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El capital humano

Drama La víspera del día de Navidad, un ciclista es atropellado de noche por un lujoso todoterreno. El desgraciado accidente cambiará el destino de dos familias: la del millonario Giovanni Bernaschi, un especulador financiero que ha creado un fondo que ofrece un 40 por ciento de interés anual, atrayendo y esquilmando a los crédulos inversores, y la de Dino Ossola, un ambicioso agente inmobiliario cuya empresa está al borde de la quiebra. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
2 de noviembre de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí ha sido una sorpresa, descubrir esta película.
Es tan interesante lo que cuenta: retrato de la sociedad italiana, como la forma de contarlo: utiliza un capítulo para cada personaje para narrar unos mismos hechos y vemos como las apariencias engañan.
floro
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7 de diciembre de 2016
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En Brianza, área geográfica de la región de Lombardia, las vidas del financiero Giovanni Bernaschi y la del agente inmobiliario Dino Ossola se cruzan por medio de sus hijos, Massimiliano Bernaschi y Serena Ossola, compañeros en un exclusivo colegio privado, salen juntos. Bernaschi ha creado un fondo de inversión, puramente especulativo, que llega a prometer, de palabra, una rentabilidad del 40%, Ossola, como buen agente inmobiliario es un hombre sin miedo, y también ambicioso, por ello hace un importante ingreso, con un dinero que no tiene, lo ha pedido a un banco, en dicho Fondo Bernaschi. A los seis meses, finales de 2010, las pérdidas son del 90%. Al mismo tiempo, Massimiliano y Serena se ven involucrados en el atropello de un camarero que, en su bicicleta, regresaba una noche a casa después de finalizar su jornada laboral.

A través de las distintas historias, durante los mismos sucesos acaecidos, de Dino Ossola, Carla Bernaschi, mujer del financiero, y Serena Ossola, se nos presenta la acción de esta película y su desarrollo, dejando para un cuarto apartado, capítulo, la resolución, con el nombre que da título al filme, 'El capital humano'. La novela del escritor estadounidense Stephen Amidon, escrita en 2004, es el punto de partida y núcleo del guion que escribe el director, Paolo Virzì, junto a Francesco Bruni y Francesco Piccolo.

Aunque el fondo de la acción es una tragedia, la historia es tratada con gran ironía, pues en ella salen a relucir buena parte de los peores defectos de la razón humana dentro de una clase social, principalmente la de la alta burguesía, pero no solo de esta, como es el caso del tío de Luca. Ambición, fatuidad, vacuidad, irresponsabilidad, fraude, adulterio, hipocresía, desvergüenza..., todas esas lacras, y más, desfilan de la manera más natural encarnadas por los distintos personajes que pululan en esta cinta. Nada asombra al espectador, ni el director tiene intención de que lo haga, pues todos damos por sentado que ese mundo que se nos representa en la pantalla es real por completo.

Dirección ágil, pero nada sencilla, la de Virzì, que cumple con su objetivo de mostrar un fresco creíble de la existencia que nos muestra. Interpretaciones corales que rallan a gran altura, especialmente la de Valeria Bruni Tedeschi.
Juan Ignacio
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13 de enero de 2017
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Vi “Il capitale umano” (“El capital humano”, Italia, 2014) dirigida magistralmente por Paolo Virzì y escrita por el director conjuntamente con Francesco Bruni y Francesco Piccolo, basados en la novela homónima de Stephen Amidon. El reparto es de lujo: Valeria Bruni Tedeschi (aplausos especiales), Fabrizio Bentivoglio, Valeria Golino, Fabrizio Gifuni, etc. El filme gira en torno a la investigación criminal por el atropellamiento de un ciclista en una ciudad italiana del Norte, narrándose lo sucedido desde tres puntos de vista y, finalmente, desde una perspectiva extradiegética conclusiva. Pero se aprovecha la oportunidad para narrar, además, la vida de tres familias, una rica, otra de clase media y, finalmente, una con muchas dificultades no sólo económicas. Hay que decir, de entrada, que esta obra ha descollado, por sobrados motivos, en muchos festivales, por lo que hacer el listado de sus nominaciones y premios haría muy larga la reseña. Agrego que las actuaciones son impecables, lo que deja claro el buen casting y la gran dirección artística. El guion es muy bueno, no sólo porque logra atrapar con la historia sino que mantiene una tensión muy pertinente en todo momento, a la vez que permite al espectador hacer una crítica social a lo que se muestra. Resulta que la película, si bien nunca abandona el thriller detectivesco, va más allá y expone con ojo clínico, a la vez que crítico, la sociedad italiana en momentos de crisis económica, convirtiéndose en un documento que supera el entretenimiento y aborda la crítica social de manera ejemplar. Agrego que fue maravillosa la crítica mordaz a los intelectuales cuando se les muestra reunidos definiendo el programa de presentaciones artísticas de un teatro. Pero mi interés, por mi formación particular, está en otro lado: la cinta narra muy bien dos cosas, la primera es que lleva de la mano al espectador para dilucidar un crimen (que sólo se resuelve en los últimos instantes en contra de los indicios y las conjeturas iniciales) y muestra lo arriesgado y lo difícil que sería para el investigador criminal saber qué pasó más allá del ojo onmiconsciente que sí permite el género fílmico. En este sentido, esta obra será crucial para un jurista y un investigador criminal, para entender la distancia que puede haber entre lo conjeturado y lo sucedido, en lo que se cree pasó y lo que realmente aconteció. Tal vez, la única crítica que se me sale en estos momentos tiene que ver con que todo encaje tan perfectamente, demasiado a mi modo de ver. Hubiera sido más realista si se hubiese dejado algunas dudas al espectador, pues a fin de cuentas, en el mundo de la vida, las cosas no se nos presentan –ni siquiera con el paso del tiempo- tan diáfanamente. Pero salvo este asunto, que es a todas luces menor, la obra es completamente recomendable y la considero, aunque esto pueda ser objeto de debate, la mejor película de este director (superando, incluso, a “Ferie d’agosto”, 1996). 13-01-2017.
Andres Botero
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17 de abril de 2017
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Interesante cinta italiana, con la colaboración de productores franceses, que no es una película divertida, ni siquiera diría, entretenida, pero la obra de arte no siempre es entretenida.
En este film, una familia muy rica tiene un hijo ennoviado con una joven, hija de un propietario de clase media–alta propietario de una inmobiliaria en los buenos tiempos, en Italia. Un buen día, el tal señor lleva a su hija a la casa del magnate de la especulación, y logra abrirse un hueco entre la familia del joven, haciendo amistad con el padre, gracias a su habilidad para jugar al tenis y su carácter de pelota y adulador.
Tiene esta película una excelente dirección de Paolo Virzì en su décimo film, que sabe conducir la historia por unos derroteros más de la reflexión y de la crítica que de divertimento, lo cual no quita para que el film mantenga el interés del espectador en todo momento. Algunas de sus tomas son muy trabajadas, basta ver la escena inicial. El guión está perfectamente confeccionado por el propio Virzì junto a Francesco Bruni y Francesco Piccolo, en una adaptación de la novela del escritor estadounidense Stephen Amidon, Human Capital de 2004. La música es bastante buena de Carlo Virzì, y tiene una magnífica fotografía, tanto intimista como de exteriores de Jérôme Alméras y Simon Beaufils, con tonos celestes y grises que acentúan la falta de piedad la sociedad y la familia, cuyo único momento de pasión es expuesto desde la locura y no desde una elección coherente y amorosa basada en lazos sólidos humanos.
El reparto es más que bueno, luciendo especialmente una versátil y empática Valeria Bruni Tedeschi, que se come la pantalla como protagonista exclusiva, a quien acompañan a las mil maravillas Fabrizio Bentivoglio (excelente como el más villano y avaricioso de todos y consorte de Valeria en la ficción), Valeria Golino (encantadora), Fabrizio Gifuni (especulador exultante), Luigi Lo Cascio (muy bien como pobre seductor), Giovanni Anzaldo (excelente como pobre joven víctima de las circunstancias), Matilde Gioli (bonita, amorosa y convincente, espléndida incluso por encima de los jóvenes secundarios), y Guglielmo Pinelli (el hijo alcohólico centro de los desvaríos). Todo un elenco de primera.
La película cuenta la misma historia vista desde tres puntos visuales diferentes que se van cruzando a lo largo del relato. No son tres versiones, sino una que se complementa con la visión de todos los intérpretes. Todos refieren los eventos acontecidos en el lapso de tiempo en que se desencadena el accidente de un ciclista. Todo ello en una pequeña ciudad de provincias donde todo el mundo sabe quién es quién.
Considero esta película un thriller angustiante, a la vez que un fascinante y perspicaz estudio de nuestra sociedad y su economía voraz en declive. Por lo tanto una fusión diestra de crítica social e intriga criminal, que habla de una obra versátil y apasionante de Virzí, sobre los ricos y los advenedizos, que cada cual se lleva su ración de fusta. Todo ello bajo la eficaz batuta de su director que pule el film y lo hace comprensible para todo el quiera ver u oír las verdades sobre la avaricia, la familia y otra vez el dinero: todo está infectado, todo es dinero.
Al igual que la conocida película de Costa-Gavras El capital en la que el protagonista comienza un ascenso imparable por los entresijos del mundo de la banca hasta convertirse en una de las personas más poderosas e influyentes del país. La peli, en ese mismo estilo, ilustra esta época oscura y vergonzante que estamos padeciendo.
Y es que para quien quiera ver lo que está ocurriendo en el planeta, o si no queremos llegar a tanto, si abrimos los ojos y miramos a nuestro pobre país tan maltratado, tan esquilmado y tan demente y ávido de riqueza, esta película nos tiene que hacer temblar. La protagonista le dice a su esposo,: “Habéis apostado por la ruina de este país, y habéis ganado.”
Y es que aquí no se salva nadie.
Kikivall
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14 de enero de 2020
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Cuando la ambición y el dinero nublan la mente, la muerte de un ciclista solo supone un obstáculo más que superar. La codicia de empresarios y especuladores arribistas no se detiene por un accidente de tráfico. Con sangre en la carretera, dos familias unidas por el noviazgo de sus retoños miden sus escrúpulos por hallar la manera más sencilla de no ensuciarse las manos. Esta es la historia que presenta Paolo Virzì, que italianiza una novela de Stephen Amidon para afear la avaricia de aquellos que apostaron por el derrumbe de la economía y ganaron. Aunque eso conllevara que todos los demás perdiéramos.
La trama gira en torno a un clan de burgueses multimillonarios -con una casa en la colina, chófer y un vástago malcriado- y un aprovechado agente inmobiliario de clase media al que le brillan los ojos cuando huele opulencia. Gracias al romance de su hija con el futuro pez gordo, este último se introduce en ese ambiente de abundancia y derrocha los ahorros que no tiene en un fondo del que espera sacar unos beneficios que le abran las puertas de la élite. Y llega la noche en la que el todoterreno del joven, del que no se sabe quién lo conduce, atropella a un ciclista y sale huyendo.
El cineasta italiano construye la película a través de tres capítulos y un epílogo, en los que explora los puntos de vista de los personajes principales: el avaro promotor, la vacía mujer florero y la hija descarriada y confusa. La narrativa convierte la trama en un 'thriller' y sustenta con determinación el interés del espectador, que poco a poco va recopilando información sobre lo sucedido, a medida que el foco se posa en las diferentes vivencias de los protagonistas. Dos grandes aciertos bendicen el estilo y la puesta en escena del director de 'La prima cosa bella' o 'Todo el santo día': el ritmo, que acelera conforme avanzan los episodios y se van descubriendo aspectos sugestivos en las vidas de los miembros de ambas familias; y el trabajado desarrollo de los personajes, avalado además por una dirección de actores que logra que todos acierten al enfatizar sus respectivas caricaturas. Porque nadie se libra de recibir sonoros tortazos, pero el guion obliga a la cámara a colocar sobre ellos un halo de comprensión y afecto. Por esa razón chirría tanto el desenlace y la deriva romántica que contamina el tramo final del filme, un desvío que oscurece el carácter de la hija inmadura y que, en cualquier caso, no se merecía el resto de la cinta.
El reparto lo lidera claramente Valeria Bruni Tedeschi, que interpreta a la esposa ingenua que no sabe nada de los negocios del marido y que ocupa los días comprando bolsos, antigüedades y hasta un teatro para colmar sus sueños de juventud, en los que aspiraba a la fama como actriz. Pese a encarnar el personaje menos crucial -por ser el más ajeno al accidente-, los matices que aporta Bruni, desde su candidez hasta el desamparo de sentirse incomprendida y la rabia por ser un peón insignificante dentro de la estructura familiar, convierten su episodio en uno de los más estimulantes.
La crítica social del filme degüella incluso a la tercera pata del taburete sobre el que se asienta el argumento, un joven marginado que vive a espaldas del mundo y a la espera de un cambio que no llegará nunca. Un personaje usado como detonante para explicar el término que valora la muerte de una persona según su esperanza de vida y las relaciones con sus seres queridos. El capital humano.

Diario de Navarra / La séptima mirada
Asier Gil
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