Haz click aquí para copiar la URL

El pájaro de la felicidad

Drama Carmen, una mujer dedicada a la restauración de obras de arte, sufre un ataque sexual poco después de reencontrarse con su único hijo. Pero el trastorno psicológico que ella sufre no afecta al hombre con quien vive. Hondamente decepcionada, decide emprender por su cuenta un viaje al pasado. (FILMAFFINITY)
<< 1 2 3 >>
Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
19 de octubre de 2007
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por ser de Pilar Miró, por su reparto, por el autor de la música,por algunos de los actores, la promesa de una buena fotografía,etc., incita a verla. Y, efectivamente, una vez vista y tras algunos ratos de aburrimiento y miradas al reloj para ver si faltaba mucho para que finalizace, me ha decepcionado. Con una pregunta que me he hecho a mí mismo si de la felicidad se trata:¿No puede estar también en la soledad esa felicidad?
Klimt
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
30 de mayo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En muchos aspectos estamos ante una película atípica dentro del panorama del cine español, ya no de los años noventa del pasado siglo, en general del cine español de cualquier época. Y que Miró, con una lentitud y una maestría magníficas, nos lleva por el laberinto personal de una mujer madura a la que su vida personal le sobrepasa. O mejor dicho, no la colma plenamente.

La búsqueda de la felicidad, del sitio que debes ocupar, de las personas con las que quieres relacionarte, la relación con el pasado y con aquellos que formaron parte de tu vida, el entorno que necesitas para ser feliz o acercarte al menos a ese estado. Todo eso, con una fotografía y un vestuario exquisitos, con una manera de rodar que poco tendría que envidiar a Rohmer, por ejemplo, nos lo cuenta Pilar Miró en una película casi redonda, con sus silencios elocuentes y con una actriz enorme. Y es que es muy complicado imaginarse esta película sin Mercedes Sampietro, magnífica.

El resto del reparto, incluso en sus papeles más pequeños y casi insignificantes, es una maravilla y está perfectamente seleccionado. Carlos Hipólito y Aitana Sánchez Gijón, casi unos niños; Asunción Balaguer y Mary Carmen Prendes, enormes.

