¡Qué bello es vivir!

Si esta película se estrenase en la actualidad todo el mundo la criticaría para mal por lo maniqueo de su argumento y lo irreal de sus personajes, pero como es de los años 40 y la dirige Frank Capra pues todo el mundo a decir que es una obra maestra. Esta historia resulta totalmente convencional y manipuladora, no hay por donde cogerla, está mal desarrollada con un metraje descompensado y errores científicos inaceptables incluso para su época. La escena final no hay quien se la crea, es un insulto a la inteligencia.

Ni soporto a los pelotudos que la defienden, la navidad es una FALSEDAD con mayúsculas. Una falsedad tan grande como esta sobrevaloradísima película larga como ella sola y que me imagino que nadie con tres dedos de frente se la tragaría. Yo le pondría de nombre: "La vida es una mierda" o por el estilo y quitaría al ángel pelotudo (vaya ridiculez, pardiez) porque en el mundo en el que vivo no hay ángel sin alas que valga, la gente se suicida y punto pelotas.
Reconozco que la vi tras una tremenda bronca con mi familia (que puede también ser el detonante de mi ira), la gente me dijo que como era una peli muy bonita y optimista en su concepto y eso, me animaría. Pues la vi y nada menos que me quedé peor, con ganas de suicidarme, no sin antes arrancar la cabeza a quien me la recomendó, entre otros.
Una mediocridad de film que tras verlo uno se da cuenta de que la vida sigue igual, con cada vez más mierda y más mierda y más mierda... Ahora se va a decir una vez más que el ogro amargado soy yo y que no tengo ni puta idea de cine... pues será verdad tal vez, pero también es verdad que la opinión de libre albedrío de cada uno es inquebrantable. Por algo nos habrá hecho Dios así, aunque me imagino que para entendernos entre nosotros no.

Esta película lo tiene todo. Si, si. Absolutamente todo lo que más detesto en la vida: ángeles salvadores, niños requete buenazos, familia, calcetines, regalitos, esposa con sonrisa benévola de te quiero aunque seamos pobres y la abominable navidad. Realmente me produjo náusea ver tanta pavada rosa, tanto canto a la esperanza y todas esas imbecilidades que son puras mentiras. Porque las navidades fueron hechas para complicarnos la vida. Que si lo pasamos con tus padres o los míos, que la tía Porota llora en todas las fiestas recordando a los que ya no están, los niños correteando, a los que no logramos sentar en la mesa familiar ni bajo amenazas, el abuelo Chicho al que el Alzheimer le impide comprender que en la mesa no se expulsan gases, la cuñada libidinosa que mira con deseos poco decorosos al hermano de su marido y la prima envidiosa que comenta por lo bajo los kilos que engordamos desde la última fiesta. Y nunca falta la suegra comedida que comenta lo rico que cocinamos el pavo, si, pero que tal vez quedó un poquito seco y falto de sal. No señores, a mi no me engañan con este film empalagoso. Por su propio bien el pobre tipo se merecía el suicidio.