Extraordinario

WONDER. 2017. Un relato de empatías

“sé amable, porque todos estamos peleando nuestras batallas”

A La hora de enumerar los valores que están presentes en esta película, me cuesta escoger. Puede ejemplificar tantas cosas a la vez, hay tanta sutileza en el relato que equilibra un muy buen guion.

Seguramente la fuerza de la madre, el sentido del humor del padre, y la ternura de la hermana del niño hacen que el relato sea muy equilibrado. La familia entera hace un trabajo de crecimiento ante la adversidad.
Lo que más me ha gustado de la película es como muestra el problema desde diferentes ópticas. Hay un acierto de pleno dividiendo la película, en las visiones que tienen el niño con la malformación, el amigo, la hermana y la amiga de la hermana.

Empatizamos con el padre o la madre desde el primer momento, y comenzamos a transitar por la visión de los otros personajes, al recorrer el interior de estos, vemos como cada uno hace su propio recorrido, su propio aprendizaje, y allí, en este acierto radica que podamos ser empáticos con todos los implicados y no solo con los protagonistas.

Un viaje de aprendizaje y crecimiento de muchos personajes a raíz de una situación inicial, tratado sin golpes bajo, con sensibilidad y buen humor.

El director y guionista Stephen Chbosky ("Las ventajas de ser un marginado" (2012), "Las cuatros esquinas de ninguna parte" (1995)) realiza en su tercer largometraje un drama preciosista, adaptación de la novela de 2021 de R.J. Palacio del mismo nombre. "Wonder" nos relata como un niño de 15 años de gran corazón con el síndrome de Treacher Collins va por primera vez a la escuela, allí nuestro protagonista va a tener que convivir con las burlas, el bullying... y también con la amistad y el reconocimiento. Sus compañeros y su familia también aprenderán varias lecciones de respeto y comprensión en este largo que viene a ser un "El hombre elefante" (1980) para todos los públicos.

El guion de Chbosky, Jack Thorne y Steven Conrad opta por realizar un enfoque familiar y "blandito"... para bien y para mal. La trama muestra más su cara amable que su cara abominable (aunque también hay retales de conflicto nervudo y drama soterrado), sin perder por ello un ápice de honestidad a unos avatares narrados con cordura y complicidad. Pero "Wonder" no deja de ser un relato que opta por lo sencillo y básico (y algo infantil y previsible, pues no dejan de ser situaciones de colegio), que a veces se pierde en nimiedades y rutinas, alargando así algunas escenas sin necesidad. Por ello la cinta de torna algo lentorra por momentos.

Sin embargo a "Wonder" le pesan más sus virtudes que sus defectos, pues no evita navegar en gran medida por situaciones de sincera ternura, y sabe transmitir un argumento de bullying (por culpa del aspecto de su cara, lo cual es bastante habitual en los colegios, por desgracia) vencido a base de coraje (sin dejar de lado a todos "los planetas" que orbitan alrededor de ese "sol" que es Auggie (Jacob Tremblay) que van evolucionando de forma natural con comprensión, valentía y amor (porque eso del "ser bueno por dentro" una persona adulta lo practica, pero a algunos niños hay que educarlos en ello porque no les sale a priori (a otros sí, que conste) como el film expone de forma cercana)) con bastante eficiencia.

Un desarrollo argumental aceptable en líneas generales, que se engalana con notas de humor sarcástico espabilado, una voz en off recurrente y otros recursos extradiegéticos que revitalizan el relato (incluida una delicada y sentimental (que no sobresaliente) banda sonora) y con unas actuaciones de categoría (que Jacob Tremblay es un "niño-actor" superlativo ya lo sabíamos tras su tour de force en "La habitación" (2015), pero aquí lo vuelve a confirmar con una desenvoltura inmensa a pesar de la prótesis que lleva en todo momento. Mientras que Julie Roberts en mayor medida y Owen Wilson en menor medida dan un punto de intensidad co-partícipe de lo más agradecida).

A esto se suma una puesta en escena refinada, de iluminación vivaz, con una combinación de colores astuta... aunque los planos de Chbosky sean de lo más usuales.

Y así con todo tenemos un conjunto que logra evadir... en un primer visionado (las revisiones pueden hacer exasperar a más de uno por momentos), un relato afable y que enseñará a niños y mayores lo verdaderamente importante de la vida (la comprensión, el compañerismo, el coraje, el cariño, el amor, el sacrificio, etc.). Es recomendable para todo tipo de público, pero no es un largo indispensable ni dentro de su género de "dramedy" (¡vamos, que esto no es "El hijo de la novia" (2001), "Pequeña Miss Sunshine" (2006) o "Campeones" (2018)! Es más bien un "Samba" (2014), "Bajo la misma estrella" (2014), "Antes de tí" (2016) o un "Ahora o nunca" (2007)).

Lo mejor: Me quedo con su planteamiento.
Lo peor: Diría que cuando la cinta se alarga en mundaneidades evitables.

-Para los que prefieran ser manipulados con la felicidad en lugar de con la pena. No necesitan cambiar de marca de pañuelos.
-Jacob Tremblay vuelve a conquistar los corazones del público con una interpretación carismática y conmovedora. Excelente Julia Robert.

