Iba con expectativas a ver la última de Indiana (sobretodo después de oir que era el cierre perfecto para el personaje) y no pude acabar más decepcionado. Ni la película es buena, no queda nada de ese Indiana de las tres clásicas, y únicas que deberían tomarse en cuenta, ni es el cierre tan perfecto que dicen para el personaje. Incluso la cuarta película, tan denostada ella, es superior a esta. Al menos respeta el mundo Indiana y su cierre funciona maravillosamente bien al ciclo del personaje. En esta, y sin entrar en spoiler, se puede entender como un posible cambio de ciclo.

Tampoco voy a despreciar a una película que tiene momentos muy buenos. Al menos desde el inicio, con ese tren cargado de nazis y un Harrison Ford rejuvenecido por obra y gracia de los efectos visuales, hasta esa divertidísima persecución por Tunez con triciclos mas tuneados que los coches de Fast and furious es tan Indiana como todas las anteriores. Incluso algunos momentos bajo el agua (los dos barcos. Muy Hitchcock ella) son muy buenos. Pero a partir de ahí pierde interés y, salvo momentos contados, no hay nada que pueda recordar.

Tampoco juega a su favor la excesiva duración, mal del que pecan en la actualidad la mayoría de películas.

Interesante si resulta el acompañamiento de Indiana por su ahijada, esa actriz de nombre tan aristocrático inglés y que es muy resultona.

Por último, y me dejo cosas, se habló de un final super emotivo con lagrimones de algunos críticos profesionales y hartura de llorar que leí en estas páginas, y no pude sentir en ningún momento esas emociones que mencionaban.

En resumen, sacando algunos buenos momentos, la película me dejó frío.