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El Salvador El Salvador · Klendathu
Voto de Especialista Mike:
9
Drama El 20 de enero de 1942, líderes del partido nazi y oficiales del gobierno alemán mantuvieron una reunión secreta en las afueras de Berlín para planificar la llamada "solución final", es decir el exterminio de los judíos. Esta película es una recreación histórica de la Conferencia de Wannsee, presidida por Reinhard Heydrich, general de las S.S. y máximo responsable de la seguridad del Tercer Reich. (FILMAFFINITY)
11 de abril de 2011
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
“La solución final” se rodó en la misma mansión donde una conferencia puso en marcha el Holocausto. Y dura lo mismo que aquella: 96 minutos. A pesar del corsé de la veracidad histórica, la película narra algo más que una simple reunión.

Narra un conflicto de poder. Tenso desde el inicio. Ante la pregunta, un SS responde que las reuniones son “para consolidar el poder”. Por un lado, los intereses de burócratas y políticos para conservar sus menguadas prerrogativas jurisdiccionales. Por otro, la presión de las SS de militarizar por completo el Estado nazi. Una presión personificada en el general Heydrich (Kenneth Branagh).

Lo apasionante es el impecable retrato psicológico. Heydrich, “el carnicero de Praga”, está caracterizado con aires de aristócrata. Ostenta buen gusto. Declara con carisma querer llegar a un “acuerdo”, aunque trata a sus interlocutores como sirvientes a los que hace callar. Y a los de mayor rango y prestigio los somete con sonrisas de elocuente amenaza. Y eso que Schubert le rompe el corazón.

La reacción de burócratas y políticos ante el desprecio de Heydrich es también significativa. Se reprimen. Agachan la cabeza. Y a quienes se oponen, Stuckart (Colin Firth) y Kritzinger (David Threlfall), Heydrich les “ruega una disculpa”. Al resto les queda el estupendo servicio, sonreír a la única muchacha del lugar (una dama de servicio) y disfrutar de los cigarros y el vino, “como hacen los directores de IG-Farben”. Consuelos pequeñoburgueses.

Discusión sólo en apariencia, porque la decisión está ya tomada de antemano, los argumentos en contra de la “evacuación” son fútiles. Tanto frente al respeto a la legalidad como a la conveniencia laboral para la economía bélica, el Holocausto se manifiesta como “más que una guerra”… “como un caos”. La irracionalidad absoluta del mal.

En esta infernal reunión, el mundo se pone al revés. Las palabras enmascaran la verdad. “Aprendí a desconfiar de las palabras”, observa Lange (Barnaby Kay). Aquí, “acuerdo” significa imposición. “Evacuación”, asesinato. “Legalidad”, segregación. “Plan cuatrienal”, esclavitud. “Ruego que me disculpe”, una amenaza. La “intolerancia al cigarro” de Hofmann (Nicholas Woodeson) encubre su horror ante la revelación de que los cuerpos “se vuelven rosa”. Lange, un abogado justamente convertido en SS, lo resume perfectamente: “Un fusil dice lo que piensa”.

Los augurios no pueden ser más sombríos para Kritzinger: “Pronto oscurecerá aquí”. Y de nuevo, la respuesta tampoco puede ser más irónica: “No se preocupe, doctor, para primavera todo habrá mejorado”.



Película infravalorada. Reparto y puesta en escena teatral y bien efectuada. Guion inteligente, frases contundentes y personajes notablemente definidos. Recomendable para aquellos a los que les interese el tema de la “banalidad del mal”.
Especialista Mike
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