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Tráiganme la cabeza de Alfredo García

Acción. Aventuras. Thriller. Romance La hija adolescente de un rico hacendado mexicano se ha quedado embarazada. El padre es, al parecer, Alfredo García, un antiguo colaborador y amigo de la familia, por cuya cabeza se ofrece una recompensa de un millón de dólares. (FILMAFFINITY)
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Críticas 61
Críticas ordenadas por utilidad
31 de agosto de 2016
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran trabajo de Warren Oates y de Isela Vega. A su alrededor, varios de los habituales secundarios del director, que son otro espléndido sello personal. A todo ello, el pulso de Peckinpah le saca el máximo partido para narrar una historia escueta, seca y dura como los territorios y el sol de Méjico. Se podría imaginar esta misma historia rodada por otro director: la historia es buena y un buen director también le hubiera sacado partido, pero, sin duda, hubiera sido la diferencia entre un artesano competente y un genuino poeta irrepetible como Sam Peckinpah.

Los films de Peckinpah -estoy pensando también en "Grupo salvaje" y otros-, además de todo lo demás, tienen sabor y olor; huelen a pólvora, a sudor, a alcohol, a caminos polvorientos que cruzan pequeños pueblos de gentes pobres, a dolor muy interno, a buitres alados y buitres humanos, a la soberbia y mezquindad de los poderosos..., pero también hay pasión por la vida, recias lealtades y una idea arraigada en lo más hondo de los protagonistas, de justicia; sin invocar a la religión, pues no son religiosos, hay un algo muy profundo en ellos, el sentimiento, casi a su pesar, de lo que está bien y lo que está mal, que luego les conduce a un violento, destructivo y autodestructivo gran final.

Para algunos, la poesía es un recitado de frases coloridas, a veces con violines suaves de fondo; eso puede ser una forma válida, dependiendo del autor, pero la poesía es algo que no se puede definir, que sólo se siente a veces, que te huye si la buscas, que se tiene o no se tiene, y también puede haber poesía en un secarral con zopilotes y escorpiones por el que deambula un buscavidas. Igualmente, los que siempre ven en las películas la frase cliché de "en realidad es una historia de amor", en "Quiero la cabeza..." pueden decirlo más que nunca, pues, en medio de todo, hay un gran y verdadero amor del personaje de Oates por la prostituta cantante, con ladillas a veces y que va dejando de ser joven, interpretada por Isela Vega que, por cierto, ¡qué pedazo de actriz! Eloy de la Iglesia lo supo ver cuando la trajo para su mejor película: "Navajeros" (1980).

En fin, en “Quiero la cabeza de Alfredo García”, bajo la capa de un film de acción y una forma de Western, hay un arrebatador, hondo y sentido poema como nadie más hubiera sabido hacer. (Daniel Nieto Ureña)
Daniel
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22 de mayo de 2008
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta sí que es una de las muestras más representativas del cine de Peckinpah: violencia en estado puro, alguna dosis de sexo, unos cuantos tacos, personajes que actúan por puro instinto y una historia en la que lo de menos es la coherencia. Sin lugar a dudas, el antecedente inmediato del hiperviolento cine que vendría en los años posteriores con representantes tan afamados como injustamente reconocidos, entre los que cabría destacar el primer John Carpenter en los setenta y, sobre todo, Quentin Tarantino en los ochenta. Además, esta película introduce un toque gore-satánico que resulta bastante audaz para la época. Oates da a la perfección el tipo vividor sin escrúpulos, aunque con un rescoldo de moralidad, tan cínico como todo el espíritu de la película. Sigue aguantando el tipo, un cuarto de siglo después.
Shinboneniná
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18 de abril de 2007
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título es más literal de lo que en principio podría parecer, convirtiendo esa cabeza en la única y absurda disculpa para toda la violencia. Pero además de eso hay mucho más, sobre todo una historia de amor entre dos casos perdidos.

S. Peckinpah, volvió a hacer una película crepuscular, que parecía cerrar de nuevo varios géneros (western al sur de río grande, roadmovie sesentera polvorienta) cuando realmente se anticipaba a todas las tarantinadas que vendrían mucho después.
ZePequeno
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29 de septiembre de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sam Peckinpah fue todo un personaje, le dio a la coca y al alcohol que daba gusto, además era un putero misógino que dormía con una pistola debajo de la almohada y cuando se cabreaba se liaba a pegar tiros al aire, pero también fue un tío consecuente con sus ideas acerca del cine, que nunca se vendió a los cantos de sirena de Hollywood. La prueba es esta película, para mí posiblemente la más personal, la que refleja mejor su estilo y su modo de ver el cine, así como su personalidad.

Perdedores agarrados a una botella de tequila, coches desvencijados por polvorientas carreteras, moscas pegadas al sudor de la frente... sangre, polvo, sudor, pólvora, tequila y una guitarra. Sam Peckinpah en estado puro.

El argumento es el típico, puñado de perdedores en busca de un millón de dólares que terminen con su vida de penurias, solo que esta vez no se trata de un maletín o una bolsa con el símbolo del dólar $, el objeto de deseo es ni más ni menos que la cabeza de un pobre desgraciado, demandada por un todopoderoso señor de la droga, tras deshonrar a su hija.

Warren Oates está perfecto en su papel y nos deja para la posteridad unas escenas memorables, riete de Tom Hanks hablándole a un balón de voleibol, ya que definitivamente el protagonista se acaba haciendo amigo de la cabeza de Alfredo García, en unas escenas surrealistas que transforman su viaje hacia la riqueza y la prosperidad en una auténtica odisea cargada de violencia y locura.

Una road movie con tintes de cine negro ambientada en un decrépito paisaje mexicano perdido de la mano de Dios, un viaje al infierno, donde nuestro ambicioso protagonista tendrá tiempo para su propia venganza y redención.

Una obra maestra.
Ezequiel 25 17
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6 de junio de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues en el fondo, Sam Peckinpah, al que por la utilización del sexo femenino en sus películas todos coinciden en señalar como misógino, debía ser un individuo débil, capaz de perder la chaveta por cualquier mujer y no solo de una manera instintiva y animal, si no convirtiendo en poesía hasta los gestos y actitudes más sucios y degradados del ser amado. Al menos eso se trasluce de esta impactante obra modelada con polvo, sangre, moscas y tequila; y que deja una huella indeleble en el recordatorio cinematográfico de los buenos aficionados.
Sigue insistiendo el magnífico director en que lo que algunos denominan, con poco criterio, el sexo débil acarrea, al menos, tantos problemas como satisfacciones y es inevitable, y tal vez imprescindible, caer en la pegajosa e invisible red porque la vida sin ellas tiene aún menos sentido.

Coincido con algunos de mis ilustres colegas de FA, en estas catárticas labores del critiqueo, cuando hablan de la carga lírica que perciben en esta historia épica, pestilente y humana hasta las heces. Casi bíblica, diría yo, si no fuera porque el fuego purificador no baja del cielo, si no que sale de las ardientes entrañas de rifles y pistolas.
Sinhué
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