Thomas Pynchon pasa por ser uno de los escritores más carismáticos e inadaptables de la novela americana y Thomas Anderson uno de los popes del cine USA, de ponderable talento e ingenio. Pues con "Puro vicio" ofrece uno de los más irritantes y vacuos ejercicios de nada, con una maraña de pseudopersonajes narcotizados y que narcotizan la pantalla en este presunto retrato de una época de drogas, paz (falsa) y amor libre, esquinado al cine negro, aquí prácticamente aniquilado tal es la medianía petulante de lo ofrecido. Engreída y errática, en su aparente complejidad/profundidad, una lisérgica materia irritante interminable que juguetea con el espectador y resulta un calvario estúpido con un Phoenix que hace lo que puede con su insoportable personaje. Es mala. Así de claro.