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Wall Street: El dinero nunca duerme

Drama Secuela de la popular cinta de 1987 "Wall Street", ambientada 20 años después. Una vez puesto en libertad, después de cumplir una prolongada condena en prisión, el implacable tiburón de las finanzas Gordon Gekko (Michael Douglas) se siente desorientado dentro del mundo que en tiempos dominó. Buscando rehacer sus arruinadas relaciones con su hija, Gekko conoce por casualidad a Jakob (Shia LaBeouf), su prometido. Juntos proyectan apoyarse ... [+]
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Críticas 104
Críticas ordenadas por utilidad
29 de septiembre de 2010
21 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película continúa la saga de Wall Street, dirigida también por Oliver Stone, pero cuyos personajes principales no se repiten, salvo Gordon Gekko interpretado nuevamente, como no podía ser de otra manera, por Michael Douglas. Hay una aparición de Bud Fox (Charlie Sheen) el yuppie de la primera parte pero solo en forma anecdótica, referencial y laudatoria de la misma y de algunos personajes menores, entre ellos, el del mismo director que nuevamente aparece delante de la cámara tomándole el pulso al mercado de valores.
Gekko ha salido de la cárcel donde estuvo ocho años pero a estas alturas ya no tiene amigos ni familia. Su hija Winnie (Carey Mulligan) lo odia porque lo responsabiliza de la muerte de su hermano drogadicto. La pareja de Winnie, Jake (Shia Labeouf) es como una versión blanca y ambientalista de Bud Fox y trabaja como analista de créditos en un Banco de Inversión que se cruzará con Gekko en la presentación de su libro.
La estética del filme, la escenografía y su fotografía son los componentes que más llaman la atención en el filme. Ya no se ven los tonos fuertemente dorados y naranjas que envolvían Nueva York en la primera película; ahora son plateados metálicos. Este cambio es parte de un lenguaje visual que le preocupa mucho al director. En este caso el espectador capta que el escenario ya no es el de la clásica bonanza americana, donde un emprendedor codicioso y bien orientado podía ir en busca de ella respetando las reglas del mercado; sino uno más artificial donde el mundo globalizado está envuelto en una burbuja, la vida es pura puja y transacción, la especulación ha sido elevada a rango de ley y los delitos financieros son parte del quehacer diario.
Y vemos personajes como Bretton James que seguramente debe su nombre a la reunión de Bretton Woods donde se cambió, a fines de la segunda Guerra Mundial, el patrón oro en el comercio internacional por el patrón dólar cuando los Estados Unidos impusieron su dominio mundial frente a una destrozada Europa. Este personaje es el nuevo villano de la historia y es presentado como el modelo de delincuente que ha surgido de la Banca de Inversión sin ninguna regulación, que tiene influencias en el Departamento del Tesoro Federal, organiza millonarios rescates financieros y se aprovecha de la caída de competidores para imponerles condiciones.
La puesta en escena acude muchos a los simbolismos plasmados en pinturas, decorados, intensidad de la luz y el paisaje urbanístico, además de dividir en varias escenas la pantalla para dar la sensación de dinamismo y caos.
(continúa en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
GUSTAVO
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11 de octubre de 2010
23 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mejor hecha y más interesante que la primera, e igual de difícil de entender. Comprender lo que ocurre realmente aquí, con tanta jerga financiera y bursátil es como asistir a una clase universitaria de "energía molecular subatómica en los procesos de fisión nuclear en los compuestos derivados del benceno". O sea, que uno no pilla "bolla" de lo que dicen. Simplemente intuyes si es un palo para unos o para otros. Sin embargo, sí la encontré entretenida y bien llevada.

Buen papel de Michael Douglas; innecesario personaje el de Susan Sarandon y brillante Josh Brolin. Y, cómo no, insoportable Shia LaBeouf. No está a la altura del papel. Personalmente creo que a éste niño se le está dando más bola de la que merece, dado que como actor es bastante mediocre, y como reclamo comercial es bastante malo. De todas formas, alguien en Hollywood debe haberle visto algo, porque si no, no me explico como Oliver Stone lo llama para esta esperadísima Wall Street 2 o el Sr. Spielberg lo incrusta de mala manera en Indiana Jones 4.
NALODU
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6 de diciembre de 2010
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi profesor de Dirección Financiera de último curso de Económicas en Madrid, decía que si veías Wall Street y la entendías entera, entonces es que habías aprovechado los últimos cinco años de clase. Esto no lo podría decir con Wall Street 2 (WS2).

Esta película tiene tres lastres que la hunden en el abismo: El ego de Oliver Stone, el guión y el casting. Si recomendara alguna vez WS2 a alguien sería por la primera media hora donde, eliminando las apariciones de LaBeouf, Frank Langella da un soberbio recital de actuación. Se hace dueño y señor del film, nos atrapa pero cuando queremos más, el guión lo vomita.

El casting arruinó la película. Shia LaBeouf no encaja de ninguna manera en el papel de exitoso broker de bolsa. Es un niño de 15 años con los trajes de Michael Douglas encogidos. No han pasado 5 minutos y le entregan un cheque de un millón y medio de dólares por sus servicios. En este punto, la credibilidad de la historia es menor que la de la Reserva Federal de los EEUU. Lo único real de su papel es que tiene una novia muy fea porque nadie se creyó que este crío se ligara a Megan Fox en la guerra contra las máquinas.

