Más bonita que ninguna

Esta película a la que la gran Rocio Durcal le da vida, es simplemente hermosa, es un carisma único,
Cuando canta evoca todos los sentimientos que está viviendo en ese momento y lo hace con tal perfección, es como si dejara la vida en ello, creo que es esto lo que un verdadero artista hace, me ha cautivado.

la película es ñoña como son todas las películas musicales de su estilo.
Rocío Durcal, hermosísima y maravillosa un 10
La música de los brincos, otro 10

Hay que verla con los ojos de la época en la que fue hecha y la he disfrutado.

Rocio Dúrcal se reía tanto con la gracia que tenía Gracita Morales que incluso el director Luis César Amadori tuvo que llamarle la atención a Rocío en el rodaje de una película que supuso una renovación para ella abandonando el estilo de sus películas anteriores para conseguir una nueva imagen que fue tan perfectamente diseñada que "Más bonita que ninguna" fue un éxito total y dió pie a la existencia también de "Acompáñame", "Buenos días condesita", "Amor en el aire" y "Cristina Guzmán" en las que Rocío y Amadori fueron poco a poco marcándose metas logrando unos resultados más que aceptables hasta conseguir el gran logro que fue la última de las películas mentadas. El éxito de "Más bonita que ninguna" se debió a una selección de canciones muy acertada y sobre todo cuando Rocío Dúrcal entona "si yo tuviera rosas..." está magistral en su tono al cantar y en su dominio expresivo. La trama además resulta divertida e incluso presenta ciertas pinceladas de crítica social. En los primeros momentos que transcurren con la pareja protagonista en un cine y también cuando salen del cine hasta que se despiden existe también un tono bastante curioso. Una película sin duda importante en la carrera cinematográfica de la que fue desde luego una de nuestras grandes estrellas. La trama se estira un poco pero el espectador no pierde el interés nunca porque se trata de una obra encantadora.

A pachas. Una chica decente. Telefónica nunca descansa, el mal viene desde siempre. Pedro Almodóvar. El molino verde, ese antro de perdición, garito regio o engendro tan bello. El grillo. Hasta las pulgas tosen en invierno. La cerillera, casi La encajera. Violencia de género, tu los viernes y yo te pego el resto. Bebemos. Piedra y lava, un poemario críptico insular. Lanzarote, la de Saramago poco más o menos. Un mar de piedras. La balsa de piedra. Testaferro. Uranio enriquecido. Caracoles.
Belle de jour. ¿Víctor o Victoria? Gatuperio.
En verdad es una honda historia de amor homosexual (todas en el fondo lo son) imposible que nos rompe el corazón situada en la España franquista que reprimía brutalmente toda esa espontánea alegría, motivo por el que Rocío/Luisito se tiene que hacer pasar por mujer/Luisa, para que parezca que todo es normal y heterosexual normativo patriarcal, toda esa lacra sin parangón ni igual. Aunque en realidad, el también protagonista, ese galán italiano tan buen actor, un personaje de muchas luces, grandes cualidades personales y que rezuma una amplia gama de aptitudes/actitudes abismales, se le salen por los poros, emanan de su alma bella, es un transexual, antes era una mujer o no se sabe muy del todo qué, pero esa es otra historia, muy hermosa.
Bueno, tampoco del todo, si somos sinceros, tendremos que convenir que la suma de actos y palabras que aquí concurren en demasía, esa gran farsa y/o animada mascarada, no es más que un triste trampantojo, tal vez algo pesado, largo, enojoso y tonto, la excusa perfecta para que podamos gozar/disfrutar de la gran Gracita Morales que vale por un impero, una genia o genio, cuanta holgura, va sobrada, nada le falta, es una campeona, no tiene remedio.
Lo demás es morralla. Sin por ello desmerecer o hacer de menos a todos los otros actores tan soberbios y a la voz de Durcal, ella/él/elle/oye, ni a su gracia, salero, desparpajo y gran espabilamiento/aprovechamiento, nos referimos más bien o sobre todo al cogollo, al meollo, al asunto o trasunto, ese maldito embrollo, a tanto sucedido penoso, qué bostezo.
O de cómo las clases pudientes están atiborradas de lerdos. O también las clases bajas, cuando se ponen a ello, ascienden al cielo, es solo cuestión de tiempo. O detrás de tanto tonto, siempre hay un príncipe lleno de dinero, tanto terreno, millones al retortero.
El amor entre ricos y pobres, hombres y hombres, mujeres y botafumeiros, adefesios y androides, todo ese contubernio judeo masónico es un gran acierto.

Vehículo de lucimiento de Rocío Dúrcal en todo su esplendor como cantante juvenil y "moderna" (sus looks son muy poco propios de una chica de recursos tan limitados como su personaje, pero resultan encantadores).

Aquí está acompañada de Gracita Morales que aquí canta y hasta realiza una magnífica versión de "Yo soy la vedette" y por un sosísimo galán italiano (en un personaje bastante odioso, por otra parte).

La parte del travestismo, a pesar de ser básicamente inverosímil aún se puede tolerar, no tanto ciertos comentarios que hoy en día duelen ("mi novio me pega los sábados, yo los demás días", "eso te ocurre porque eres una mujer sin un hombre que la defienda").

Merece la pena recordar el número musical que comparten Gracita Morales y Rocío Dúrcal, una versión de "Borracho" de Los Brincos.

También me llama la atención una juvenil María Luisa Merlo que aquí, por una vez, no hace de María Luisa Merlo.