París 36

Hombre que dedica toda su vida a trabajar en un teatro, en un solo día, pierde a su mujer y su trabajo, sin levantar cabeza y con la ayuda secreta de su hijo va saliendo adelante sin hacer nada, hasta que un día, su mujer le quita a su hijo y el hombre decide levantar el teatro en el que trabajo durante toda su vida. Lo mejor: El niño que toca el acordeón, la música es bonita. Lo peor: es que cuando la ves, no piensas que hayas visto una gran película, pero pasados unos días, la recuerdas y ves que es genial.

Esta película es la segunda dirección de este joven músico Barratier, que nos encandiló y maravilló cuatro años antes con los Chicos del Coro. Aquí aunque intenta seguir el camino marcado tan brillantemente por la primera, no lo consigue y se queda a medias.

La banda sonora vuelva a estar bastante bien, con números musicales bonitos y con una interpretación brillante de Nora Arnezeder que está radiante en su papel. Para concluir película buena que desgraciadamente no llega a los niveles brillantes de su antecesora.

Parece que a Barratier le gustan las historias ambientadas varios años atrás, ya que si "Los chicos del coro" se situaba en los años de postguerra, ahora nos lleva a los años anteriores a la guerra, concretamente los años 30, en plena convulsión social para situar su film en un humilde barrio parisino castigado por el paro. En especial los protagonistas del film, que se dedicaban al mundo del espectáculo pero que debido a una crisis económica sumado a los tejimanejes de un oscuro personaje que no duda en aprovecharse de las desgracias ajenas para obtener beneficios, el local donde trabajaban el Chansonia se ve obligado a cerrar. Sin embargo, la fé y la ilusión de los damnificados, encabezados por Pigoil (Gérard Jugnot de nuevo en un papel entrañable), Milou (Clovis Cornillac) y Jacky (Kad Merad) conseguirán levantar cabeza y volver a levantar el cerrado teatro de nuevo, pese a las adversidades.

El mayor presupuesto con respecto a su anterior presupuesto, se puede observar sobretodo en la puesta escena. Tanto la representación del París de 1936, como las coreografías de los diversos números musicales que salpican el relato, que parecen devolvernos por algunos momentos a los espectaculos de "varietés" de la época de entre-guerras, ambos aspectos más que conseguidos visualmente y demuestran ser unos recursos bien gastados. Bajo este mayor despligue de medios, el director establece los mismos parámetros de su anterior film: la sencillez. Barratier nos ofrece el retrato de un grupo de personajes humildes, corrientes, y lo hace de forma tan humana que podrían parecer vecinos nuestros (si estuviéramos en el año 36 en Paris, claro).

El máximo exponente de esto es Gérad Jugnot, un actor cuyo mayor mérito sigue siendo el de parecer un tipo corriente. Y a pesar del escaso “glamour” que repiran los personajes de Barratier, consigue que nos interesemos por sus vidas, porque en el fondo, cualquiera de nosotros nos podríamos ver en su situación y sus reacciones son totalmente humanas. Todo ello queda bien edulcorado con las buenas intenciones que, pese a las dificultades expuestas en la trama, va superando sus protagonistas. Barratier nos habla de pequeñas historias de de superaciones, no tanto personales como colectivas, y nos habla de sentimientos tan cercanos como la amistad, la solidaridad, el amor, las relaciones padre-hijo, etc.

Es cierto que bajo el cuidado aspecto visual, no hay más que este sencillo mecanismo que hace avanzar el film que son las relaciones humanas, y que fuera de eso no hay gran cosa más, y también es cierto que quizás bajo una aparente historia agridulce, la mirada del director acaba siendo excesivamente optimista, pero de nuevo, consigue hacernos llegar con historias sencillas, humildes, en definitiva de personas que podríamos ser cualquiera de nosotros. En definitiva un film sin pretensiones y agradable de ver, a veces no se puede pedir más.

No hay mucho que añadir a lo ya expuesto acertadamente en otras críticas, si bien me gustaría aportar el punto de vista de un cinéfilo que, sobre todo, ama el cine clásico y que cada vez se encuentra más lejano de la oferta mayoritaria del cine actual. Por eso me ha sorprendido agradablemente este "Paris, Paris", porque es cine actual con sabor clásico. Porque cuenta una historia sin necesidad de efectos de ordenador. Porque junto a alguna otra película relativamente reciente que reconozco en ella, como esa también interesante "Mrs. Henderson presenta", habla de un tiempo ya pasado de musicales y esparcimiento en cafeterias y teatros, sin televisiones adormecedoras. Porque los números musicales son agradables y sin llegar al maestro Stanley Donen, también transmiten "alegría de vivir". Porque se habla de política y hay hasta un mínimo trasfondo de matones y corrupción. Porque me cansa que esta película tenga 1700 votos mientras que cualquier patochada comercial tenga 30.000 (y no hablemos de los 250 votos de muchas perlas clásicas) En fin, porque lamentablemente ya no se suelen hacen películas asi, sencillamente"bonitas" y entretenidas. Por todo ello, ahí van mis ocho puntos que ni me acuerdo de la última vez que se los puse a una peli relativamente reciente.

No importan que las películas sean largas sin son buenas. Y esta es una de esas que no quiero que terminen.
Todo está muy conseguido, la recreación histórica, la interpretación, genial Gérard Jugnot y espléndida Ella a la que nos gustaría oír cantar más.
Muy buena la música, con esos valses alegres y que arrastran.
La trama, con sus toques sentimentales tiene algún que otro fallo, pero casi da igual, porque la idea de fondo, la lucha por la felicidad lo llena todo.
No hay por qué compararla con Los chicos del coro. Es otra cosa, más ligera.
Ah, y el fabourg recreado casi como un mito es genial.