Vive como quieras

A partir de hoy admiro un poco más al señor Capra. Y no me refiero precisamente a su faceta cinematográfica, que, por otra parte, va muy bien servida y ha dejado gran huella tanto en mí como en millones de espectadores a lo largo de los años. Cuando digo que admiro a Frank Capra es por lo que precisamente muchos denostan su cine, su visión utópica y alegría desmesurada que desprende.

Ver una película como “Vive como quieras” puede hacer pensar a más de uno que la idea que transmite es “infantiloide”, “trasnochada” o “increíble”, en el mal sentido de la palabra. Y no es que dichas palabras se alejen demasiado, pero Capra era un soñador, de esos que John Lennon decía no ser el único, y su cine respiraba y vivía de esos sueños. Me parece admirable y de gran valentía plasmar esas ilusiones utópicas en sus películas y quedarse tan pancho. Y ya no es que imprima un ritmo vivaz y vivas cada minuto con alegría y emoción, si no que apunta más alto.
En “Vive como quieras” abre nuestra mente y corazones cual cirujano experto y hurga en los recovecos de la infancia, las ilusiones olvidadas por el paso del tiempo y los deseos almacenados en baúles cerrados con llave. Te restriega con alegres personajes y risas sinceras la más desalentadora de las verdades de la vida: no vivimos como queremos, sino como nos dicen que debe vivirse.
Estudias lo que tiene mayor futuro, te juntas con quienes puedes sacar provecho, te casas con quien más te conviene, trabajas donde paguen mejor, compramos lo que nos dice el anunciador, pagamos los impuestos que dicta la ley... ¿Para que? ¿Para vivir mejor? Hoy en día ya ni se habla de vivir, sino de sobrevivir... Y el ingenioso Capra, con sus utópicas o infantiloides películas, saca a relucir sutilmente toda esa mierda, pero con humor, que es lo que nadie debería perder.

¿Que hay una crisis económica? Creo que antes de eso ya había una crisis de identidad personal, donde nadie da un paso antes que otro por temor al que dirán, a equivocarse o a que se burlen, y hace falta mucho valor para hacer verdaderamente lo que uno quiere y vivir su vida como desea.
Y cuando veo esta película y respiras la vivacidad y amor con que está hecha y que la hace inmortal, sabes también que Frank Capra vivió su vida como deseó.
Y por eso le admiro.

Comedia cercana y con mensaje. Estupendo guión, que mezclado con unos personajes entrañables, sólidas interpretaciones y una fantástica dirección del maestro Capra dan lugar a la masa consistente que es la película, merecedora del Oscar en 1938.

El punto de partida hoy en día es de lo más convencional "Chico y chica enamorados han de enfrentarse al juicio de sus familias. Él es hijo de un afamado banquero. Ella forma parte de una familia de lunáticos." Lunáticos y entrañables, habría que añadir. Pues en cuanto conoces a los Sycamore se esfuma cualquier convencionalismo. Desde la madre en busca de una afición, el padre y el "tío" obsesionados con los fuegos artificiales, la hija que baila Ballet en cualquier momento... hasta llegar al verdadero eje de la película, el abuelo, el cual tras acabar de verla, todos lo querremos para nosotros. Pero todos ellos aunque diferentes comparten algo, viven como ellos quieren, a su manera, sin preocuparse por nada más. Y lo hacen felices.

Llena de situaciones cómicas, algunas hilarantes, como la primera visita de los Kirby a casa de los Sycamore. Cuenta con algún tinte de emotividad, pero sin llegar a ser dramática, ni mucho menos.
Una auténtica fuente de optimismo, tan necesaria en los EEUU tras la Gran Depresión. Lo previsible del argumento aún así no empaña la fuerza de la historia ni resta interés por la misma.

Mención especial para James Stewart, en el que quizás sea su primer papel más importante y el inicio de una de las filmografías más variadas y sólidas de toda la historia del cine, además de su primera participación con Capra, quizás junto a Hitchcock, el director que mejor le ha sabido exprimir.

Estamos, por tanto, ante un clásico del cine de todos los tiempos, una de esas películas que envejecen estupendamente, atemporal. Merecedora además de un lugar destacado en la filmografía de Frank Capra, no obstante le supuso su tercer Oscar como director en 5 años.

Absolutamente imprescindible.

