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Orfeo negro

Drama. Romance Ambientación del mito griego en el carnaval de Río de Janeiro. La bella Eurídice visita la ciudad brasileña en vísperas de su famoso carnaval, invitada por una prima que vive en los arrabales. Hasta allí llega en un tranvía cuyo conductor, un guitarrista llamado Orfeo, queda prendado de sus encantos. Sin embargo su relación se verá empañada por las sospechas de su celosa novia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
20 de junio de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me toca defender a este curioso Orfeo, conductor de tranvías, experto bailarín y con un corazón que cuando toca latir de verdad no le cabe en el pecho. No es una obra maestra desde luego, pero creo que tampoco son justas las críticas que se puedan leer. No es un tostón, no es aburrida, verla no es tirar el tiempo. Para mí es una curiosidad bien entretenida. Es una maravillosa mezcla entre Blaxploitation brasileña y mitología griega, no sólo aparece Orfeo y Eurídice, es que hasta sale Hermes y el can Cerbero. Y la muerte por supuesto, que viene a fastidiarles el Carnaval a nuestros personajes.

Así que puede que moleste ver a un montón de gente bailando, porque no paran desde que nuestra bellísima Eurídice llega a Río de Janeiro y en cada rincón, detrás de cada esquina, hay música y sonrisas. Puede que Marcel Camus abuse, pero a mí me parece que debió pensar: ya que lo hago, que sea a lo grande. Y abusa sin piedad. Aquellos que disfrutan con otro tipo de cine, que para mí es de aburridos, se ofenderán con nuestro "Orfeo negro". Hay un extremo incomprensible en el que hay un tipo de cine al que yo llamo castañas sobrevaloradas y que dan miedo. "Orfeo negro" no pertenece a este grupo, es puro colorido, una gozada en el aspecto visual.

Pero no es perfecta, el que conozca sólo un poco de qué va el mito de Orfeo ha de saber cómo pueden ir las cosas. Y esa parte final, apenas los últimos 25 minutos, cuando el Carnaval ya es lo de menos y hay que acabar la película, es cuando más me decepciona la película (spoiler, lógicamente). No por los niños, bendita estampa, que cantan, tocan la guitarra y bailan para que salga el Sol. ¡¡Qué maravilla!!; ¿cómo es posible decir que la película es mala habiendo visto a esos tres niños bailar así, con las favelas al margen? Para no ovidar...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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9 de octubre de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Marcel Camus, director francés que dio más preferencia a los escenarios exóticos que a tener en cuenta las historias que planteaba, rodó su film más conocido en el marco de ese Brasil carnavalesco que aún no conocía el mundo entero y que se convertiría en el gran y bello escenario paisajístico, desde el panorama de las coloreadas y pintorescas “ favelas” y en que se desencadena el mito de Orfeo como transfiguración contemporánea del mito clásico. La historia (basada en el musical de Vinícius de Moraes "Orfeu da Conceiçau") se repite en una procesión de samba, bossa nova, color y una fantástica ambientación de un Rio de Janeiro que, desde una perspectiva actual, desconoceríamos sino fuese por la omnipotente presencia de símbolos como el Pan de Açucar o el Cristo del Corcovado (cuyas presencias apenas se aprecian en fugazes segundos planos pero que justifican la veracidad que tenia Camus de poner en escena unos realistas panoramas de postal).

Orfeo (interpretado por Breno Mello, un ex-futbolista que llegó a coincidir con Pelé en sus mejores épocas en el terreno de juego) es en ese marco pre-carnavalesco, un conductor de tranvías que, comprometido con Mira (Lourdes de Oliveira) invita a la bella Euridice (Marpessa Dawn) a subir hasta el último trayecto donde apoyada por Hermes (Alexandro Constantino) y cobijada en la casa de su prima Serafina (Léa Garcia ) propiciará un inevitable reencuentro entre ambos, y en un telón de fondo amenizado intermitentemente por el baile y la música como apasionado cobijo de una historia de amor creciente durante la larga noche que les espera.

