Hotel Mumbai: El atentado

Excelente película Australiana, con un guión impecable de Maras, sobre los hechos reales del atentado al Hotel Mumbai que te atrapa desde el primer instante, durante 125 minutos te trasladas a la cultura india con la mezcla perfecta entre realidad y ficción, la recreación de los hechos trasmiten dolor, angustia, compasión y nostalgia al espectador.
Sin duda volvería a ver este film , porque no le encuentro escenas de "paja" para alargar la historia; cada personaje logra trasmitir su esencia con represiones muy arraigadas en las culturas asiáticas, podremos disfrutar todo su contenido: guion, iluminación,musicalización, fotografía, adaptación, movimientos de cámaras, fluidez en la historia, ambientación y actuación de primera.

El director Anthony Maras verde en éste rubro, nos trae una peli sobre terroristas con la diferencia de que sus héroes son personas como cualquier ser humano, el escenario es distinto a lo que venimos viendo, y el ritmo de la peli es magnífico, provocándote tensión en más de una escena.

El realismo puro y duro es lo que caracteriza a ésta cinta protagonizada por un impecable Dev Patel acompañado de otras figuras como Armie Hammer y Jason Isaacs.

Los huéspedes del hotel Taj Mahal Palace en Mumbai viven momentos de terror. Un grupo de terroristas paquistaníes invade el lugar y mantiene a las personas como rehenes durante 68 horas. Desesperados, un grupo de funcionarios y huéspedes toman coraje para intentar revertir la situación. Basada en una historia real ocurrida en el año 2008.

De las mejores entregas de éste género, digna de ver y ponerse en la piel de todos sus protagonistas.

Estreno en las salas comerciales españolas un poco tarde, puesto que es del 2018. Como no sé los motivos paso a comentar lo que me ha parecido.
Creo que, en líneas generales, es evidente que resulta entretenida y, sobre todo, interesante, aunque también falta de verdadera reflexión sobre los acontecimientos narrados, ya que, sobre todo, prima la espectacularidad, la acción pura y dura, aunque tiene suficientes escenas llenas de tensión e intriga, que te mantienen en vilo y hace que te resulte interesante en todo momento.
Es verdad que su ritmo es muy irregular, con momentos de mucho movimiento y acción como el tiroteo final, junto a otros en los que todo se ralentiza aunque es comprensible pues corresponde a las escenas en las que huéspedes y trabajadores del hotel deben permanecer en silencio para no ser oídos por los muy jóvenes terroristas.
No hay mucha imaginación en la puesta de escena, pero resulta funcional.
Además, tiene el valor de que lo narrado (el atentado) fue real, lo que le otorga credibilidad a la historia, no tanto, supongo, a las pormenorizaciones relativas a los distintos personajes, donde supongo que habrá cosecha propia de los dos guionistas.
Es algo larga para lo que cuenta y se notan sus minutos pero al final deja buen sabor de boca y prima lo positivo sobre lo negativo.

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El ser humano puede ponerse a pegar tiros o sablazos o porque es rico y poderoso o porque es pobre y mísero. En cualquiera de los dos casos siempre le viene bien llevar una bandera de colores con la que arroparse del frío moral y un dios que le prometa el paraíso por si aparece algún remordimiento. En Bombay o Mumbay en la India en el 2008 un grupo de los segundos a las órdenes del titiritero maestro de turno repitieron una vez más la función más representada de la historia: una tragedia. Murió mucha gente una vez más, muchos peones y algún alfil con el resultado de siempre; retornar a la casilla de salida de ricos y pobres y volver a empezar con menos poder de movimiento por aquello del miedo y del orden.

Los atentados que tocaron no solo al hotel Taj Mahal sino también al Oberoi (en el que se escapó por los pelos nuestra ínclita “Espe” Aguirre) y a otros lugares públicos han tenido media docena de versiones en las pantallas grandes y pequeñas. Esta última con la que se estrena como director, el guionista y productor australiano Anthony Maras no pasará a la historia. Maras ha aplicado la plantilla del cine de catástrofes donde el espacio en el que transcurre la acción suele ser el auténtico protagonista y lo ha poblado de personajes planos y anodinos que van cayendo como muñecos del “pin pan pun”. Los auténticos hombres y mujeres que vivieron ese calvario se merecian sin lugar a dudas otra cosa mejor que una película comercial sobre la angustia que sufrieron.

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Basada en traumáticos en grado sumo hechos reales, relatados ya en 2009 en el documental "Surviving Mumbay", esta buena película, dura y emotiva, demuestra su carácter de coproducción con un reparto internacional, de eficaces aunque no muy conocidos actores.

El más famoso de ellos es el cada vez más consolidado Dev Patel ("Slumdog Millionaire", "Lion"...) que vuelve a lucirse en un papel que hace suyo completamente.

Coescrita por el propio director, la cinta sorprende por la crudeza de sus imágenes, y consigue mantener el interés del espectador en las peripecias de unos personajes con los que se logra empatizar.

Cuenta con una producción solvente, y logra esquivar el riesgo de ser sólo un film de acción, al presentar los hechos y a sus autores con una dosis de contexto que añade empaque a la película.