“Libres como lirios”, parece ser el axioma de los personajes exagerados que Capra expone en esta disparatada comedia. En pos de un mensaje anti materialista.
Una moraleja atrabancada ciertamente, pero valida.
Agua y aceite no se mezclan. Las buenas intenciones no bastan para sacar a la humanidad de la vorágine de las riquezas materiales.
Esta película tiene su merito, en cuanto a que nunca pasara de moda. Y eso es un logro suficiente para saber que el Oscar ganado por el director ítalo- americano es más que meritorio.
Recuerdo una película mexicana en la que ambos mundos sociales se confrontan (Ustedes los ricos) Y obviamente resulta bizarro el choque dentro de un drama azteca. Aquí Frank Capra tiene éxito, ya que sus personajes de circo, están dentro del género de la comedia, lo cual parece arroparlos bien.
Buena actuación de Lionel BarryMore como el patriarca bonachón y optimista.
Y nos queda la sensación de que hay veces que necesitamos que nos toquen la armónica dentro de la cárcel de nuestros defectos.
Sin embargo la historia cae en el drama de tele novela. James Stewart esta opacado. Aún con estos puntos en contra, Frank Capra cumple con su cometido. Y el mundo del cine le vive agradecido al regalarnos esta obra imperecedera. Vive y deja vivir… es lo que debo decir el día de hoy, y disfrutar de magia del cine.

Vive Como Quieras, es una alocada comedía, con buenas actuaciones, personificando personajes extravagantes, pero sugerentes y atractivos, con guiones sabrosos y digestivos, que hacen reír e incluso gimotear, con un desarrollo de lo más imaginativo y atractivo para un final típico, lo más flojo sin duda alguna, pero en fin cuentas es un CANTO A LA VIDA.

Existen decena de películas que expresan este sentimiento, pero Frank Capra coge la esencia de la misma, vivir disfrutando, vivir en armonía, convivir y lo más esencial VIVIR con mayúsculas, y es qué un tema de actualidad entonces y un tema de actualidad hoy en día, donde nadie se para a ver el cielo nocturno, donde nadie saborea un buen libro en un parque, donde nadie se para a conocer a su vecino, donde nadie se realiza, sólo se materializa y sigue las normas sin preguntarse si es lo correcto, si es verdaderamente lo qué necesita, en definitiva, si te gusta tu vida.

Más de uno pensará después de ver la película, por ello, es una película inteligente, algo que hoy en día rara vez se hace, qué una película te haga preguntarte cosas, y aunque muchos pertenezcan al movimiento “renovador” o “innovador”, a veces no dejan de ser experimentos, surrealistas sin sentido en unos casos, inmorales y violentos atractivamente, pero rara vez inteligentes.

En fin, la recomiendo ya que la disfrutarán, si la saben apreciar tal y como es.

Una buena película que refleja el sistema de clases en los años 30, aunque realmente su narración es atemporal, y es perfectamente aplicable a la época que vivimos en la actualidad.

Una humilde secretaria y su acaudalado jefe se enamoran, en una relación que no les resultará nada factible. La familia de ella, un clan sin complejos que viven la vida sin falsas apariencias y como les parece, sin reparar en el criterio de los demás. La de él, una aburguesada familia plagada de prejuicios cuando una noche, por error, van a conocer a la familia de su nuera. La velada resultará un tanto accidentada para unos padres acostumbrados a una vida holgada y repleta de todo tipo de comodidades.

Un acertado film que apuesta por una crítica a la sociedad de clases, por un lado la clase proletaria, generadora de la riqueza, por otro lado la clase capitalista, la que goza y disfruta del bienestar generado por aquéllos.

Tras 71 años, poco o nada se ha aprendido de la provechosa lección que pretende dar esta película, pues las diferencias económicas interterritoriales son cada vez más considerables y dispares. Y conforme pasan los años, las desigualdades se hacen más desmesuradas.

El agraciado pero utópico final pone la guinda a un sinfín de disertaciones acerca del comportamiento de los individuos, su forma de vida, sus virtudes, sus carencias, en una sociedad repleta de vicios y defectos. E

En definitiva, una película para disfrutar y reflexionar que la fortuna no hace la felicidad precisamente, al menos no en todos los casos, y que la posibilidad de disfrutar de lo más cotidiano, en muchas ocasiones lo que más llena el alma, se convierte en algo efímero.