El hombre sin pasado

El hombre sin pasado, la última película del director Lee Jeong-Beom. Avalada por la crítica internacional, ha recibido diversos galardones en Corea del Sur. El título invita a indagar el porqué de dicho nombre, y a medida que se descubren los entresijos de este thriller policíaco, el espectador va descubriendo a un protagonista frío y solitario (Tae-Shik) con un pasado largo e intenso que quiere olvidar, reconvertido en un prestamista del tres al cuarto cuya única amiga es una niña de diez años, So-mi, una ladronzuela de barrio cuya madre, que se dedica a la prostitución, apenas está en casa.

Cuando la madre se ve involucrada en un intercambio de drogas que implica a una mafia surcoreana, con contactos de las mafias china y vietnamita, ésta decide secuestrarla a ella y a su hija, lo que obligará a Tae-Shik a lanzarse en una misión por recuperarlas cueste lo que cueste. No sólo él está interesado en encontrar a sus secuestradores, también la brigada antidroga de la policía, que lleva tiempo detrás del grupo sospechando que sus actividades van más allá del tráfico de drogas. Poco a poco se descubre que también se dedican a la prostitución, al tráfico de niños y a la venta de órganos.

Jeong-Beom, quien además de dirigir ha escrito el guión, presenta una historia sólida que desprende tensión y una estética bien cuidada. Pero además de eso, la película ofrece un sinfín de acción con varias dosis de violencia. Da igual si es en un campo de golf, en un parking o en los baños de una discoteca. Cualquier sitio es bueno para sacar las armas y liarse a tiros. Alguien puede pensar en la similitud con Kill Bill I (Quentin Tarantino, 2003), en la escena de Uma Thurman luchando, katana en mano, contra los “88 Maníacos”, en la última pelea de la película. A falta de katanas, pero con artes marciales de por medio, el director coreano regala al espectador una magistral puesta en escena de lucha con cuchillos.

Si hay algo que sobra en la trama es el personaje del subinspector de policía. Su papel no es relevante, más bien de relleno. Si bien su actitud es la de alguien bonachón y torpe, sus acciones cómicas pueden dejar alguna carcajada, pero hace cojear una historia bien montada.

Muy destacable, tal como aclamó la crítica, es la actuación de Kim Sae-Ron (So-mi), que a pesar de su corta edad plasma ante las cámaras una gran madurez artística. La actriz, que ya debutó en la franco-coreana A Brand New Life (2009), ha sido una de las actrices más jóvenes en desfilar por la alfombra roja de Cannes. Su papel en El hombre sin pasado recuerda, y mucho, al de la protagonista de la película El fuego de la venganza (2004), razón por la cual la han llamado la próxima “Dakota Fanning coreana”.

Tras presentarse en la Mostra de Valencia y en la Casa Asia Film Week de Barcelona, habrá que ver si la cartelera española responde tan bien como lo ha hecho en el extranjero. El hombre sin pasado llegó a ser un récord absoluto de taquilla en Corea del Sur, donde alcanzó más de de seis millones de espectadores, superando a grandes títulos de producciones como Origen o Iron Man 2.

A diferencia de otras coreanas del mismo estilo, esta no me ha hecho mucha gracia. Tiene buenos momentos, pero pocos, y todo es muy predecible. Se deja ver, sobre todo si te gusta el género, pero para mi es algo floja y previsible.

Me sumo a la lista de usuarios que somos capaces de confesar que una película así, como la coreana "El hombre sin pasado", la hemos visto mil veces en otros lados, la hemos sufrido por contar con el típico actor guapo que siempre sale de todos los problemas y finalmente la hemos criticado salvajemente. Llega la coreana y no, es diferente, muchos dirán que es demagogia, que es porque no es de Hollywood y punto. Pero no, como bien explican mejor que yo otros usuarios hay un tratamiento más allá del entretenimiento, hay una huella de cine de verdad en forma de detalles cuidados, cosas que nos van colando y consiguen que finalmente no sea un producto más empaquetado y artificial como los hechos en Hollywood.

Funciona mejor porque hay ganas de entretener pero no se olvida de ciertos recursos, en forma de sensibilidad con una uña pintada, con la música que hace que una lágrima salga de los ojos y podamos creérnoslo sin complejos, historias personales de actores secundarios que tienen su propio protagonismo, no son meros comparsas al servicio del protagonista. Ya sabemos que el protagonista saldrá de todas las encerronas planteadas, sabemos que encontraremos más violencia cuando parece imposible y que veremos rizar el rizo con giros y más giros. Pero aquí es todo diferente, no es sólo puro espectáculo, aunque la historia de venganza ya esté resobada y la relación niña adulto más vendida en Hollywood desde hace décdas.

Funciona mejor, en Corea del sur, con actores físicamente parecidos para nosotros (menuda estupidez si fuera leído por un oriental) porque la sensación no es que te la hayan clavado. Insisto, hay quienes hablan mejor de esas diferencias con Hollywood, yo soy sólo un espectador de sofá que se ha hinchado a palomitas y ha quedado encantado de no haber visto un producto prefabricado asqueroso de esos que salen cada año millones con actores guapos sacados del mismo molde.

Típica película de secuestros pero coreana, lo que conlleva bastante artes marciales -y menos disparos que una americana- y más gore. Pero la trama es muy simple, y el resultado tampoco es nada del otro mundo.

La acción no está mal, pero he visto producciones mucho mejor rodadas como 'The Raid' o 'The Night Comes For Us', además en el propio año 2010 se puede encontrar otra película parecida -y a mi juicio mucho mejor- 'Encontré al diablo'.

Si tenéis claro lo que os vais a encontrar, es muy recomendable para pasar una buena tarde, pero siempre que las expectativas no sean demasiado altas pues cae en el tópico y la previsibilidad.

El cine coreano es incombustible. El mejor cine que se está haciendo en la actualidad procede de este país.
Supongo que nos lo parece porque las películas parten desde otra filosofía. Fusionan perfectamente las buenas interpretaciones, moralejas contundentes, acción trepidante, mimo en los detalles técnicos, un humor característico y una historia que evoluciona constantemente. En este film se cumple todo al 100%.


La historia de este film ya se ha contado tropecientas veces en la historia del cine (León el profesional, El fuego de la venganza, Safe, etc). No es nueva. Pero son los pequeños detalles que la hacen enorme. Las pequeñas diferencias que hace que se distancie de las demas películas que cuentan la misma historia.
En el cine coreano tienen la facilidad de definir los personajes. Por pequeño que sea el papel.

La única conexión del ex-agente especial Cha Tae-sik con el mundo es una niña que vive cerca de su casa. La madre de la pequeña trabaja para una organización mafiosa que se dedica al tráfico de drogas y le confía a él la mercancía. Cuando los traficantes se dan cuenta, secuestran a la madre y a la niña. Además, confunden a Tae-sik con un camello.

La auténtica fuerza de este film se encuentra en: la puesta en escena, el potente estilo visual, la calidad de las actuaciones, la elaborada atmósfera, la gran forma de rodar las secuencias de acción, la ambientación, y por supuesto, la tensión y atención que genera en el espectador. Pese a no mostrar nada nuevo en su argumento, tiene una profundidad que pocas cintas logran. Se me hace muy interesante ver que, a diferencia de otras películas de este género, los personajes están muy bien definidos, y muestran una evolución durante el metraje.

El cine coreano, como ya viene siendo habitual, sigue dándonos lecciones magistrales de lenguaje cinematográfico.

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