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España España · san sebastian
Voto de jerl:
9
Drama. Cine negro Charles Castle, un actor de Hollywood muy exigente consigo mismo, no está satisfecho de sus últimas interpretaciones. Por eso, cuando un productor le hace una tentadora oferta que él considera que dañaría su reputación, la rechaza. Pero el productor lo chantajea, amenazándolo con revelar hechos de su pasado que empañarían más su prestigio que el papel que le ha ofrecido. (FILMAFFINITY)
14 de noviembre de 2023
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Las películas de Robert Aldrich son desagradables, sucias, y dejan un poso amargo detrás de ellas. Es lo que sucede con The big knife, una de las películas más intensas, dramáticas y crueles sobre el mundo de Hollywood y sus turbios secretos, infinitamente superior a Cautivos del mal (1952) o a Dos semanas en otra ciudad (1962) de Vincente Minnelli.

Jack Palance, el protagonista, es un ser brutal, un Meat Loaf del cine. Su rostro plano, su nariz partida, sus potentes pómulos, sus brazos hipertrofiados y su considerable corpulencia hacían de él un villano perfecto, y además un villano cruel y encanallado, como Richard Kiel en La espía que me amó (1977) o en Moonraker (1979).
Ida Lupino fue una estrella luciente en el parnaso hollywoodense. Inglesa de nacimiento, por estas fechas ya había adquirido la nacionalidad estadounidense y se había casado con el guionista Collier Young. Especializada en los papeles de prostituta y chica mala, pronto triunfó en el cine negro, pero su carácter y la firmeza de sus convicciones la enfrentaron a Jack Warner y acabó en el paro. Durante ese tiempo se interesó por la dirección y junto con su marido creó una productora independiente. Con esta dirigió seis películas, escribió o coescribió cinco, actuó en tres, y coprodujo una. Su pretensión era contar historias realistas, pegadas a las vicisitudes de la gente más desfavorecida, con temas como la prostitución, la bigamia, la violencia y las injusticias sociales. Tras su segundo divorcio se casa con el actor Howard Duff y realiza The Hitch-Hiker, (1953), única película de cine negro dirigida por una mujer en esta época.

La película va de un actor llamado Charlie Castle (Jack Palance), una estrella de Hollywood en horas bajas, mujeriego e intenso, que tiene ante sí la disyuntiva de firmar un nuevo contrato con su eterno productor Stanley Hoff (Rod Steiger) o recuperar a su mujer, Marion (Ida Lupino), de la que está separado.

Charlie arrastra un inabarcable sentimiento de culpa tanto por las infidelidades que ha perpetrado como por una muerte por accidente cuando conducía borracho por Beverly Hills.

La película transcurre en su mayor parte en el interior de un sofisticado chalet, al estilo Vandamm house, de la famosa North by Northwest (1959) de Hitchcock. Por este escenario van desfilando un intenso elenco de secundarios: una sirvienta, un mayordomo, el entrenador personal, una periodista demasiado entrometida, un empleado del estudio, y su encantadora mujer Marion, que inesperadamente baja las escaleras de caracol que conducen al dormitorio y le salva a él de un complicado interrogatorio.

Ida Lupino toma el rumbo de aquel otro personaje (Anna) que había interpretado unos años atrás en Marea de luna (Moontide) (1942), donde encarna a una prostituta sumisa que se enamora de Bobo (Jean Gabin), un estibador portuario brutal y desconsiderado, con el que se va a vivir a una cabaña inmunda en un muelle atacado por las corrientes y la brume marina. Esta película estuvo a punto de hacerla el mítico Fritz Lang, pero su enemistad manifiesta con Jean Gabin (le había birlado recientemente al objeto de su deseo: Marlene Dietrich) lo hizo imposible.

No menos brutal es Rod Steiger en su papel de Stanley Hoff, el productor de cine despiadado, al estilo del relamido Louis B. Mayer o el mítico Harry Cohn. Con terribles admoniciones obliga a Charlie a renunciar al amor de Marion y firmar un nuevo contrato. Su aparición, breve pero intensa, deja un poso que se transluce a lo largo de todo el metraje y condiciona la acción de manera formidable.

Robert Aldrich fue un director poco común. Se inició en los estudios RKO y trabajó con los mejores, pero su ambición le llevó a la dirección y sus películas pronto destacaron por su crudo uso de la violencia y su crítica demoledora al sistema de Hollywood. Esto condujo a la confrontación con sus jefes y acabó siendo despedido. Sin embargo, como era sobrino de John D. Rockefeller Jr., se repuso enseguida y comenzó a producir sus propias películas. What Ever Happened to Baby Jane? (¿Qué fue de Baby Jane?) de 1962 y The Legend of Lylah Clare (1968) fueron dos de ellas, aunque nunca consiguió destacar demasiado ni recibir un Oscar de Hollywood, obteniendo solo algunos premios secundarios en Europa.

En cuanto a Jack Palance, al que Aldrich había sacado de sus papeles de bruto y secundario encanallado, no consiguió el ansiado estrellato y acabó sus días en Europa, haciendo películas se serie B, C, D y V. Solo Jean Luc Godard, otro outsider del sistema, lo rescató brevemente para coprotagonizar Le Mépris (El desprecio) de 1963, junto con Brigitte Bardot y el chalet de Curzio Malaparte, en Capri. Pero ya nunca más volvió a brillar y se arrastró por lo peor del cine de bajo presupuesto, poniendo siempre la otra mejilla, hasta que en 1992 los miembros de la Academia de Hollywood le otorgaron un vergonzante Oscar al “mejor actor secundario”. Triste humillación.

JERL, triste y encanallado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jerl
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