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La dama de Shangai

Cine negro. Intriga Michael O'Hara (Orson Welles), un marinero irlandés, entra a trabajar en un yate a las órdenes de un inválido casado con una mujer fatal (Rita Hayworth) y queda atrapado en una maraña de intrigas y asesinatos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 76
Críticas ordenadas por utilidad
27 de marzo de 2013
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se ha hablado mucho de esta película, considerada de forma general un título menor del director. Los comentarios que más gracia me han hecho son los referentes a la relación personal que en esos momentos mantenían Welles y Hayworth, es curioso observar a toro pasado lo que sucedía, tener en cuenta que estando casados les quedaba muy poco de matrimonio y relacionarlo con la fatídica historia que viven los personajes que interpretan. De "La dama de Shanghai" me quedo con Rita Hayworth y su presencia, de todas las cosas que suceden en la película ya casi ni me acuerdo pasadas 24 horas y sin embargo me es imposible olvidarla a ella...

No considero que el guión sea un desastre, la película está clasificada como cine negro, eso es algo que se sabía antes de verla, y es fiel a las complejidades habituales del género. No entro en si las vueltas y vueltas que da son demasiadas, hay películas que pese a resultar más confusas son mejores, todo es cuestión de gustos. Hay cosas como la solidez de los hechos y su verosimilitud que forman parte de las contras de este tipo de cine, "La dama de Shanghai" no es una excepción y hay numerosas quejas sobre ello.

Pero ante todo, "La dama de Shanghai" tiene algo que no tiene el resto, y es a su protagonista, a una brillante y esplendorosa Rita Hayworth que todos colocan por debajo de "Gilda" y que yo desde aquí la elevo muchísimo más por encima, tanto como me es posible. Me quedo con su personaje y con ese pelo corto, con los hilos con los que maneja la historia, con cada plano en que aparece...
Luisito
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11 de mayo de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película perfectamente olvidable de no ser porque contiene unas cuantas secuencias de gran impacto visual. No sólo la de la casa de los locos y la del laberinto de espejos, tambien la del acuario y la del teatro chino. Brillantes fragmentos incrustados en un guión insostenible. Su principal debilidad, a mi juicio, es el personaje que interpreta el propio Welles: un marinero que ha corrido tanto mundo y ha acumulado tantas experiencias inusuales (una orgía de sangre entre tiburones en Brasil, el asesinato de un espia de Franco en Murcia), no puede ser tan ingenuo para enredarse en las conspiraciones de los malvados sin causa que le rodean. Además, Welles no daba el tipo: a pesar de ser grande y parecer fuerte, no consigue transmitir la imagen de tipo duro. Hasta la limitada actriz que fue Rita Hayworth factura una interpretación mejor que la suya.
El desarrollo de la trama resulta demasiado incongruente, por lo que se recurre constantemente a la voz en off. El fragmento que transcurre entre los tribunales, las visitas a la prisión y la huida es demencial. Planos de enorme tensión dramática (el diálogo entre el matrimonio Bannister), tono de comedia chusca (el autointerrogatorio), clamorosos fallos de raccord marca de la casa (la señora Bannister es llamada a declarar -primer plano-, se le entrega la citación -plano medio-; sentada tras ella, en ambos planos, está su fiel sirvienta de color; la señora Bannister se levanta a declarar -plano general-; en el lugar que ocupaba su sirvienta hay un señor con sombrero), la pelea en el despacho del juez construida con brillantes planos malamente ensamblados y una huida que sólo puedo calificar de ...chiripitifláutica.
Nunca se ha encontrado entre mis películas favoritas de Welles. Hablando con franqueza: Welles era un genio y esto es una chapuza. En muchas ocasiones el espectador agradece menos genialidad y más corrección.
iñaki
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4 de febrero de 2012
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué es la personalidad? Pregunta el marinero a los demás. No es más que tener nervio.

Potencia en la voz para cantar mejor, eso es tener nervio.

