Incierta gloria

Incierta gloria

Han pasado siete años desde que la personalísima visión, alejada de cualquier convencionalismo, del director catalán Agustí Villaronga, nos ofreciera su poética, oscura y desgarradora "Pa negre" ("Pan negro"). El tiempo no ha mellado su devastadora y perspicaz mirada sobre la maldad que, como una enigmática araña negra -espectacular Núria Prims interpretando a La Carlana, turbadora metáfora de este insaciable depredador, tatuada de horrendas cicatrices que desde niña la bestialidad de su propio padre fue cincelando en su cuerpo-, va tejiendo fría y pacientemente su viscosa red en donde envuelve a sus, no siempre, inocentes víctimas. Junto a ella, tres poderosos, creíbles y atormentados personajes reptan completando el cuarteto de este drama tortuoso: Bruna Cusí como la sufriente Trini, Marcel Borràs como su joven esposo y un gran Oriol Pla como el caótico, fiel y sacrificado amigo de ambos.
Situada en el año 37, en algún desértico paraje y momentáneamente inactivo del Frente de Aragón, mientras el estruendo de la Guerra Civil asola otras zonas de España, una siniestra tragedia doméstica se cierne entre las sombras de tan surrealista escenario. La cinta refleja como un espejo todas las lacras que históricamente marcaron como a un incurable leproso la piel de este desdichado país. Seres abúlicos de discernimiento y sobrados de ignorancia, hambrientos desde hace siglos, amos y esclavos, siervos sometidos a leyes divinas, fanáticos, náufragos de la desesperación, los celos, la codicia y eternamente estigmatizados por costumbres atávicas que nos han dejado heridas tan hondas que aún no cicatrizan.
Todo ese horror queda plasmado en esta historia basada en la novela homónima del también catalán Joan Sales, poeta, traductor y editor, fallecido hace ya más de tres décadas.
No existe complacencia y tampoco compasión en el cine de Villaronga. Él no juzga a sus criaturas. Simplemente toma distancia, las observa, expone su grado de iniquidad, los frágiles cimientos que sustentan sus inestables valores y deja al espectador la incómoda tarea de condenarlas o redimirlas. En cierta forma, el enfoque narrativo que Agustí imprime a su excelente película me recuerda el estilo ecuánime e incomprendida visión que tuvo el sevillano Manuel Chaves Morales, uno de los periodistas más honestos, brillantes e inteligentes que en su día escribieron sobre este doloroso enfrentamiento, muerto en el exilio en plena juventud y olvidado, como muchos otros, durante más de 60 años por sus compatriotas españoles.
Guion, fotografía, ambientacion y una musica tan inusual como atrevida, se ajustan, complementan y acompañan a la narración como un guante confeccionado a la medida. Y del conjunto surge una impecable composición que suena sin una sola nota discordante a lo largo de dos horas de intensa y emotiva ejecución.
Es muy probable que el jurado de los próximos Goyas del 2018 reconozca sin reservas los méritos incuestionables de una realización que no se prodiga con excesiva generosidad en el reducido y en ocasiones opaco firmamento de nuestra cinematografía. Y de no es asi, no será este humilde cronista quien cambie un ápice su opinión sobre esta soberbia y bien ejecutada sinfonía de la infamia.

Emilio Castelló Barreneche

En Incierta Gloria, el director de la laureada Pan Negro (Pa Negre), nos ofrece una nueva visión de la guerra civil, una película en clave femenina, donde los hombres son meros personajes secundarios, donde la verdadera lucha no acontece en el frente, sino en los atormentados corazones de los personajes.

Incierta Gloria, de Agustí Villaronga, como podría decir Neruda, es poesía manchada con las realidades de la tierra y atesora extraordinarios personajes femeninos que se despiertan angustiados en mitad de la noche en el incendio de su propia sangre, como bien podría decir también Marguerite Yourcenar.

Han existido, existen y existirán los grandes personajes femeninos e Incierta Gloria es un claro ejemplo, una obra donde no hay personajes buenos ni malos, una obra de personajes complejos con muchas aristas, condenados a vivir (y sobrevivir) la dureza de una época manchada de sangre.

El film de Villaronga es exquisito, con pinceladas macabras y grotescas, cargado de una poesía visual impecable que inunda todo el film de principio a fin. El cineasta catalán dota de gran belleza a cada uno de sus planos, planos repletos de tierra, de fuego, de chispas, de pavesas y de cenizas; y firma así una película repleta de imágenes con interpretaciones magistrales, con personajes femeninos de gran complejidad y llenos de misterios que atrapan al espectador desde el primer momento.

Incierta Gloria atrapa al espectador con su excelente atmósfera preciosista que, siendo una obra de arte deliciosa y sofisticada, huele a tierra, a dolor y a humedad, la de las lágrimas vertidas y la de las que se secaron antes de aflorar al mundo exterior, reprimidas bajo un pecho encendido en llamas, el de las mujeres que, aunque a veces la Historia silencie, existieron y, de qué manera.

