Los placeres ocultos

No vamos a irnos de la olla, ni Eloy de la Iglesia es uno de los mejores directores del cine español, ni mucho menos "Los placeres ocultos" es una obra maestra. El director está lejos de la excelencia, aquí y en general en su filmografía, pero hay que reconocer los méritos de cada uno en su contexto y en su momento. Una película así es mala hasta en su título, que a mi parecer es engañoso y explica menos de su real valor, o al menos el valor que creo que sí tiene. No suspendo y hasta encuentro que merece mejor nota en la escala de estrellitas de FA por la valentía a la hora de atacar un tema tan silenciado en el cine durante la dictadura fascista.

Lo duro no era vivir dentro o fuera del armario, el adverbio daba igual, lo doloroso era tener puesta una etiqueta que te acabaría discriminando de una manera u otra durante esos años setenta (mucho más antes y también después): todos sabemos lo que significaba ser homosexual durante la dictadura. Lo que me sorprende es que esta película se firma en 1977. Si esto no es echarle un par, no sé qué puede ser. La película es bastante irregular, con unas interpretaciones espantosas y un montaje horroroso. Curiosamente, pese a tratar el tema de la homosexualidad masculina, hay una cantidad enorme de planos de pelambrera femenina, con esos colosales matorrales en los que es imposible distinguir más allá de la espesa selva peluda de la entrepierna.

La historia es la de un pobre hombre y su tristeza, la tristeza de llevar a cuestas una condición y no ser libre con esa losa. Más que placer oculto yo hablaría de algo más profundo, pero reconozco a los valientes en seguida, porque suelen estar rodeados de cobardes: Eloy de la Iglesia era rotundamente un valiente.

Los placeres ocultos es un film tosco en su apariencia exterior, y valiente en el subtexto.

Recién muerto el dictador, estamos ante una de las primeras películas comerciales españolas en mostrar abiertamente los aspectos sórdidos de la homosexualidad reprimida de la época. De realización tosca y con un desarrollo dramático a trompicones, contiene un trazo de personajes muy verosímiles, con espectaculares interpretaciones de Charo López y Simón Andreu.

Las relaciones sexuales como reflejo de relaciones de poder, el film presenta apuntes sobre la sociedad española postfranquista de valor sociológico impagable. Desacomplejada y visceral, es honesta y valiente al mostrar las diferencias de clases y el conflicto interior de su protagonista sin maniqueismos o morbos innecesarios.

No es un film redondo pero tiene momentos brillantes (la dinámica de familia que establece el protagonista con su objeto de deseo y la novia de éste, o la conversación con la madre del protagonista antes de que fallezca) por intensos, sinceros, aunque toscos. Hay mucha verdad en esta historia y se nota.

Me sorprendió que en esos años se hiciera una película que hablara sin tapujos sobre la homosexualidad. Y me ha gustado que se tratara con respeto este tema que era y sigue siendo, un tabú. El trabajo con los actores es muy bueno. Solo diré que la película me enganchó, y eso que pensaba, antes de verla, que sería un bodrio.

Película icono de esta época de transición y cambios en la España post-franquista.
Eloy de la Iglesia se atrevió a filmar esta historia de un tema tabú como era la homosexualidad y hay que reconocer su valentía. Volvió a tocar el tema con El Diputado y otras más.
Excelente Simón Andreu y Tony Fuentes en los papeles principales y con Queta Claver también estupenda así como la entonces exuberante Charo López.
El mérito de la película no reside tanto en el argumento sino en la denuncia social que hace sobre el tema, planteándolo de forma seria y sin estridencias para remover las consciencias puritanas, sin abusar del morbo

Sí señores, en el siglo XXI ver una peli como Los placeres ocultos, sería de lo más normal, en una época donde ya la gente si quiere, no tiene ni porque tener género. En fin. Pero en el año 77 hablar de la homosexualidad, no era tan sencillo.

Eloy de la Iglesia se atreve a traernos la historia de Eduardo, un homosexual no reconocido "socialmente" quien debido a su magnífica posición social (es director de una sucursal bancaria) puede llevar esa doble vida sin que su entorno más cercano sospeche demasiado.

Uno de sus hobbies es conducir hasta la zonas "oscuras" de la ciudad donde deambulan chavales ávidos de dinero fácil para marcharse por ahí con Eduardo. Este a pesar de lo que pueda parecer, lo lleva todo con bastante discreción, a pesar de que los chavales se los lleva a su casa. Los trata bien y les paga cosas. Hasta el momento su mundo camina por suelo firme.

Todo cambia cuando un día se fija en un chaval que mira un escaparate de motos, Miguel. Su mundo cambia por completo, porque a pesar de que el chico ni es homosexual, ni quiere serlo a pesar del dinero que puede flotar en el aire, la vida de Eduardo comienza a tener una perspectiva diferente. Pero todo se vuelve más trabado cuando de por medio entra la novia, la amante y los colegas del chaval. No todo será un camino de rosas.

Interesante película sobre el mundo homosexual y su visión de hace más de 40 años.