Un revólver, una navaja, un cuchillo…

Hierro en los nudillos, un galón en la manga, una placa de policía, un rollo de billetes en el bolsillo.

Sin nervio no se puede triunfar.

Habría que añadir:

Ver a Rita Hayworth de marinero. Un crucero con ella y soñar despierto que te quiere. Sentir la salitre en sus labios y saborearlos. Ser el dueño de su mirada.

Nunca se notó tanto en una película como en el calor de la noche la gente esconde sus intenciones.
floïd blue
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27 de marzo de 2016
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Típica mierda que si no fuera de Orson Welles, Alfred Hitchcock... todo el mundo reconocería que efectivamente es la mierda que es, si la película fuera lo suficientemente conocida como para estar dada de alta en esta web, que lo dudo mucho.

Eso sí, que no falten los extraordinarios claroscuros, contrapicados, etc, etc. Película 100% especial gafapastas.

En la primera mitad te duermes de aburrimiento; las conversaciones parecen de críos pequeños; y en la segunda parte, cuando empieza lo bueno, el guión es demasiado lioso, para entenderlo haría falta ver la película como mínimo una vez más, por lo menos en mi caso, y es que seguramente no soy tan listo como las manadas que puntúan esta clase de mierdas con un 8, 9, 10, 11..
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grid
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12 de noviembre de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuenta la leyenda que andaba Wells desesperado por conseguir 55.000 dólares para pagar las deudas contraídas con su espectáculo "La vuelta al mundo en 80 días", sin lo cual no podría estrenar y agarró la primera novela que le pareció sugerente en un puesto de libros de la estación ("Si muero antes de despertar" / Sherwood King / 1938). Acto seguido le sacó los 55.000 a Harry Cohn, preboste de la Columbia a cambio de rodar la novela con él como director y actor, a lo que "el bueno" de Harry añadió a su estrella Rita Hayworth que para mayor inri y morbo estaba casada con el propio Welles aunque hacia ya dos años que ni se hablaban.
No confundir esta novela con otra del mismo título de Cornell Woolrich sobre la que se hizo una película argentina en el 52.

El caso es que ya que Welles tenía que cumplir lo prometido hizo lo que le vino en gana, como casi siempre, aplicando su genio e ingenio sobre una trama enrevesada cuando no disparatada en la que al director solo le interesaba seguir experimentando con su peculiar forma de rodar.
El resultado es un caos que refleja muchos de los despropósitos que acontecieron durante el rodaje y los excesos del director. Dicen que Welles rodó 155 m y como le solía ocurrir le enmendaron la plana en el montaje dejandole solo 86 con muchos planos (sobre todo primeros planos de la Hayworth) añadidos a posteriori o incluso no rodados por él. Hubo un ayudante de cámara que falleció por insolación en el rodaje y que un Errol Flynn borracho (alquilaba el velero "Zaca" que aparece en la cinta, incluso sale su perro) trató de lanzar al mar en una bolsa de lona. Rita Hayworth disparó el presupuesto por su caché y por estar un mes enferma.... El desaguisado era tal que se cuenta que el propio Cohn ofreció mil dolares a quien le explicara de que iba la cosa.
La química negativa entre Welles y su casi ex mujer es tan palpable como la positiva de Bogart y Bacall en "Tener y no tener", y a pesar de que la Hayworth enganchó uno de sus mejores actuaciones no es Bacall, ni Stanwick y Welles tampoco es Bogart, y le puede más para bien y para mal su vena teatral shakespeiriana y su faceta radiofónica (su personaje narra en off la historia como mandan los cánones del género) quedando menos airoso repartiendo mamporros y ejerciendo de trotamundos vividor.
Pero lo que no puede evitar es seguir siendo un genio y entre tanto despropósito afloran multitud de planos y escenas irrepetibles y antológicas que han quedado grabadas en la historia del cine y el imaginario colectivo. Solo por ellas vale la pena dejarnos engañar por los trucos del mago Welles.
ELZIETE
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