Cada diálogo es una reflexión sobre la vida y nosotros mismos. Me alegro mucho de haber recordado esta película y de haberla revisitado.
melchorin
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
19 de noviembre de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alcaine, Pilar, Camus, Sampietro y Savall, quién da más, vaya quinteto, de la muerte.
Preciosa fotografía, el hipo quita, gran dirección, pulcra, minimalista, cuidada, muy buena escritura, preciosa, y delicada música y actriz sobria y altiva, en su línea, interpretación de altura, la pantalla llena como se decía, de qué te quejas si además apenas hablan, lo justo y necesario, y es un deleite para los agitados confusos sentidos, postal y maravilla, sorda algarabía, albricias.
La soledad es derrota y abandono, poder y fuerza, debilidad y dependencia, grandeza y agonía, es un vicio (nefando, todos lo son), adictiva, quiero más de eso, pero nunca es suficiente, la no soledad es carencia, inercia, tendencia, necesaria, te distrae y aburre, cansa y agota, enriquece y entontece, refuta, te llena y entristece, te abre las puertas y después de golpe te las cierra, te hace o vuelve más dependiente, la cola y la sardina, los dos extremos se tocan y potencian y todos queremos casi lo mismo, que nos quieran, que no nos molesten, que nos atiendan, que nos dejen tranquilos, máximo placer o bienestar a cambio del menor dolor o sufrimiento posibles, no me salen las cuentas, esa es la lucha, en eso consiste, en obtener todas las ventajas de la libertad solitaria sin perder ninguno de los privilegios de la compañía más o menos promiscua abigarrada, y todo no se puede, pero se intenta, no se ceja, más unos que otras y viceversa, ahí está la trampa, la pelea, la zanahoria, el malentendido, unos son más caraduras, otros más honestos, los que hay que incluso se hacen trampas al solitario, tan acostumbrados están a engañar al prójimo (el deporte más practicado), y muchos son tan egoístas, brutos o lerdos que no se enteran de que para sacar provecho del otro, hay que fijarse en él, de alguna manera quererlo, tener algún gesto, de lo contrario o tienes todo el poder o la cosa se complica, y también es cierto lo contrario, el timo de la estampita, que hay víctimas tan avariciosas, simples o burdas que facilitan al depredador con su contumaz estulticia la tarea, nada en exceso, cuestión de equilibrio(s), el infierno son los otros y uno mismo, el cielo siempre está a la espera, llamada perdida.
Todos los personajes y las situaciones se mueven en la más pura y absoluta ambigüedad, titubeo y duda, oscilan, se indeterminan, fluctúan, son cambiantes e inestables, desde el hijo que no se sabe si va o viene, si se queda o marcha, si pide dinero o permiso para con viento fresco marcharse lejos, hasta la mujer de este, gorrona o necesaria, madre o ausente, pasando por el ex Homar, esas buenas maneras tras las que se agazapan la tensión y la pena, el ex Dicenta, buena charla, buen actor, perrera, ella parece que escapó, di no a las amorosas cadenas, Sacristán que es su espejo, el gato y el ratón, al escondite o pilla pilla juegan, otro solitario desesperado y con el colmillo retorcido que a duras penas soporta la ansiada reclamada buscada soledad, parajoda, y finalmente ella, la reina de las nieves y de la fiesta y de la casa, tortuosa y torturada, sensible y magullada macanuda, orgullosa y muchas veces borde, atrapada en su propia tela de araña, vulnerable y libre, elevada y rota, fin o no de camino.
Es una de esas películas que intenta por todos los medios marcar paquete intelectual y lo bueno es que puede, se lo permite, se da (el) gusto, onanismo y sexo generoso, amor para todos, y además no resulta pedante, a lo sumo en ese aspecto inocente, cándida en su afán solemne con denuedo, y a pesar de su aparente aridez o frialdad es una obra muy cálida y cariñosa, enjundiosa, que comprende y (se/¿nos?) perdona, que le duele y (se) aguanta, no estalla, es pudorosa, tiene decoro, no monta escándalo ni hace pucheros o se vuelve mártir, sabe que todos pecan o yerran a mansalva y que nadie tiene derecho a juzgar a nadie, se hace lo que se puede y ni por esas.
Este cine ya no se hace, o es demasiado reducido, minoritario o festivalero, se perdió la posibilidad de unir lo culto y lo popular, ahora cunde más lo chabacano y el panfleto, no hay ganas de perder el tiempo, de ilustrar a nadie, mejor adoctrinarlo o sacarle los cuartos (lo cual viene a ser o concluir lo mismo), rápido. Esa es otra, aquí no hay moral reinante que valga la pena ni dirección ni sentido ni Dios ni rey ni patria ni género y hasta las obvias derivas pijo izquierdistas progre socialistas arribistas son cuestionadas, sino directamente ridiculizadas o en el mejor de los casos con cierta nostalgia en la picota puestas, pasados de fecha, caducados, amortizados, ya a esas alturas, hicieron cosas buenas, antes, al principio de todo, no ahora, eso dice ella, perdió la esperanza en sus compañeros de sueños o querencia.
Es un poco ¿o no? como el Fuego fatuo de Malle, cuando todos los caminos llevan a Roma, a la parca, la tumba.
Lo malo, ya puestos a huir hacia ninguna parte y no asumir la debacle, es no estar muerto, ole, bravo, perfecto cierre, la playa de los galgos, el ascetismo esencial un tanto pesimista del guionista Mario, su amor por la literatura, su escepticismo agrio y sabiduría recia, del mundanal ruido rechazo, de la mediocridad y el barullo, la vida entendida como un difícil accesis, más la mirada desgarrada de Pilar siempre herida, escindida entre su deseo de vivir/ser aparte, de imponerse o no plegarse (a todo, a las limitaciones de la vida, del cuerpo, de las ideas y las personas) y la necesidad insoslayable de tener a alguien, algo a lo que como un clavo ardiendo agarrarse mientras al vacío cae, tormento y gracia, un perro que la ladre, un bebé que la acompañe, tras el ruido está la luz, o la supervivencia, desnuda, despojada.
Baroja, cuadros, música barroca, González Ángel, silencios, sutileza, en ese sentido casi que desentona la violación masturbatoria cutre chunga y el viaje efímero a los bajos fondos, a los infiernos más o menos pavoroso descenso, ante un despliegue de tal exquisitez burguesa satisfecha bien pagada y alimentada, será por pasta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un guión muy trabajado, con un desarrollo de las situaciones y de los personajes, en especial de la protagonista, asistimos a una buena película , maravillosamente interpretada por todo el conjunto de actores y actrices, está, perfectamente dirigidos por una gran directora, que sabe en todo momento jugar y manejar los tiempos, los acontecimientos y cada uno de los personajes.
maria josep
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
22 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pájaro de la felicidad es una película dirigida por Pilar Miró en 1993, sobre un guión de Mario Camus, música de Jordi Savall y fotografía de José Luis Alcaine. La belleza compositiva de las imágenes en esta agridulce película nos lleva hasta el mundo interior de la realizadora y su personal modo de ver el mundo introspectivo a través de Carmen (Mercedes Sampietro) bañado en un mar de contrastes y emociones de una delicadeza palmaria inicialmente interrumpida por la dura violencia de algunos descerebrados callejeros. La entereza de Carmen la lleva a recapacitar, a plantearse las cosas, es como si el ruido seco de un inesperado aldabonazo hubiese golpeado, removido su yo más profundo.

La relación familiar no pasa por su mejor momento buscando refugio en el mundo de la restauración artística, situación determinante a la que decide ponerle cota tras algunos enfrentamientos emocionales del entorno familiar en un abarrotado mundo de emociones que necesita distanciarse, poner orden en su vida interior y encontrarse con sus propias emociones con su vida más intima después de la visita a sus progenitores: la madre (Mari Carmen Prendes) y el condescendiente padre (Jordi Torras).

Envuelta por el entorno del intimismo, el color paisajístico de los profundos parajes generosa y sabiamente rodados por Pilar Miró nos lleva hasta la decisión de Carmen a vivir en un lugar aparentemente desértico con despejado horizonte inundándose de los espacios abiertos en una tangible realidad imposible de ignorar aderezada con las ineludibles sorpresas de Eduardo (José Sacristán) y Nani (Aitana Sánchez-Gijón).

Durante la convivencia sin problemas aparentes se genera un acercamiento emocional que hace dudar a Nani ante la seguridad de Carmen, situación que Pilar Miró utiliza como elemento integrador para ambas mujeres desde la sensibilidad correspondida, pero además, la evolución de los acontecimientos cambiará las cosas en las relaciones con Eduardo donde la realidad no exenta de abrumadoras e icónicas imágenes bañadas por el entorno reforzará el mundo interior de Carmen.

La vuelta a su propio yo desde la tranquilidad emocional que inunda el lugar al que las hermosas conjunciones filmadas de ángulo, cuadro, plano fijo y silencios asumidos junto a la dúctil belleza de las escenas que tienen todo el valor de la buena composición y el mejor equilibrio entre atrezzo y personaje se une la intimista música de Savall junto al reconocimiento por su gran aportación artística la fotografía de José Luis Alcaine premiada merecidamente en su momento, completando un metraje preñado de sensibilidad emocional a raudales.
avanti
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow