A medida que iba sufriendo esta película mi incredulidad inicial fue dando paso a la perplejidad, luego a la indignación, después a la vergüenza ajena y finalmente al alivio por que sólo me costara el euro con sesenta y cuatro de la compra por taquilla del Digital. Recuerdo que en el momento de su estreno esta película recibió buenas críticas. ¿Por qué?
Las situaciones son esperpénticas (unos números musicales de bochorno), con una trama ridícula que pretende hilarse en torno a una ocurrencia previsible que da pie al desarrollo de los personajes más simples, mal trazados y peor interpretados que recuerdo. Por cierto, que en algún momento alguien deberá alzar la voz para hacer saber a quien corresponda que en el cine es importante que a los actores se les entienda cuando hablan. Bien es cierto que, en este caso, casi es de agradecer que los jóvenes ¿intérpretes? farfullen sus diálogos. Eso que nos ahorramos.
Incluso Antonio de la Torre está desubicado en su papel, lo que ya debería ser suficientemente penado por el tribunal de justicia cinematográfico.
En fin, creo que cualquier capítulo de Los Serrano u otra serie española se convierte en El Padrino en comparación con este bodrio absolutamente intragable.