Por encima de la historia de esta pareja de sosos, me interesa mucho más los tejemanejes de un envejecido y malvado Gekko en su combate contra los pesos pesados de los bancos de inversión. Desgraciadamente el guionista no coincidió conmigo. La trama no se centra en nada, y lo mismo se fija en un acabado y arruinado Gekko en su pelea por volver al ring y los tiburones tramposos actuales comandados por un insulso Josh Brolin (¿el nuevo Gekko?) que en la pseudo-crítica de la política monetaria americana por la crisis económica creada por las sub-prime o en la citada pareja de feos.

Por el medio, un patético cameo de Charlie Sheen (explicando la historia de su vida real) en un pulso con Douglas donde se masca la tensión al no saber a quién se le van a saltar antes los puntos de la cirugía plástica en una película donde los hombres por primera vez van más operados que las mujeres.

Por último el super ego de Oliver Stone, más grande que el de Gekko aunque no lo crean, lo empuja a aparecer en dos cameos en los puntos claves del film. Eso de aparecer como Hitchcock, perdiendo el autobús o algo así no llena mucho. Pero lo peor es su estilo videoclipero tan innecesario como artificial. Viene a decirnos que no se ha quedado anticuado, que aún mola el tío, a pesar de tener más años y más botox que Charlie Sheen.

Se critica el sistema financiero pero superficialmente y se meten topicazos de películas de medio pelo como la carrera de motos.

Como los productos financieros derivados, parecen una maravilla pero pueden ser puros truños. Éste es el caso.

Penita de Eli Wallach. Qué viejito está.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Iñigo Doblaje No Gracias
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9 de octubre de 2010
14 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la primera Wall Street, el cineasta Oliver Stone retrató el mundo de las finanzas desde su mismo punto neurálgico, sacándose de la manga a un villano de los que hacen época que, gracias a la labor de Michael Douglas, se convirtió en uno de esos mitos con los pies muy bien puestos en el suelo, capaces no sólo de inquietar al espectador sino de retratar muy bien el intríngulis, la tesis de fondo del filme. Una película que, vista ahora, resulta brillante en su primera mitad y un tanto floja en su desenlace, pero finalmente acertada tanto en fondo como, sobre todo, en forma. Los trascendentales e históricos ¿cambios? vividos en los últimos años en la economía mundial hacían viable una segunda parte de aquel filme.

Lo que hay que alabar de Wall Street: el dinero nunca duerme (frase que, por cierto, Gordon Gekko pronunciaba durante el metraje de la primera entrega) es el increíble dominio cinematográfico de Stone, capaz de compaginar en poco más de dos horas las distintas facetas de una trama donde todo está íntimamente relacionado y cohesionado. Drama familiar, datos históricos sobre la burbuja y el crack financiero, humor negro y retrato humano de la fauna que puebla los despachos del mundo del citado distrito, aparecen como un todo indisoluble que guía hacia delante una trama que no se detiene ni un segundo. Todo aparece explicado claro y diáfano en un relato apasionante bajo la experta mano de Stone, cineasta capaz de rebajar su belicosidad de izquierdas para amoldarse a los requerimientos de una superproducción de estudio sorprendentemente adulta para los tiempos que corren.

Todo eso es suficiente para recomendar el visionado de Wall Street: el dinero nunca duerme en la gran pantalla, por mucho que a la película le falte algo de verdadera emoción, sentimiento y suspense. Pero se trata de un filme entretenido, espectacular, didáctico (que no discursivo) y brillantemente contado, por mucho que tenga graves defectos, hasta cierto punto heredados y compartidos con la primera película. Así, las maniobras del dinosaurio Gordon Gekko y sus equivalentes actuales (retratados, aquí sí, como algo mucho más dañino que una personalidad individualista como la de aquel, cuyas garras nunca se extendieron al ámbito político) son relativamente previsibles y los giros finales provocan poco pasmo. Lo que atrapa del filme es su retrato humano y la forma de hilar un guión complejo en un conjunto muy equilibrado.

Sigo en spoiler por falta de espacio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
william muny
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18 de octubre de 2010
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oliver Stone tiene una carrera enfocada en dos ámbitos: el cine comercial de los grandes estudios y superproducciones (“Alejandro Magno” cómo ejemplo máximo) y su pseudo cine-documental (“Al sur de la frontera”) en el cual muestra más abiertamente sus creencias políticas y personales, pero, la mayoría de las veces, se entrecruzan.

¿No tenemos ni ideas ni una película de éxito hace años?¿Qué hago? Se debió plantear el Sr. Stone y que mejor que resucitar a su viejo personaje, Gordon Gekko, que tan buenos resultados y alabanzas le supuso hace más de dos décadas, cuándo el movimiento de los “yuppies” estaba en su máximo apogeo.

La primera media hora se hace interesante. Nos presenta a los personajes de una forma amena y entretenida (a esta parte no se la puede poner ninguna objeción, tal vez el abuso del movimiento de la cámara que produce cierto mareo): los nuevos personajes que van a ser el hilo conductor y el reencuentro con Gekko recién salido de la cárcel.

El resto no deja de ser una sucesión de pinceladas de una historia que no deja de ser previsible. De pequeñas y grandes venganzas. De “intentar” explicar cómo funciona el sistema económica internacional y Wall Street como el verdadero enemigo de la humanidad.

Podemos destacar como mérito que es uno de las primeras historias llevadas a la gran pantalla que intenta explicar el porque de la crisis actual mundial.

Su gran demerito y que hace que se desmorone totalmente la película es el funesto tramo final buscando un “happy end” edulcorado y redentor, sin pies ni cabeza que deja sin cabeza el tronco de la historia.

Nada podemos reprochar de la interpretación de los actores que hace más atrayente la historia (sobre todo Michael Douglas en el papel que en su día le doy el Oscar y le encumbro) pero ni eso es suficiente para ir más allá que una simple historia que podría haber sido más mordaz.
namusi
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