Misión de dos valientes

Parece una comedieta western, pero esconde un profundo drama. Parece una obra menor, pero redefine muchas cosas. Los salvajes no son tan salvajes, ni los civilizados tan civilizados. Las mujeres duras no son tan duras, las damas no son tan damas, ni las furcias tan furcias. Los listos son más tontos de lo que parecía, y los tontos más listos de lo que aparentaban. Por supuesto, el pragmático no es tan pragmático, ni el idealista tan idealista. Un juego de espejos constante en el que al final sólo importan dos cosas, dos: la amistad, el amor.

Una peli que empieza pareciendo sencillota y cuando acaba te ha parecido extraña, pero te deja flotando un millón de preguntas y reflexiones. Y eso señores, se llama GRAN CINE, a la altura sólo de quien es un genio absoluto, y pendiente de quien sepa ver más allá de las apariencias.

Como le ocurre a la mayoría, John Ford no podía estar todo el tiempo rodando genialidades como El hombre que mató a Liberty Valance, Centauros del desierto, La diligencia, ¡Qué verde era mi valle! o Las uvas de la ira. No podía estar siempre rayando la excelencia, porque, como todo ser humano, es capaz de flaquear. Y con Dos cabalgan juntos vaya si flaqueó.

Dos cabalgan juntos no es una mala película. Pero no es una de las de arriba, ni muchísimo menos. Y todo por un guion deslavazado, mal estructurado y que ni pincha ni corta. Tenemos unos 50 minutos iniciales prometedores, con un James Stewart i un Richard Widmark graciosillos, unos diálogos de réplica y contrarréplica a cuál más sagaz, construyéndote lo que crees va a ser un periplo increíble donde Stewart se humanizará más y Widmark se endurecerá algo más. PERO...

Ford nos cuenta la historia de un grupo de familias, quienes varios años después buscan a sus familiares "secuestrados", por una tribu de indios que ha decidido abandonar las armas. Para tal finalidad, es asignado el teniente Gary (Richard Widmark), el cual se ayuda de un servidor de la ley muy especial, Guthrie McCabe (James Stewart), quien pese a llevar una estrella, no tiene demasiados escrúpulos si puede obtener algún beneficio a cambio. Tal vez reprobremos su actitud, pero no lo es menos la del ejército como habremos visto unos minutos antes.

Ford articula el film en torno a la diferencia de caracters de ambos protagonistas. El teniente Gary es un militar de "manual", de los que cumplen las órdenes a rajatabla, mientras que McCabe, es un hombre que ya ha entrado en edad madura, y que se mira todo con cierto escepticismo. La interrelación entre ambos personajes (estupendamente interpretados tanto por Stewart como por Widmarck respectivamente), nos ofrece momentos divertidos no exentos de una profunda ironía.

Sin embargo, bajo ese tratamiento aparentemente ligero, subyace una mirada amarga y pesimista. No sólo por la incertidumbre de localizar localizar a unas personas que fueron criadas al estilo indio desde que eran pequeños, sino también por la forma que tiene de ilustrarnos al grupo de colonos. Los resultados serán bien diversos, pero las connotaciones negativas estarán en esta ocasión más del lado de los blancos, mucho más instalados en cierta hipocresía social, y el mantemiento de unos convencionalismos que les hacen despreciar totalmente todo lo que no conocen. Por su parte, los indios tienen un tratamiento diferente, ofreciendo claros matices entre ellos (los hay belicosos, los hay pacificistas), pero a los que Ford otorga una cierta dignidad que niega a los blancos, sirviéndose de la mirada de McCabe para esto. También intuimos un cierto respeto por la forma de vida de los indios, la cual es retrada desde el punto de vista de los blancos que estuvieron conviviendo con ellos sin acritud.

El film, pese a sus conclusiones, nos deja un regusto de amargura. Al final del camino, prácticamente ninguno de los familiares acaba consiguiendo lo que esperaba encontrar, y pese al tono irónico y desenfadado, no podemos evitar pensar en lo sucedido bajo un prisma bastante más "oscuro", acabando por asumir el punto de vista de McCabe, que es lo que Ford buscaba desde el principio. Se trata de un film que bajo una apariencia simple se esconden diversas lecturas, muy rico en matices. Es por ello, que no podamos evitar quedar enganchados en la historia desde el primer segundo, hasta el último. sin lugar a dudas se trata de un film que sólo está al alcance de grandes genios como lo fue John Ford.

Desde que vimos por primera vez esta cinta hace ya más de cincuenta años en el mítico programa "Cine Club" de TVE (en blanco y negro, por supuesto), nunca ha dejado de sorprendernos. Siempre hay detalles nuevos que antes nos habían pasado desapercibidos.
Se trata de un western que toca a la vez varios temas importantes: racismo, aculturación, familia, picaresca, hipocresía, milicia ... además de los tradicionales del amor, amistad, solidaridad, etc.
No vamos a entrar en ellos. Y no lo vamos a hacer porque nos parece más importante la magistral descripción de los personajes. La personalidad egoísta y aparentemente frívola del Marshal Guthrie McCabe (Stewart) que evoluciona a lo largo su cabalgada hasta adoptar un compromiso firme y crítico frente a hipocresía bienpensante. Es también el camino que recorre el teniente Jim Gary (Widmark) o el Major Frazer (McIntire), que dulcifican y suavizan su inicial rigidez castrense para ganar en capacidad de comprensión. O el súbito enfriamiento que experimentan los anhelos por recuperar a los familiares secuestrados por los indios al contemplar en lo que se han convertido. Toda una galería de personajes que cabalgan de un mundo a otro. Magníficos todos, como también los papeles de reparto: sargento Posey (Devine), el indio Stone Calf (Strode), Ole Knudsen (Qualen) o el aprovechado nuevo sheriff de Tascosa.
Como ocurre con los grandes personajes del cine o de la literatura, muchos de ellos han pasado del celuloide a la vida real y hoy los reconocemos en la vida cotidiana.
Guion, ambientación, música, fotografía y dirección impecables, con un fraseado de alto voltaje. Ahí van algunas perlas que destilan ironía: "¿Lee usted el pensamiento? -Con la mayoría de los hombres no es muy difícil", ¿Qué pueden robarle a un soldado?", o "Me sonríen mostrando los dientes, pero muerden con la mirada".
Una magnífica película a la que únicamente cabe objetar el olvido de los paisajes fordianos o el precipitado desenlace de escenas como la muerte de Stone Calf.
Comienza y termina la cinta anunciando la llegada de la diligencia con un monaguillo tocando la campana de la iglesia. Estamos de acuerdo con Ford, en asuntos delicados como los tratados en su obra "Únicamente Dios puede hacer de Dios".

Magnífica película con un reparto excepcional, una trama llevada a cabo magnífica (la escena de la conversación en el río es antológica), una música muy buena unos paisajes distintos y bellos al mismo tiempo y una reflexión sobre el racismo y sobre la cruda realidad que sólo un hombre con un parche en el ojo podía hacer.
John Ford (el director que imprime la leyenda).