El niño

Descarnada y directa película con su merecida palma de oro.
Pertenece a un cine donde no hay concesiones. Unos personajes marginales, proyectan su escala de valores alejada de cánones habituales. El niño supone la justificación a una historia magníficamente narrada.
Jérémie Renier en su papel de joven padre delincuente, realiza un soberbio trabajo, cercano y real; destacando su casi ausente sensación de interpretación. Por momentos piensas incluso que te encuentras ante un documental.
Absolutamente recomendable. No defraudará.

Una novela de formación, sin discursos ni música, puros hechos, donde lo que enseña son los mismos hechos y sus consecuencias. Los hechos enseñan a sentir, el amor enseña a sentir. Conducta infantil, hiperactividad sin otro criterio que el beneficio inmediato. Las personas, como diría Marx, se han convertido en cosas. Hasta que se aprende a querer, a sentir, a sufrir. Como dice el tango:

Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir

Cuesta trabajo ponerle título a la crítica, porque la mayoría de los que he visto interesantes vienen a decir más o menos lo mismo.
Esta es la común historia de país desarrollado en la que dos niños encerrados en cuerpos adultos de repente se ven con un hijo a su cargo. Los dos se quieren pero afrontan de manera muy diferente la nueva vida que se les presenta: ella prefiere trabajar, mientras que él pretende seguir con sus trapicheos ilegales, con su desvergüenza y con sus caprichos, llegando incluso a tratar a su hijo recién nacido como mercancía. Aunque haya momentos en que se le odie a muerte, termina uno por darse cuenta de que lo único que le faltaba era un duro golpe que le hiciera madurar (ver SPOILER).

Lo mejor: la venta del niño, la huída de la policía y la visita final de la chica.
Lo peor: lo de siempre en este tipo de cine (ausencia de música, trucos de montaje, y demás "trampas" cinematográficas), pero no es nada grave si la historia ya engancha por sí sola.

Al estilo Dardenne, ese que ha enamorado en dos ocasiones al festival de Cannes, los hermanos belgas nos vuelven a traer una película libre de artificios, sobria, austera, honesta, como un pedazo de documental puesto sobre la mesa, en planos cortos, con una cámara sutil, apenas perceptible, que se limita a seguir a sus personajes allá donde van camino de su desgracia.

Sin discutir sobre la honestidad de la propuesta, sobre la capacidad de recoger un drama social de forma precisa y verosímil, como si de un Gran Hermano de la miseria se tratase, el problema que vuelvo a ver en los hermanos Dardenne (como ya recogiese en la crítica de Rosetta) es su mínima trama argumental que ni si quiera se define en el espacio-tiempo, si no que aparece como un retazo en la vida de estos adolescentes, que no se sabe de donde vienen ni adonde van, pues la película ni lo refleja ni da pistas claras. Este empecinamiento por dejar abierta una historia que ya de por sí tiene poco desarrollo, puede parecerle a algunos intelectuales del cine una metáfora de la inestabilidad de los personajes, pero para mi será siempre cobardía, el no definir una historia es siempre demasiado fácil, un quebradero de cabeza menos a la hora de elaborar un guión.

De nuevo muchos silencios, bastante expresividad gestual, e identificación de la cámara con la mirada del personaje, sin rasgar demasiado en las profundas hondonadas de los personajes, que se muestran pero en las que el guión no se introduce.

Nos queda una película donde queda más por completar de la parte del espectador que del director, y eso, insisto, es un recurso demasiado fácil y de una arquitectura débil que se desmorona ante la mínima incapacidad del espectador.

La pulcritud por rodar de una forma cuasi-documental, les lleva nuevamente a desechar los recursos fílmicos que sirven para adornar y ensalzar el acto narrativo. Aquí, los Dardenne prefieren los escenarios naturales a la escenografía y se olvidan completamente de la música como recurso narrativo, el resultado, demasiado sobrio, demasiado aburrido, aunque ligeramente mejor a lo que ya consiguieran con Rosetta.

Y es que al menos aquí, la interpretación del personaje de Bruno si me convence y las idas y venidas del bebé convertido en un paquete, en una mercancía, me producen al menos cierta intranquilidad y espero algo del futuro de la película, aunque sea más o menos previsible. Ese Bruno que se pasa el día fumando junto al carrito y que parece más infantil que el niño que lleva en brazos, es al menos una buena construcción de personaje, aunque no se profundice demasiado y se defina más por sus acciones que por su alma. En cualquier caso, los Dardenne siguen sin convencerme.

http://palomitasconchoco.wordpress.com

Creo que nadie puede dudar ya de la importancia de los hnos.Dardenne en el cine actual. Su cine con escasas concesiones, duro, directo, muy físico, no es complaciente con el espectador, pero nunca deja indiferente. Lo que cuenta el filme no ocurre en el tercer mundo sino en este primero, en un pais "muy civilizado". Ya sé que la mayoría no nos familiarizamos con los inmaduros protagonistas, pero ¿es que no existe gente así? Unas gotitas de Truffaut, unas cuantas más de Bresson, una cámara audaz pero sin el atontamiento de los Dogma y un tema de impacto hacen de esta una de las mejores del año.
Ahora bien, quien quiera ir al cine "a disfrutar", mejor se lo piense.
Y ese final, amigos...