El show de Truman

Una película desconcertante, a ratos agobiante y, a menudo, extraordinaria. Jim Carrey se introduce en su papel por excelencia para ofrecer una historia simpatiquísima pero que no deja de sumergirse en la conciencia del público. Al fin y al cabo, 'El show de Truman' nos da a entender el sometimiento de la raza humana a la tecnología y a la introducción en las vidas ajenas por muy banales y corrientes que sean (¿podría ser una crítica a la prensa rosa? Quizás). Nunca se había visto nada parecido y, pongo la mano en el fuego, a que nunca se va a ver.

Quizá esta sea la mejor historia que refleje ese efecto 'Gran Hermano' que ya vaticinó Orson Welles con su obra '1984'. Representa real y claramente lo que es la utopía televisiva, el cómo nos interesa más la vida de alguien que se emite por la pantalla más que la nuestra.
En un papel que no es 100% cómico, Jim Carrey muestra carisma y drama en una historia se seguimiento y de crítica constante. También notable la actuación del "creador", Ed Harris.

"Aceptamos como realidad aquella que se nos presenta", en algunos momentos puede resultar útil pues acentúa nuestra capacidad de adaptación, pero en otros casos llega a ser negativo, pues renegamos de hallar y valorar la verdad por nosotros mismos (como en la sociedad inglesa totalitaria de "V de Vendetta"). Aunque he tardado en visualizarla, no resulta ser un mal momento pues puedo compararla con otras producciones recientes como las películas "Los Juegos del Hambre" y "El dilema de las redes" o la serie "Black Mirror".

Obviamente nos presentan las reflexiones de una forma exagerada, pero eso no quita que nos haga plantearnos algunas similitudes más sutiles en nuestra sociedad actual:
- La delgada línea entre nuestra vida pública y privada con las redes sociales actuales. Hasta que punto construimos un muro sólido entre ambas esferas en nuestro día a día, para que únicamente nuestros familiares y amigos cercanos conozcan determinados detalles íntimos. Hasta que punto algunas personas exponen su vida personal en las redes como si de un show televisivo se tratara.
- El gran poder de los medios de comunicación. No debemos olvidar que pueden ser un poderoso vehículo tanto de información como desinformación, todo depende del enfoque que quieran ofrecerte. Resulta tan sencillo como comparar la misma noticia contada por dos cadenas televisivas o dos periódicos distintos, los matices clave dependen de la línea política que les guíen (junto con el elemento negativo de las Fake News en las redes sociales). Por ello, aunque las personas suelen retroalimentarse de aquellas cadenas o periódicos que les afianzan sus ideales políticos, la opción más sensata y enriquecedora debería ser (después de que los medios de comunicación fueran totalmente imparciales, opción bastante improbable actualmente) conocer la misma noticia desde varios puntos de vista distintos, para acercarse lo máximo posible a la realidad y poder escapar de esa "jaula" de desinformación.
Como usuarios habituales creo útil plantearnos si realmente ejercemos los medios de comunicación y las redes sociales como herramientas para nuestra comodidad e información, o por el contrario somos productos de los mismos para guiarnos hacia una determinada manera de pensar y actuar (como se mencionaba hábilmente en la película antes mencionada "El dilema de las Redes").

Película que seguro supuso con su originalidad el punto de partida de otras producciones distópicas con poderosas reflexiones extrapolables a nuestra sociedad actual. Como funciona de menos a más (ayudado por el gran papel de Jim Carrey), reconozco que esperaba un final más potente, con alguna última deliberación destacada.

Concebida como una crítica a los reality shows (si Peter Weir mirara la programación de telecinco actual, le daría algo), "El show de Truman" es una obra que nos hace reflexionar sobre nosotros mismos y de la clase de contenido basura que digerimos prácticamente a diario, lo cual por desgracia no ha envejecido en lo absoluto.

Bueno, que se puede decir de la actuación de Jim Carrey en esta película que no se haya dicho ya, entrega una actuación soberbia y literalmente es el protagonista de su propio show. Cierto, Ed Harris también entrega un maravilloso papel como el malvado que está detrás de todo el programa, pero es que simplemente la actuación de Jim es gigantesca. Por otro lado, la dirección y la fotografía de esta película son magistrales, nos hacen sentir un espectador más del show de Truman, sintiéndonos relacionados con él y apoyándolo en todo momento. Aquí Peter Weir hace un trabajo excelente. Otro gran aporte de la película es la música, que está magistralmente compuesta por Burkhard Von Dallwitz, destacando el tema principal de la película, que es una gran pieza auditiva. El guión está tremendamente elaborado y muy cuidado, dejando escapar pocos detalles. Y por último... Por Dios, ese final. Ni siquiera voy a comentarlo en la zona spoiler porque es algo indescriptible. Simplemente, pelos de punta.

En conclusión, "El show de Truman" es una gran pieza cinematográfica con un gran Jim Carrey y con un muy buen Ed Harris, con una gran dirección, un guión soberbio y un final al que ninguna crítica podría hacerle justicia.

Algunas veces tenemos la suerte de que un guionista nos regale un argumento como el de esta película. Andrew Niccol (que también ha dirigido películas como Gattaca o El señor de la guerra) imaginó el showtime llevado al extremo: ¿Cómo sería filmar la vida de una persona desde su nacimiento, sin que él supiera que toda la gente que le ha rodeado siempre han sido actores? Poco debía imaginar el guionista y director neozelandés que el largometraje sería el detonador para construir los cimientos de un nuevo género televisivo: el Reality Show, tan prostituido en la actualidad. Es, por tanto, un guion absolutamente vanguardista al que se le debe reconocer su mérito.

Más allá del guion, dentro de los apartados técnicos, destacó la banda sonora del australiano Burkhard Dallwitz, el montaje dinámico salpicado, en contados momentos, por esclarecedores flashbacks, y un vestuario y dirección artística intencionadamente artificial.

En cuanto a las interpretaciones subrayo la de Ed Harris, como Cristof, el show runner y productor ejecutivo del programa, y el resto de actuaciones, son correctas. Jim Carrey lleva a cabo una de las mejores interpretaciones de su carrera pero sigue siendo el de siempre: el mago de las muecas y la sobreactuación. Ahí está encasillado y por eso es difícil darle tintes más dramáticos a su papel y resultar creíble. En mi opinión particular, aunque no es equivocado poner a alguien tan teatral como protagonista del Show, sí que creo que es la presencia de este actor la que hace que la película no llegará a lo más alto.