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España España · Pamplona
Voto de Telefunken:
10
Animación. Musical. Fantástico. Infantil Todo un clásico de la Disney, una colección de interpretaciones animadas de grandes obras de música clásica. En "El Aprendiz de Brujo" (P. Dukas), Mickey Mouse, discípulo de un mago, se mete en un gran embrollo, pues sus conocimientos de magia son muy limitados. "La Consagración de la Primavera" (Stravinsky) cuenta la historia de la evolución, desde los seres unicelulares hasta la extinción de los dinosaurios. "La Danza de las Horas" ... [+]
9 de julio de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo suelo decir que la estética de la música y la estética cinematográfica están condenadas a ser incompatibles, y me reafirmo con cada nueva película que vuelve a tirar de temas sempiternos (sacados de las 'Variaciones Goldberg' de Bach, de alguna sonata para piano de Beethoven o de cualquier otro sitio) para poner los pelos de punta al espectador, aunque sea a costa de tomar un movimiento aislado de una obra determinada y mutilarlo hasta disponer de un par de minutos con los que alimentar el efectismo. A los responsables de ese tijeretazo les da igual el origen de esa música, las intenciones del compositor, el discurso musical que subyace a la misma, su repercusión histórica; lo único que les preocupa es aplicar unos cuantos compases resultones para expresar lo que no consiguen mediante la imagen. En estas circunstancias, la excepción más digna la representaría Stanley Kubrick, cuyos préstamos musicales casi siempre solían presumir de una justificación de fondo (la Obertura del Zarathustra de R. Strauss, por ejemplo, enlaza con el fundamento nietzscheano de la epopeya de Kubrick).

Por eso no me gustan las producciones en las que se ignora la estética de las piezas musicales empleadas (vinculada a un honrar a Dios, a la imitación de la naturaleza, a la expresión de lo inexpresable, a la pregunta por lo que no es y puede ser, etc.), en las que la música queda neutralizada y subordinada a algo que le es completamente ajeno. Prefiero una BSO específicamente compuesta para X película, o, por pedir la luna, una película en la que la imagen esté al servicio de la música y no al contrario. En 1940, Walt Disney nos hizo ese regalo. Hombre atento a las vanguardias y la experimentación, puso en marcha un ambicioso proyecto en el que cada dibujo y animación buscaba proyectar el sentido de aquellas músicas, bien se tratasen de piezas descriptivas explícitas, menos explícitas, o de eso que algunos llaman 'música pura'. Semejante tipología resulta cuestionable, y lo de interpretar la 'Tocata y fuga en Re menor' de Bach una orquesta y no un órgano tal vez chirríe a los más ortodoxos. Sin embargo, nadie ha trasladado la 'música clásica' al cine de manera tan respetuosa y creativa. En 'Fantasía', se agrupan episodios para todos los gustos, unos más cursis y desfasados (en los que se hace visible un buen segmento del ideario de aquellos EEUU), otros que acarician la perfección y quedan para el recuerdo (Mussorgsky o Dukas) y unos cuantos muy logrados y sorprendentes para la época; porque no hay que olvidar el año de realización, 1940, antes de la creación del estado de Israel, antes de 'Ciudadano Kane', solo doce años después de 'La pasión de Juana de Arco'. Cuando nuestros padres ni siquiera habían nacido, ahí estaba Walt Disney, haciendo lo que antes nadie había hecho y nadie volvería a hacer hasta dentro de mucho.
Telefunken
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