretaciones, James Purefoy intenta hacer lo que puede y no se le ha de negar una cierta versatilidad. También destaca el inolvidable Max Von Sydow en un pequeño papel, al igual que el siempre acertado Pete Postlethwaite.
Olvidable.
Está ya todo muy visto y trillado en “Solomon Kane”. Tras un comienzo rompedor, el filme de Bassett es un compendio de aburridos y predecibles convencionalismos sobre un héroe, atormentado por haber vertido ríos de sangre en el pasado, y que ahora quiere redimirse siguiendo los mandamientos de Dios, evitando las peleas aunque lo inflen a toñas, y poniendo caras de mártir hasta que los sucesos lo obligan a volver a las andadas.
La historia no es más que otra excusa para mostrar la épica lucha entre el Bien y el Mal, encarnados en dos personajes antagónicos bien definidos. El mundo que rodea a Solomon se sumerge más en el Mal, con ese aire gótico y gris de los lluviosos campos de la Inglaterra del siglo XVII y con esas vestimentas anchas con sombreros picudos.
El concepto “espada y brujería” conlleva más amplitud que el mero hecho de poseer una banda sonora épica, una estética característica o una historia de tintes legendarios. No hay más que echar un vistazo al “Conan” (1982) de John Millius, o al “Excalibur” (1981) de John Boorman, por no hablar de la “Trilogía del Anillo” de Peter Jackson; todos ellos verdaderos representantes del género. Aunque se le reconozca una buena factura y una cuidada escenografía, “Solomon Kane” no es más que un mero entretenimiento para pasar la tarde de domingo.
La cinta hubiera ganado enteros si hubiera dedicado más tiempo a las escenas de lucha, ya que la historia atormentada de Solomon no llega a interesar al espectador más que para mantenerle alerta de cuando acaba la paciencia del personaje. Tampoco ayuda el hecho de que las pocas escenas de acción que hay son muy confusas, con rápidos movimientos de cámara que más parecen estar ocultando deficiencias que intentar dar mayor fuerza a las escenas.
En cuanto a las interpretaciones, James Purefoy intenta hacer lo que puede y no se le ha de negar una cierta versatilidad. También destaca el inolvidable Max Von Sydow en un pequeño papel, al igual que el siempre acertado Pete Postlethwaite.
Olvidable.