Todo parecía apuntar a que esta adaptación de la novela homónima de R. J. Palacio sería uno de esos insoportables melodramas sentimentaloides de superación de anomalías físicas que tanto gustan en USA. Sin embargo he de reconocer que ha dado la sorpresa, porque el director Stephen Chbosky (“Las ventajas de ser un marginado”) ha optado por enfocar desde una perspectiva más liviana la historia de Auggie, un niño de 10 años con Síndrome de Treacher Collins que después de varios años aprendiendo en casa se dispone a empezar al colegio. El guion está escrito a dos manos, por Steve Conrad (“En busca de la felicidad”) y Jack Thorne (“Mejor otro día”); mientras que el reparto, encabezado por el adorable Jacob Tremblay (“Room”), lo completan Julia Roberts, Owen Wilson, Mandy Patinkin e Izabela Vidovic -entre otros-. Pónganse sus trajes de astronauta, entramos al mundo de Auggie Pullman.
Nos encariñamos con Auggie en seguida, prácticamente desde que nos narra su nacimiento. Es un chico inteligente, imaginativo, divertido, dulce y con la pizca justa de ingenuidad infantil. Le encantan las ciencias, Halloween y su dificultad para hacer amigos le lleva a refugiarse en el universo de Star Wars. Pero le toca empezar al colegio, debe alejarse de la seguridad de su núcleo familiar, conocer gente nueva y afrontar retos mayores. Debe salir al mundo, para que éste le reciba con los brazos abiertos. Por supuesto el desarrollo de la historia es tan previsible como almibarado, sin embargo las escenas superan su manido esquema gracias al encantador humor y a una personalidad propia, en ocasiones conmovedora. El motivo, un retrato honesto de los personajes y sus emociones, que se beneficia además de un fabuloso reparto.
Por ello la mejor decisión de la película es la de pararse a mirar al resto de personajes mientras mantiene a Auggie como centro de la narración. Gracias a eso la historia gana en autenticidad, se logra que nos encariñemos con los personajes, que pasemos por alto elementos complacientes y que podamos disfrutar de la excelente subtrama de la hermana de Auggie; con cameo de Sonia Braga incluido. El problema es que la decisión de tomar una perspectiva más liviana desemboca en hacer una película más artificial, por dulce; con una cercanía a la realidad meramente anecdótica. Chbosky y los guionistas esquivan cualquier situación problemática, cruda y realista, pasan con pies de plomo y rellenan los huecos con cucharadas de azúcar dando lugar a un mundo de profesores serviciales, familias ideales, abusones arrepentidos y finales felices. Un mundo en el que el sistema funciona maravillosamente. Todos acaban amando a Auggie, y aunque eso nos encanta, es algo terriblemente manipulado. Casi tanto como su conclusión: tramposa, falsa y trivial.
Chbosky ha querido hacer una bonita película sobre la empatía y aceptar a los demás. También una oda a la amistad en la que brillan los diálogos entre Tremblay y Noah Jupe. El problema es que su mayor virtud, conseguir que sus personajes sean humanos, encuentra la horma de su zapato en su mayor problema, introducirlos en un ambiente falseado que impide a la película ser algo más que una azucarada historia con final feliz. “Wonder” está repleta de buenas intenciones, y nos muestra como debería ser el mundo. Pero a veces es mejor tener razón, o en este caso ser realista, que ser amable.

Tiene mérito ponerse a hacer una película así, un género supertrillado. Es loable hacerlo y no caer de continuo en lo pasteloso, aunque se esté continuamente rozándolo. Y además todo está bien hecho.
Pero no deja de presentar un mundo idílico e irreal cuando la película pretende ser realista que un domingo por la tarde, si te lo encuentras en la tele, se agradecerá porque, ya digo, bien hecha está un rato, pero cuando voy al cine aspiro a cosas más innovadoras

Adaptación de la novela de R.J. Palacio (otra que se roba las iniciales del Profesor) en la que un pendejo de 10 años (Jacob Tremblay, Room) nacido con una deformidad facial, se esfuerza por encajar en su nuevo colegio. Nominada al Oscar en mejor maquillaje pero dudo que gane frente al laburo que le hicieron a Gary Oldman en Darkest Hour.

El pendejito más que cara de deforme, le han hecho una cara de boludo impresionante. La peli hubiera estado mucho mejor con algún tipo de tragedia durante el desarollo, pero la verdad, que más allá de los problemas de inserción en la sociedad, es todo felicidad y amor.

Hay una peli basada en un caso real de "el cara de banana", se llama Mask del año 85 y se va a la mierda, es triste y cruda, y esa si que se ganó el Oscar por el maquillaje, es impresionante.

Wonder vendría a ser una copia barata de Mask, sin embargo es entretenida, se deja llevar, y las actuaciones están muy bien.

Vas a tener niños estereotipados, el malote, la linda, el bueno, el traidor… el bullying, y toda esos temas boludos que a la gente de hoy en día le encanta, y que son fanas de pelis de Netflix.

Creo que el bullying al pibe no pasa por su deformidad sino por la cara de pelotudo que le hicieron, casi la misma cara de Owen Wilson, un poco más creepy hubiera quedado mejor.
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