The Massacre of Glencoe

En 1688 el Parlamento inglés facilitó la llegada de un Ejército de las Provincias Unidas, capitaneado por Guillermo de Orange, a quien pretendían colocar como rey por su fe protestante y así deponer al católico Jacobo II. En aquella situación los clanes escoceses se posicionaron unos con el católico rey depuesto, y otros con el recién llegado monarca protestante. Sin embargo la firme implantación de Guillermo de Orange hará que los clanes opositores, tras debatir y votar, decidan apoyar al nuevo monarca, con la honrosa condición de que el exiliado Rey James se lo permita.
Por lo tanto, los jefes de los clanes envían un mensajero a Francia para buscar la bendición del ex rey James y permitir que los clanes escoceses cambien sus juramentos de lealtad al nuevo monarca. Pero el rey Guillermo no es tonto y no confía en los escoceses que son católicos, como los franceses, el archienemigo de la Inglaterra protestante. Además, el rey Guillermo no puede olvidar los problemas que le dieron los escoceses durante la última rebelión jacobita. Guillermo y su corte ven a los escoceses como primitivos alborotadores a los que se les debe dar una lección. Por lo tanto, el rey Guillermo les da a los clanes una fecha límite estricta en la que los clanes deben hacerle un juramento o enfrentarse a la guerra. En 1691, Guillermo ofrece a todos los clanes de las Tierras Altas un indulto por su participación en el levantamiento jacobita, siempre que presten juramento de lealtad antes del 1 de enero de 1692 frente a un magistrado. Después de recibir noticias del rey Jacobo exiliado en Francia que les permite someterse al nuevo monarca inglés, todos los clanes se someten, excepto el Clan MacDonald de Glencoe. El jefe del clan MacDonald ha dudado y, por lo tanto, no ha cumplido con el plazo. Cuando finalmente decide ofrecer el juramento de su clan al monarca inglés, es demasiado tarde.
Lo cierto es que las fuerzas del rey Guillermo, contrariado y sanguinario, procedieron a la masacre de los habitantes escoceses del clan McDonald de Glencoe.
No quedó muy claro cómo se procedió en la cadena de mando y órdenes en lo referente a la última palabra a la hora de proceder a la carnicería, pero lo cierto es que se produjo con una violencia sin par.
Este magnífico filme nos narra los prolegómenos y el desenlace en menos de una hora, con una firmeza y una nitidez envidiables, con unas interpretaciones soberbias, con una música envolvente y una fotografía cuidada y apropiada.
Una auténtica joya del Séptimo arte, muy desconocida, y que entusiasmará a los amantes de la historia.