Inevitablemente el mito se repite. La Muerte, representada entre el jolgorio y el bullício que se desencadena en plena madrugada, y que arrebatará el destino de sus protagonistas, es un actor más en esa coreografía de samba y color. Camus, en algunas imparables secuencias del baile desenfrenado iniciado desde el minuto cero de película, expone sin reparos, la esencia de la música brasileña. El film obtuvo notoriedad en ese aspecto ya que dió a conocer la cultura y el folclore brasileños, ganando la Palma de Oro en el Festival de Cannes y el Oscar a la Mejor Película Extranjera, por Francia lo que parte del equipo técnico y del repertorio de la película, de origen brasileño, mostró su descontento. Eso repercutió de que en Brasil la cinta tuviera una tibia acogida en su estreno, no así en el resto del mundo.
Natxo Borràs
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5 de octubre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mito griego trasplantado al carnaval de Río. Buena mezcla; festiva, trágica, feliz.
Un cierto primitivismo y candor presiden este experimento jugoso. Humor cálido (los líos falderos) y mucha ternura (se remansa con ella, le calma).
La belleza, la juventud y el amor puro asediados por el inframundo, por la misma muerte (disfrazada, felina, sin prisa, sabe que siempre vence). La eterna pugna, siempre perdida por la alegría, entre la tristeza sin fin y la fugaz felicidad.
La historia es sencilla y conocida. La narración es esquemática, se queda en el puro hueso. La música como sinónimo de luz, amenazada por la negra noche, por el destino aciago, marcado. La vida como un pequeño soplo, sonoro, entre dos silencios infinitos.
La realización casi documental es un logro. Los actores están bien elegidos y la música, también. Un realismo expresionista, visualmente arriesgado y variado, de colores fuertes, chillones, con tendencia a lo oscuro, a las sombras y al mal (representado también a través de, brillante idea poética, ese edifico inmenso o quince pisos llenos de papeles inútiles, abandonados). El conjunto es humilde, abigarrado y bullanguero. Una curiosidad querible, disfrutable, rica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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26 de junio de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1960 hubo dos películas que prácticamente monopolizaron todos los premios: "Ben-Hur" del afamado William Wyller y este "Orfeo negro" segunda cinta de un habitual ayudante de dirección que daba el salto a la inmortalidad con esta película y que nunca más pudo repetir éxito en su posterior y escueta carrera como director en la que incidió dos veces más en temas brasileños.


El cuarentón Camus andaba durmiendo en las playas para ahorrar del escaso presupuesto que tenía para la película y deambulaba por las calles brasileñas lo que le permitió acercarse más a la idiosincrasia de sus gentes amén de encontrar a su protagonista masculino principal, un futbolista sin experiencia en la actuación.

El mito clásico de Orfeo y Eurídice en la obra teatral del poeta y músico Vinicius de Morales del 54 es la base para esta antítesis explosiva, vital, sensual y colorista de la versión existencialista en blanco y negro que sobre el mismo mito realizó Jean Cocteau en el 50.

Su gran éxito en parte debe ser contextualizado por el carácter "exótico" que un país como Brasil ofrecía para la comunidad internacional, con su carnaval y con músicas como la samba y la bossa nova. La película contribuyó de manera esencial al conocimiento y difusión de ambos, así como de un Brasil que no quedó contento con la película a pesar de financiarla porque decían daba una imagen demasiado folclórica de su país. El que estuviera interpretada exclusivamente por negros también supuso un plus añadido a su impacto. Y aunque bebe más del neorrealismo, los aires de libertad que trajo la nouvelle vague a la que no pertenecía Camus influyeron en la atmósfera propicia para su éxito.

Así pues a estos ingredientes, sobre todo los musicales hay que añadirle la sobresaliente fotografía en color en su momento de Jean Bourgoin, las notables interpretaciones frescas e ingenuas de su elenco no profesional y una brillante dirección de Camus que saca el máximo partido del entorno y sus gentes. El mito pone el contrapunto dramático necesario y todo acaba por encajar. Si acaso un exceso de metraje y cierta reiteración de las escenas del carnaval. Vista con la mirada de hoy aún asombra su vitalidad aunque todo aquello que sorprendió en su momento hoy lo tengamos muy asumido.

cineziete.wordpress.com
ELZIETE
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19 de febrero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empieza la película y piensas que estás ante una obra maestra del cine: ¡vaya planos! Pero pronto todo se desinfla por culpa de un guión igual de pobre que los personajes de la historia.

La co-protagonista, Eurídice, hace parecer lista al personaje de Frances McDormand en "Fargo". Y el de Orfeo, ese de quien todas se enamoran, se tiene que pasear media peli con un disfraz bastante hortera.

Nuevamente una obra en la que la producción y la fotografía está por encima del guión; una curiosidad exótica de "mito griego sureño" sobre enamoramientos en un día, muertes proféticas y poco más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lightboy
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