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El tren de las 3:10

Western El azar obliga a un pobre campesino a sustituir al sheriff para escoltar a Ben (Glenn Ford), un peligroso delincuente, que es, además el jefe de una banda de temibles forajidos. Tras cometer un asesinato, Ben es apresado y escoltado hasta un pueblo, por donde pasa el tren que debe llevarlo a Yuma (Arizona) para ser juzgado. Mientras tanto, su banda prepara su rescate. (FILMAFFINITY)
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Críticas 36
Críticas ordenadas por utilidad
16 de noviembre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una época (años 1950-60) en que la mayoría de los westerns se rodaban a color, después de discutirlo con su cinematografista, Charles Lawton Jr., el director Delmer Daves, decidió rodar, <<EL TREN DE LAS 3:10>>, en blanco y negro. ¿Había una buena razón para tomar esta decisión?

Yo creo que sí, pues, en toda la historia se nota la añoranza por la verdadera justicia, por esa suerte de hombres de ley que, fieles a sus principios, se volvían incorruptibles. Dan Evans, está padeciendo una difícil situación económica a causa de la sequía. Su esposa y sus dos hijos, contra todo lo siguen amando porque saben que es un hombre bueno… pero, la necesidad de dinero hace que, Dan, vea el mundo gris, así que, por ganarse 200 dólares, se suma al requerimiento que hace, Butterfield, el recién asaltado dueño de la línea de diligencias, quien desea que el jefe de la banda, Ben Wade, al que han capturado, sea llevado hasta un pueblo cercano llamado, Contention, desde donde será trasladado luego a Yuma, en el tren de las 3:10 de la tarde, donde se espera sea juzgado por robo y asesinato.

Lo que ocurrirá desde entonces, recrea con eficacia el comportamiento de un delincuente astuto, seductor y capaz de sobornar hasta límites insostenibles (¿irrechazables?), más cuando ha conocido la situación en que vive el que ahora es su guardián.

Sirviéndose de ese gran actor que fuera, Van Heflin, el personaje de, Dan Evans, cobra un gran valor logrando expresar, más con su rostro que con sus palabras, lo que sentiría cualquier hombre de familia al verse en la situación que él se encuentra ahora. Junto a él -¡y en la suite nupcial del hotel del pueblo!- estará, Glenn Ford, quien como Wade, tendrá el encanto y la astucia con las que se convence fácilmente… y si no pregúntenle a la bella Emmy (Felicia Farr).

La salida que ofrecerá la trama no es resultado de un capricho, es más bien esa poderosa luz que advierte el que se encuentra en la oscuridad, y ante la que consigue sentir tanta admiración que es incapaz de resistirla.

Así las cosas, <<EL TREN DE LAS 3:10>>, es una historia ejemplar. El guion de Halsted Welles, basado en una historia de Elmore Leonard, nos remite inevitablemente a, “High Noon” (Fred Zinnemann, 1952), película alegórica también, en la que otro hombre de ley se encontrará solo frente a un grupo de malosos que pretenden acabarlo. Sin embargo, cada filme se inclina a lo suyo, pero, lo que más los une, es la eficacia narrativa con la que, cada director, ahonda en la psicología de los personajes y recrea la indiferencia social que es la que, comúnmente, facilita las cosas a los delincuentes.

No parece estar cercano, pero, sólo hasta el día en que, la honradez y la integridad ocupen el lugar que se merecen en toda sociedad, será cuando veamos la tierra reverdecer.

