El cisne negro

Aronofsky deslumbra con un film sobre la locura de la perfección, sobre las dobles identidades y las torturas de la mente. Portman brilla una vez más aunque no diría que es el mejor papel de su vida; pero si la marca como la merecedora absoluta de un Oscar. Personifica a una dulce bailarina clásica, retraída, solitaria y atormentada por las presiones del medio en el que se mueve y de una relación con su madre de la que intuímos es agobiante. Su camino a la perfección, el poder ser en ambas partes iguales, ángel y demonio, termina por marcar un territorio que nos lleva por el thriller, el drama y hasta el terror.
Magnífica dirección aun cuando haya alguna que otra cosa reprochable, como un final un tanto facilón para lo que el film planteaba de entrada. Digna de ver, se disfruta por sobretodo por un guión bien armado, tormentoso, acompañado de una música inmensa y magnífica.

Historia de una talentosa bailarina de ballet que busca por encima de todo la más absoluta perfección. La búsqueda para alcanzar la perfección no será un camino fácil ya que en su vida diaria se encontrará con una serie de cadenas que impedirán a este cisne volar. La férrea disciplina que exige el ballet, su opresiva madre al igual que su director e incluso ella misma harán que este delicado animal, se vea abocado a sentir una serie de ansiedades y miedos que nos transportarán por medio de impactantes imágenes a un bello espectáculo extremadamente angustioso y paranoico. Esto nos conducirá a replantearnos el concepto que tenemos acerca de nosotros mismos y la similitud que tiene la vida con un escenario, lugar en el que se dan cita desde lo más hermoso hasta lo más grotesco desdibujándose las líneas que los separan, de la misma manera la diferencia entre la locura y la cordura. Quizás el tema del film ya haya sido tratado por otros directores en especial Lynch y no sea muy original, pero este delicioso viaje de paranoia se agradece, sin olvidar que son realmente admirables sus aspectos técnicos e interpretativos. Notable.

La película te sorprende a cada minuto que pasa y a cada segundo que se adentra en la vida de Nina, para acabar dejándote extasiado con el increíble final. El Óscar a la mejor película en mi opinión.

La belleza de esta película no estriba en sus imágenes (ya que no busca imágenes preciosistas) sí no en la lucha de una mujer por triunfar en lo que más ama en el mundo, el ballet, y para ello llega hasta las últimas consecuencias.

En este tormento que el espectador observamos la mayoría de las veces con la angustia de intentar ayudar a Nina en su lucha interior, en sus delirios, en su cerebro roto por llegar a la perfección en su profesión la lleva a romperse en su vida real. El espectador quiere ayudarla porque ve el sufrimiento en su cara y en su cuerpo.

Igual que en el ballet, el cisne blanco versus el cisne negro así juega el cerebro de Nina con una personalidad candida y buena y otra cruel y a la cual sólo le importa el ganar.

La parte final con la ejecución del ballet y las escenas del camerino son de cómo una montaña rusa difícil de digerir.

Natalie Portman tiene la capacidad de trasmitirnos todo el dolor de la lucha sin usar artificios, muchas veces simplemente con su mirada. Es muy complicado para una actriz aguantar tantos primeros planos como aguanta ella en está película. Probablemente será una de las veces que más cerca estará el Oscar (sí, por otras cuestiones, no acabará consiguiéndolo). Para ello cuenta con la ayuda de un Director tan inclasificable como genial denominado Darren Aronofsky.

Cuenta Darren Aronofski que ideó en principio contar una historia de amor entre un luchador y una bailarina. Contraponer dos mundos tan diferentes como complejos. La forma más elevada de arte, la danza, cara a cara contra la más inferior, si es que siquiera se considera como tal, la lucha libre. Viendo los posibles problemas que podían derivarse de enfrentar dos mundos tan distintos, decidió separar las historias. La frágil bailarina ya no caería rendida a los fornidos brazos del hercúleo luchador. Comenzó entonces la preparación de la primera historia. ¿Qué se podía contar de la lucha libre? El relato crepuscular y decadente que nos ofreció el director de la mano de un Mickey Rourke pletórico fue sin lugar a dudas la opción más acertada.

Para dar forma a la historia de la bailarina, Aronofski se ha aliado con Natalie Portman. Su aparente fragilidad es sólo comparable a su fuerza interior. Una actriz que lleva mucho tiempo demostrando su valía en este turbulento negocio del cine. Portman está sublime en todas y cada una de las escenas de una película que nos cuenta el ascenso de una bailarina y su odisea por hacerse con el doble papel de cisne blanco y cisne negro para la representación de "El lago de los cisnes". Su indiscutible idoneidad para encarnar al cisne blanco se ve lastrada por su dificultad para simbolizar al cisne negro, papel por el que rivalizará con una recién llegada que saca a relucir sus demonios internos. Es aquí donde comienza esta majestuosa y escalofriante historia.

"Cisne Negro" es una cinta inquietante, perturbadora, profunda, magistral. Comparte con "El luchador" los esquemas cinematográficos, el empeño por diseccionar, analizar, de algún modo oscurecer el mundo de la danza tal y como hizo con la lucha libre, para, una vez comprendido, mostrarlo en todo su esplendor. Pero si "El luchador" era una película notable, engrandecida por la actuación de Mickey Rourke, esta es, sencillamente, una obra maestra. Que empiece la función.