Amor de vinilo

Cargada de nada; lenguaje muy amable, personajes que a los veinte minutos te das cuenta que no soportarán la carencia de trama, durante una hora más... y por supuesto, tú tampoco.

¿Que importa que Ethan Hawke resulte convincente? o que el resto acometan su trabajo con oficio pero sin pasión. Bueno... tampoco es que lo requiera, porque el guión se desliza sin mojarse ni mancharse.

Resumen: Un pequeño muermo.

Esta es una película romántica que se podría calificar de sencilla, en el sentido de que no tiene grandes complicaciones, ni artificios, ni mensajes subliminales.

Sin embargo sencilla no es sinónimo de fácil. Aquí se nos muestra una historia algo menos tópica y edulcorada de lo que en principio se podía pensar, aunque sortea con amabilidad la dura realidad de la vida. Una historia que se sigue con interés y empatía. Tiene, además, excelentes actores, naturalidad, sentido del humor, dialogos ingeniosos, y buena musica. Mucho más de lo habitual.

Yo lo pasé muy bien,

Nostálgico. Así te deja esta película, con la sensación de un anhelo indescifrable. De principio a fin te capta, te va dando toques de atención a la mente y te saca carcajadas desde el corazón. Comedia romántica distanciada donde hay más trasfondo que historia. Es fácil perderse en la magnífica música que acompaña los sentimientos que afloran al ver cada secuencia. Ethan Hawke protagoniza y cuenta con una escena a mitad del film que te hace palpitar... Me recuerda mucho a "Antes del amanecer", no por lo que cuenta, sino por la esencia. Rose Byrne, en cambio, te muestra la historia que muchos podríamos estar viviendo o sentir que hemos vivido alguna vez, siempre perfecta.

Es la película que eliges ver, una vez cada cierto tiempo, para no conformarte con la realidad ni con el amor. Se te escapa entre los dedos y no debes dejar pasar la oportunidad de verla.

Simpática película en la que se mezcla la comedia, el drama y situaciones algo disparatadas.
Uno de los personajes principales del film es Ethan Hawke (demostrando que es un actor todoterreno del cual parece que Hollywood se ha ido desprendiendo en pro de otros actores de dudosa credibillidad escénica) que aquí interpreta un tipo que ha dado más vueltas que una peonza, y es que el papel de él parece como una continuación de su personaje en "Reality Bites".
Pero volviendo al film que ahora ocupa, diríamos que quien destaca por encima de todo es Ross Bryne: en su interpretación vemos todos sus miedos, inquietudes y anhelos de hacer cosas que parecen haber quedado ahogadas en sus años de convivencia en pareja.
Para mí lo menos positivo son los personajes de Chris O'Dowd y Lily Braizer, que tienen su gracia en la primera parte del film pero, como si fueran una mala canción, se nos acaban haciendo repetitivos a medida que va avanzando el metraje.
Al final de la película la balanza queda más que equilibrada en cuanto a resultados, dejandónos un buen sabor de boca.

Hablar de cualquier película basada en una novela de Nick Hornby, reincidir de nuevo en los retratos de teenagers cuarentones que perviven anclados en su condición de eterno adolescente -jamás trates de descuidar así tu aspecto, salvo que seas Ethan Hawke o John Cusack- y trufarlo todo con las dosis justas de nostalgia poprockera para envolverlo bajo un tamiz inocuo de comedia romántica -donde ella ostenta el mayor grado de madurez, y él de peterpanismo crónico-, suena casi tan viejo como lo es ya, tanto para fans como detractores, y algún tímido defensor -ahí es donde me sitúo yo-, la ristra de adaptaciones en torno a todo lo que salga de las manos del autor de 'Alta fidelidad' y 'About a boy'. No obstante, y sin estar basada en ninguna obra suya, ubicaría también dentro de ese espectro cinématográfico de influencias al que, a día de hoy, sigue siendo mi trabajo predilecto de Rose Byrne, 'Adam' (2009, Max Mayer).
En lo tocante a 'Juliet, desnuda' (2018, Jesse Peretz) me gusta fantasear con cómo su premisa sobre una pareja cuya relación se pone patas arriba cuando ella (Rose Byrne) traba amistad con el ídolo musical (Ethan Hawke) de la adolescencia de él (Chris O'Dowd), podría haber funcionado como una eficaz prolongación del corto 'Cariño, me he follado a Bunbury' (2018, Teresa Bellón & César Calvillo). Es casi tan tentador como suponer si los cargantes personajes de Chris O'Dowd y Lily Brazier -como hermanita de la protagonista- me habrían generado algo menos de apatía de no estar tras ellos la sombra de Judd Apatow, productor de esta cinta. Hacía años que no presenciaba un tratamiento tan pueril, vergonzoso y plano de todos los estereotipos gays posibles: una joven lesbiana que viste camisas a botones, con el pelo rosa y siente impulsos de acostarse con todas las mujeres que se le cruzan por delante.
No existen más acicates (o pegas, según se mire), al margen de los que acabo de exponer, en este 5° largometraje del televisivo Jesse Peretz ('Girls', 'Nurse Jackie', 'New Girl'), y más sabiendo de qué pie suele cojear el antaño fundador de The Lemonheads: facturar un cine indie amable, sin transgredir ni revolver el gallinero, pero salvando los muebles de cara a un público hipster y elitista. Podría emplearse esa misma definición para describir parte de la filmografía de la mayoría de estrellas que han trabajado con él: Paul Rudd, Amanda Peet, Jason Bateman, Zach Braff, Zooey Deschanel, Elizabeth Banks... etc. ¿Para qué engañarnos? Esta gente son un género en sí mismo, y probablemente todos le encienden cada noche una velita a Cameron Crowe antes de acostarse. Ahí viven en su rinconcito, y no molestan a nadie.