El cine iraní guarda unas muy reconocibles y generalmente bastante apreciables señas de identidad: siguiendo la senda del venerado Kiarostami, cada vez hay más precocidad en los cineastas de aquellos lares y hasta las mujeres inician carreras cinematográficas. Tal es el caso de la joven de solo 19 años Hana Makhmalbaf. La joven directora aplica la austeridad, la sencillez y el sentido común para contarnos la que en muchos otros países pudiera ser un anécdota pero que en sitios como Afganistán es una odisea: la que emprende una niña afgana de seis años que solo desea ir a la escuela para aprender cosas bonitas y que no encuentra más que obstáculos, a partir del uso de metáforas, dónde los niños juegan a la guerra embebidos de la violencia (talibán o americana, lo mismo da), y las tradiciones y el fundamentalismo religioso esquinan, cuando no anulan, el desarrollo humano. Muy bien la niña y la dirección de unos actores que dudó sean profesionales. Ya quisieran mucho cineasta de renombre y con la buchaca llena de dólares saber dirigir y hacer cine como esta joven de ¿19 años!.