Albert Bellés i Chorva
https://cinemagavia.es/pelicula-critica-incierta-gloria/

“Incierta gloria” no es más que la confirmación de algo que sabemos desde hace mucho tiempo: que Agustí Villaronga es uno de los cineastas más interesantes que hayan existido en este país, es dueño y señor del cine perturbador, inquietante, de atmósferas enrarecidas, de descripción de lo más oscuro de la naturaleza humana, de la trascendencia respecto a los bandos, de un nihilismo puro fundado en una misantropía con fundamento, de gozar con la parte de atrás de las historias que conocemos. Agustí Villaronga es un imprescindible e “Incierta gloria” una obra maestra, siguiendo la senda de genialidad oscura de “Pa negre”.

Yo descubrí a Agustí Villaronga en mi juventud con “El mar”, una de las películas que más me han impactado y más me perturbaron en su momento por su brutalidad, por su violencia soterrada, por su retrato de lo más vil de la condición humana… Desde entonces, lo sigo muy de cerca y volvió a marcar mi vida con “Pa negre”, una de las mejores películas que se hayan rodado en este país.

Siguiendo la senda de ésta última, “Incierta gloria” (de nuevo Villaronga prefiere quedarse en la trastienda de los acontecimientos históricos que aparecen en los libros, porque siempre le interesan más sus malsanos personajes que los episodios para el recuerdo) nos cuenta una sórdida historia de amor no correspondido entre un oficial republicano en el frente del Ebro (interpretado por Marcel Borràs) y la señora del pueblo (estratosférica interpretación histórica de Nùria Prims), viuda después de que los republicanos mataron al dueño del castillo con muchos secretos y terribles historias pasadas por descubrir (ojo al papel secundario que interpreta, cómo no, el dios Juan Diego como su padre, que se hace con la función en apenas 5 minutos).

Una historia sórdida y enfermiza que, a la postre, es la historia de amistad entre este oficial inocente y pueril y otro que se ha especializado en su vida en jugar en el filo de la navaja, en saltar de un precipicio a otro entre el alcohol, el robo, la traición y el amor incontrolable por la mujer de su mejor amigo, encarnado por un Oriol Pla en estado de gracia jugando con habilidad con los excesos interpretativos sin traspasarlos jamás.

Relaciones amorosas todas ellas frustradas, cortadas por el patrón del fracaso y el desarraigo, de lo imposible y lo ingobernable, de lo sangriento y lo vengativo. No cabe ni un solo rayo de optimismo o esperanza en las historias y en los personajes de Villaronga, e “Incierta gloria” no es una excepción, en esta adaptación de la novela homónima de Joan Sales.

Su dirección de fotografía, a cargo de Josep M. Civi, es antológica, con unas tonalidades marrones absolutamente asfixiantes e impactantes, puro lujo para los sentidos en mitad de unos Monegros que son profundamente amenazantes.

Eso sí, os recomiendo verla si podéis en VOS en catalán, porque el doblaje al castellano es un poco deficiente.

En una habitación llena de espejos rotos, imágenes violentas, míseras, oscuras y terribles, se golpean y desintegran unas contra otras, quedando un retrato atroz, desmedido y lírico en forma de cuento de almas derrotadas, de perdedores todos, no de la Guerra Civil que sirve de contexto, sino de una vida negra, donde las arañas expanden su red tejida sobre un sufrimiento cruel, en búsqueda de un posible bien a través de un seguro mal.

Esta colección de personajes busca, lo dice el titulo, una Incierta Gloria, que desde luego no encontrará, pero seguro que sí encontrará la película será una ristra de Goyas en la siguiente edición. Maravillosa película.

Técnicamente, además, es un portento. Villaronga pinta cuadros en muchos de los planos, exquisitos en su composición y con una fotografía cuidada y casi pictórica, por momentos.

Abstenerse odiadores profesionales, ya que, además de pertenecer al vapuleado cine español, es en catalán. Desde Pa Negre nunca sonó tan bien.

...y no me refiero al género de la película, que también, sino a ella misma como proyecto cinematográfico.
Y es una lástima, la verdad, porque después de una obra valorable como Pa Negre, uno no se espera de Villaronga tamaño desaguisado, y eso que material no le faltaba para seguir la senda de su predecesora.

Todo es artísticamente falso en Incierta Gloria. Ni un gesto, ni una mirada, ni cualquiera de sus clímax emocionales es creíble en las actuaciones de esos actores que, perdonadme la expresión, no superarían un teatro de barrio.

Nada tiene sentido. La narración es incomprensible y deshilachada, las decisiones arbitrarias y hay escenas antológicamente pésimas (hay una escena de masturbanción que resulta francamente insultante).

La fotografía es buena, no diré que no, pero incluso en este caso resulta excesiva y acentúa el carácter poco creíble de los actores, sus escenarios y sus circunstancias.