Título para Latinoamérica: <<EL TREN DE LAS 3:10 A YUMA>>
Luis Guillermo Cardona
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12 de marzo de 2022
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El diablo se divierte con el salario del miedo.
Van Heflin no quiere problemas. Bastante tiene con los suyos. Con otear el cielo buscando nubes que no llegan y con esquivar la mirada de los suyos que parecen creer que, Dios, debería emanar de su persona.
Es por eso que acepta el trabajo. No penséis otra cosa. 200 dólares por hacerse cargo del detenido y esperar la llegada del tren que habrá de conducirlo hasta Yuma.
Y el diablo es cruel y taimado ( furiosas escenas dramáticas de cómo se las gasta Glenn Ford), pero también es seductor y persuasivo ( significativo también cómo hechiza a las mujeres) y, a medida que el tiempo transcurre, despacio, en esa habitación de hotel donde están encerrados, el diablo tendrá mil y una oportunidades de minar la moral de nuestro héroe a su pesar.
No es el guion, esta vez, lo más meritorio de este film que deja bastantes flecos sueltos con respecto a determinadas acciones de los personajes, empezando por el propio Ford que se deja coger con una facilidad insultante quedándose sólo en la ciudad, ( sobre todo teniendo en cuenta lo inteligente y perspicaz que resulta ser después) o esa visita inopinada de la mujer de Van Heflin. También el ritmo de la acción resulta bastante moroso aunque eso queda compensado, en mi opinión, por la excelente actuación de los dos protagonistas que, literalmente, nos van a hipnotizar.
El uno, como sibilino diablo que silba la inolvidable melodía del film, acongojante preludio de la batalla interior que libra Van Heflin contra su miedo y, éste, con toda la fuerza de su rostro, trasladando al espectador las terribles zozobras que le afligen.
Pero me parece que la actitud moral de los personajes es ambigua durante toda la película. Y eso no sé si es un error de la peli o está hecho a propósito.
Ni Glenn Ford, obviamente, puede redimirse a nuestros ojos después de algunas de las escenas que hemos visto, donde deja palpable su total falta de escrúpulos, por mucha simpatía y acción final frívola ¿ o compasiva??? que muestre, ni Van Heflin puede convertirse en ningún héroe por derecho propio ya que sus últimas acciones parecen estar motivadas más por la recuperación de su propia dignidad ( aparte de que parece juzgar muy benévolamente a Ford), antes que por un sentido moral de integridad y de rechazo del crimen.( spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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5 de enero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buen Western, en mayúsculas, de los que siendo poco espectaculares en su puesta en escena transmiten sobriedad y madurez. Los culpables, los actores: Glenn Ford como el pistolero criminal que ha de ser llevado a prisión en el tren de las 3:10, y Van Heflin como el granjero que lo escoltará hasta él para cobrar la recompensa.

Narrativamente bien construida (si acaso, al personaje de la mujer de Van Heflin, aunque necesario, le sobran sus minutos hacia el final), sin ninguna sorpresa de guión ni grandes tiroteos ni escenas de acción mantiene bien el suspense, regido en todo momento por el duelo de miradas (más que de diálogos) y la presencia en pantalla de Ford y Van Heflin. Delmer Daves a la batuta cumple más que sobradamente y nos regala un estilo visual poco común en los westerns cincuenteros.

Solamente el final, que no desvelo, resulta un poco decepcionante, y no cumple las expectativas que los minutos finales prometen, a medida que se acercan las 3:10 y el tren a la estación. Pero la película se paladea con gran placer y desprende un agradable sabor a Western a caballo entre el género más clásico y el más moderno y crepuscular que habría de venir en los 60 y posteriormente.

Lo mejor: Glenn Ford, y en especial, su romance fugaz con Felicia Farr al principio de la película. Escena espléndida, maravillosamente intensa, triste, dulce y erótica al mismo tiempo.

Lo peor: El mencionado final
Raphus
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18 de noviembre de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alrededor de 1880. Ben Wade (Glenn Ford) al retrasar su huida por los encantos de Emmy (Felicia Farr), cantinera, cuando sus hombres ya se habían alejado del poblado, es detenido en Bisbee, un pequeño lugar de Arizona, tras atacar junto a su banda a una diligencia para robar el oro que esta transportaba. La única manera de ponerle en manos de la justicia antes de que su cuadrilla regrese a rescatarle es sacarle de allí y llevarle a Yuma en el tren que parte de Contention al día siguiente a las 3:10. Dan Evans (Van Heflin), un vaquero, casado, con dos hijos, y con su economía en precario debido a los gastos que le ocasiona la alimentación de su ganado por la larga sequía, será quien acepte, por 200 dólares, acompañar al forajido durante el trayecto ferroviario.

Elmore Leonard, prolífico escritor de novelas del Oeste, cuando comenzaba su larga carrera, escribió el relato, homónimo del título original del filme: '3:10 to Yuma', sobre el que Halsted Welles escribió el guion y Delmer Daves dirigió esta película.

Western de argumento aparentemente sencillo, pero muy bien desarrollado por un excelente guion, que aborda grandes conceptos para el ser humano, sobre todo el del honor, también la lealtad, el amor, el miedo, la soledad y la familia, entre otros.

