El azar, el destino o el buen ojo de las distribuidoras ha hecho que la fecha de estreno de dos de las películas más esperadas sea la misma. Asi, Barbie y Oppenheimer están dando mucho que hablar, llenando los cines y haciendo que críticos y prensa especializada se empeñen en dejar en peor lugar a una para ensalzar a otra con frases tipo "La que es gran cine es esta". Como si hubiera que elegir entre mamá y papá.

Mientras una es un drama, casi una película de terror, que no te suelta en sus tres horas y que se convierte en la mejor película de su director, la otra es una comedia divertidísima y con más mala uva de lo que me esperaba,

Mientras en una destaca un Cillian Murphy, y sobretodo, un Robert Downey Jr que ya debiera ir haciendo sitio para poner la estatuilla, en la otra hay unas interpretaciones geniales de Margot Robbie y, en especial, un Ryan Gosling mas payaso que nunca y con una absoluta falta de sentido del ridículo que debieran ser recompensado con nominaciones a los oscars.

Mientras una nos traslada al lugar donde nació la bomba atómica, la otra nos transporta a un detallado mundo de muñecas, y que me imagino lo bien que se lo pasaron construyéndolo.

Mientras una es un alegato antinuclear. Un destructor de mundos que nunca debió de existir, la otra es un alegato feminista con suficiente carga crítica: "No todas las noches debieron ser noche de chicas".

Con lo dicho y, en caso de elección entre Papá Oppenheimer y Mamá Barbie, yo me quedo con los dos.