La bestia humana

Impresionante film en todos los aspectos. Obra maestra del director donde repite de nuevo con la pareja de "Los sobornados". Ford es un actor que ha pisado casi todos (por no decir todos) los géneros, está magistral y la dama del cine negro (Graham) en su línea. Una película que reúne los requisitos del mejor cine negro: crimen, chantaje, obsesión, venganza, pasión, etc. En fin, una maravilla que recomiendo sin dudarlo.

De todos los directores europeos que trabajaron en Hollywood, Fritz Lang fue, uno de los de mayor personalidad y, por tanto, también uno de los que imprimió en sus films, una huella más reconocible. Lang trabajó en diversos géneros, lo cual podría ser visto como un signo de eclecticismo, sin embargo, lo que en general hizo Lang fue mantenerse fiel a sus esquemas narrativos y a unos marcos genéricos que provenían de su experiencia laboral europea.

El cineasta alemán siguió mostrando durante los años cincuenta, el lado oscuro de la sociedad norteamericana, a través de las historias de la vida cotidiana. En esta ocasión su fuente de inspiración fue “La bestia humana” de Emile Zola (de la que existe una soberbia versión hecha en 1938 por Jean Renoir con Jean Gavin), convenientemente adaptada a ambientes americanos de la época y al universo clásico de los “films noirs”, entonces en auge. El guión de Alfred Hayes conservó la situación básica, pero eliminó cualquier referencia naturalista que existía en el film de Renoir y consiguientemente en la novela de Zola.

El tren es un espacio en el que se viaja, se convive, se mueve a través del tiempo y el espacio, que se recorre hasta llegar a nuestro destino. Una metáfora sobre la vida de unos personajes que circulan por unas vías que se entrecruzan con la fatalidad y que tienen un destino inexorable. Lang es siempre partidario de escrutar el lado oscuro del ser humano, que todos llevamos dentro. Vicki (Gloria Graham) es la típica mujer atractiva, irresistible y embaucadora, insatisfecha de un marido tosco empleado de ferrocarriles Carl Buckey (Broderick Crawford), que acaban de despedir por incompetente, pero utiliza a su mujer como señuelo, para recuperar el trabajo, sus celos y el alcoholismo, unido a la relación que Vicky mantiene con Jeff (Glenn Ford), amante y maquinista, completan un triangulo emocional destructivo.

A pesar de ser un film de encargo para la productora Columbia, que pretendía explotar la química de la pareja de “Los sobornados”, Glenn Ford y Gloria Graham, Lang nos deja la huella inconfundible de su estilo narrativo seco, austero, conciso, sin ningún tipo de aditamento superfluo. Su puesta en escena es muy geométrica, centrándose en los personajes y desnudándolos de toda retórica, los gestos y las miradas lo dicen todo, amante de lo oscuro más que da la luminosidad, utilizando magistrales elipsis para que imaginemos lo que no vemos pero que podemos intuir que es aún peor sin mostrarlo. En esta ocasión el cineasta utiliza el tren y el mundo que lo rodea como elemento dramático y como metáfora cinematográfica.

El oscuro corazón humano puesto a prueba a través de los sentimientos, negativos, la ira, la envidia, los celos, el poder y la lujuria marcarán el camino del deseo de los protagonistas, siempre esperanzados en un futuro mejor, donde el color deje atrás el blanco y negro de la vida.

Una historia dura, semejante a la de cualquier ciudad de postguerra coreana en la américa de los cincuenta, realista, como las actuaciones de los protagonistas, donde el amor y odio convergen de forma magistral entre lágrimas y engaños, donde el silencio cuenta mucho pero las palabras cuentan el doble, transpiran mentiras, viperinas, deslizándose por el film, marcando los ritmos, tergiversando los sentimientos y mordiendo a la menor oportunidad para crear la tensión.

Me encanta Fritz Lang, rara vez me ha decepcionado, mudo y sonoro, es un artista, busca la imagen, crea el encuadre que se expresa más allá de la pantalla, imágenes que dialogan con el espectador, que traducen sentimientos, ese es Fritz Lang, un genio descubierto aún por descubrir.

Recomendable, aunque esa palabra sobra, más bien es "obligada".

Resulta realmente interesante comparar la realización de una misma obra por dos directores diferentes y se me ocurren pocas ocasiones en la historia del cine (por no decir ninguna) en las que las hayan realizado dos maestros de la talla de Lang y Renoir.

No voy a entrar en la polémica de quién es mejor, probablemente ambos estén entre los diez mejores directores de la historia, pero en este caso prefiero la película de Renoir.

Las diferencias de estilo entre ambas versiones son evidentes, la de Lang está mucho más cerca del cine negro, género en el que filmó muchas de sus mejores películas.

Y, a pesar de que se trata de una gran película, creo que no ha envejecido bien. En una crítica he leído una enumeración de unas cuantas situaciones poco creíbles que comparto en su gran mayoría.

Discrepo de quienes tildan de gran actuación la de Gloria Grahame, yo no acabo de creerme en ningún momento lo que cuenta, Ford (que está mucho mejor) parece tener que hacer esfuerzos en dejar que le cuele todas las bolas que le cuela. Se ve a la legua que eres una mujer fatal, tía (aquí la voz de Buenafuente). En fin, que no resiste la comparación con la Simone Simon de la versión de Renoir.

En cualquier caso es una película más que recomendable y la fotografía es magnífica. Y creo que ver las dos versiones enriquece el conocimiento del espectador sobre estos dos grandísimos directores.

Visualmente poderosa, moralmente ejemplar; lo primero, por esas contundentemente metafóricas imágenes del tren a toda velocidad, que grafican plenamente todo el conjunto de pasiones desenfrenadas que vivirán nuestros personajes; lo segundo, por las decisiones correctas de uno de ellos, de no sucumbir a las terribles insinuaciones que le fueron planteadas, optando por el buen camino. En sí, nos narra la historia de un crimen pasional, en la cual un energúmeno hombre, llevado por los celos, asesina al supuesto amante de su esposa en presencia de ella, para luego chantajearla para que no lo denuncie. En esto aparece un tercer hombre, que tentado por esta misma mujer parece ser su salvación. En general, una muy buena película, que en lo único que reparo, es para mí, en su injusto final, y otra, que el crimen pudo haber sido fácilmente resuelto, claro, esto lo digo, porque tengo mentalidad de Sherlock Holmes. Para no perdérsela.