Rodada en blanco y negro, cuando ya casi todas las películas de su genero se hacían en color, Daves pone en escena una historia a la que dota de sobriedad y tensión (esta última hace pensar al espectador en 'Solo ante el peligro'), y, al tiempo, de cierto romanticismo. La mujer resulta muy bien tratada en esta obra, con absoluto respeto, algo que no debería de ser necesario destacar, pero tratándose de un género en el que solo suele aparecer como quien da reposo al héroe creo que sí debe hacerse. La secuencia de la relación entre Ben y Emmy, aunque poco creíble resulta bonita, no ya por el tinte romántico, sino por mostrar la dolorosa soledad en que se encuentra el bandido, así como la de la tabernera; y el papel de Alice Evans (Leora Dana) es reconocido en lo que merece como mujer abnegada.

El honor es el tema central de esta composición, y no solo el de Dan, un hombre que se ve obligado a jugarse la vida por las circunstancias crematísticas que le acosan cuando a la vez es tentado por el atracador y homicida a quien debe custodiar, sino también el del propio Ben como se verá al final.

En el aspecto técnico destacar el montaje y la fotografía. Al Clark fue un ilustre montador, cinco veces nominado a los premios Oscar. Charles Lawton Jr., como director de fotografía, llegó incluso a utilizar unos filtros rojos en las lentes de sus cámaras para conseguir un aspecto aún mayor de sequedad en el terreno, si bien, en el juego de sombras, y puede que no sea culpa suya, al menos en su totalidad, en varias ocasiones hay fallos de continuidad, téngase en cuenta que el público en todo momento sabe la hora en que se van sucediendo los hechos.
Juan Ignacio
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30 de marzo de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soberbia película del injustamente olvidado Delmer Davies, que en un aparente western, nos regala un thiller psicológico de primer orden.

Nos encontramos ante un western atípico, oscuro y con marcados toques expresionistas. Esta es una de esas pequeñas joyas que merece la pena encontrar, ya que sin generar tantas expectativas como otros westerns más conocidos, es una auténtica muestra de como hacer una magnífica película sobre vaqueros sin caer en muchos de los clichés típicos del género.

Dan Evans (Van Helfin) es un granjero que lleva una vida llena de trabajo y sufrimiento, para sacar adelante a su familia. Es un hombre reservado, cobarde, honesto y con un gran sentimiento de culpa por no hacer todo lo posible por llevar una vida más feliz junto a su mujer y sus dos hijos. Precisamente su obsesión por dar buen ejemplo a estos, le lleva a ser cómplice de un asesinato del que es testigo, pero ante el que se queda inmóvil. A partir de este instante se ve envuelto en una trama en la que tendrá que enfrentar su cobardía para conseguir el dinero necesario que le lleve a una vida más sosegada.

Ben (Glenn Ford) es el jefe de un grupo de pistoleros que se dedican a asaltar. Ben es tranquilo, paciente, cínico, con una gran capacidad de liderazgo y de una templanza que asusta. En uno de sus asaltos mata al conductor de la diligencia y es capturado en un pueblo cercano cuando ya ha dado la orden de que sus hombres se marchen. Entre el sheriff, las autoridades del pueblo, Dan y el patrón del conductor asesinado idean un plan para llevar a Ben al tren de las 3:10 que se dirige a Yuma, donde será juzgado por el crimen.

La cinta es un thiller psicológico disfrazado de western, en el que Davies nos habla de la desesperación. Es una desesperación encarnada firmemente por Dan Evans, un hombre que hará lo que sea con tal de que su familia prospere y se aleje del sufrimiento de una vida sin porvenir. Una desesperación que ahoga, que ejerce una manipulación que te nubla los sentidos. Es una desesperación llena de miseria, de melancolía, pero también de esperanza. En definitiva, es una desesperación que se muestra magistralmente en el momento en el que Dan y Ben llegan al hotel donde deben esperar al tren. El cinismo y la confianza que Ben muestra, intentando convencer al obstinado campesino, mientras la tensión se acrecienta por el paso del tiempo, está impresionantemente filmada y magníficamente interpretada.

Como no podía ser de otra manera la película también explora la traición, la amistad y el heroísmo masculino, elementos todos ellos propios del género. La presión que Dan tiene para dar un buen ejemplo a sus hijos es otro aspecto central de la trama.

Técnicamente la película es maravillosa. La fotografía es expresionista, con un excelente manejo de los claroscuros y las sombras. La banda sonora es muy acertada, ya que aporta toques de nostalgia y desesperación. El guión es muy sólido y mantiene una tensión que va in crescendo a medida que la película avanza. Glenn Ford esta impresionante con una interpretación contenida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Raul
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